Karumbé rescata a 600 tortugas marinas en Uruguay

Estas especies son víctimas de depredadores, contaminación plástica e hipotermia.

El nivel de éxito de rehabilitación es entre un 40% y un 60%. (Foto: Karumbé)
Existe diferentes especies de tortugas marinas que se alimentan en la costa de Uruguay. Allí son víctimas de depredadores, contaminación plástica e hipotermia. El Centro Karumbé maneja operaciones de rescate y recuperación y recopila información de la cual se han publicado más de 100 investigaciones científicas.

Desde el Cerro verde que está en un rincón del noreste uruguayo, cerca de la frontera de Brasil, se puede apreciar la espuma que forma un mar encrespado y se puede extender la vista hacia la amplia playa vecina o el horizonte lejano. También permite disfrutar del espectáculo de las tortugas marinas que asoman sus cabezas y caparazones para volver a sumergirse en busca de algas que son sus alimentos.

Aunque las tortugas marinas son menos conocidas en otras latitudes, visitan el Atlántico suroeste durante el verano, desde el estado brasileño de Santa Catarina hasta el comienzo de la Patagonia norte, en Argentina, para buscar alimento. A miles de kilómetros del mar, tres especies son las más comunes.

Las tortugas marinas verdes (Chelonia mydas) constituyen la mayoría absoluta sobre la cabezona (Caretta caretta) y las tortugas siete quillas o laúd (Dermochelys coriacea), que no se acercan tanto a la costa.

En La Coronilla, el pueblo más cercano al Cerro Verde, se encuentra una de las sedes de Karumbé (nombre que los guaraníes dan a las tortugas). Esta ONG fundada en 1999 se ha convertido en centro de referencia para el estudio, la investigación, la rehabilitación y la conservación de las especies de tortugas marinas que recorren el litoral del Uruguay.

Virginia Ferrando, doctora de la veterinaria que tiene a su cargo la rehabilitación de las tortugas enfermas que llegan al centro dice que, cuando llega un animal lo primero que hace es revisarle las aletas, los ojos, el caparazón, si le salen hilos por la boca o la cloaca, si tiene amputaciones, si están gordos o flacos, si acepta que lo toque o se resiste.

De igual manera, comenta que su evaluación continúa en el agua para comprobar su capacidad de flotación: “Veo si pueden hundirse y salir para respirar. Los individuos que están enfermos casi siempre flotan de más”.

Cuando notan que no hay mejoría del animal significa que sus posibilidades de sobrevida serán muy escasas; en cambio si se va recuperando siguen con su evolución hasta que se decida el momento optimo para devolverlo al mar. El nivel de éxito de rehabilitación es entre un 40% y un 60%.

Este centro ha cumplido 23 años y más de 600 tortugas llevan recuperadas en todo ese tiempo. Destacando el trabajo de cada directivo, científicos y voluntarios. “Es una ONG familiar a la que le ponemos mucha pasión”, la define el investigador Alejandro Fallabrino, director ejecutivo y uno de sus fundadores.

El paso del tiempo y el trabajo realizado hacen que cuando aparece una tortuga en cualquiera de las playas de Uruguay, suene el teléfono de Karumbé para exigir su rescate, una labor que no siempre es fácil.

Finalmente, los tanques de agua de dos o tres metros de diámetro se alinean en el reducto de La Coronilla, pero no todos están ocupados por ejemplares supervivientes. Algunos fueron capturados con fines de investigación, que es otro punto fuerte del centro. Se tomaron muestras de sangre y heces para evaluar el nivel de plástico almacenado en el aparato digestivo.