Los ciudadanos y la administración de justicia en el Perú

Por: Alejandro Marco Aurelio Capcha Hidalgo
Periodista: Reg.: N°. -4654-


Desde su origen la esencia del hombre, es un ser que existe en sí y no en otro; constituye “un fin en sí mismo”; por eso que jamás puede ser utilizado como medio. En tal virtud, tiene como atributos esenciales la libertad y la racionalidad, que son la raíz y el fundamento de su dignidad. Asimismo, en una sociedad por la naturaleza de su necesidad tiene que crearse un orden estructural de normas constitucionales; y a ello tenemos que respetar y regirnos porque desde ya es un Estado. El derecho, como la moral, la ciencia, el arte, la técnica y la religiosidad pertenece al mundo del hombre. El derecho corresponde a este, en tanto a la persona le sirve como medio para que se realice como tal y para que alcance sus fines propios dentro de las normas de la sociedad. La persona humana, entendida como una estructura individual de potencia racional y voluntad libre, es, “lo más perfecto de la naturaleza” expresión feliz de Santo Tomás De Aquino; y todos tienen el deber de defenderla y protegerla. De acuerdo con su esencia le corresponden determinados derechos básicos que son facultades, poderes o potestades sobre todo aquello que le es necesario, para cumplir con su destino, es decir, para realizarse como ser humano.

Lo argumentado en párrafo anterior entrelaza y nos lleva a protestar con desazón del desgobierno galopante de la crisis sistemática, vulgar e insolente que los peruanos estamos espectando en el Ministerio Público, el Poder Judicial, el Jurado Nacional de Elecciones y la Junta Nacional de Justicia que se ha convertido en un caos, debido a las filtraciones de personas perniciosas en los poderes del estado ya señalados como los organismos que cada día se debilitan más por intromisiones groseras y foráneas al respeto de la investidura a la institucionalidad democrática.

La doctora, Adela Cortina una reconocida filósofa española describe que la corrupción está relacionada con la etimología de destrucción, obviamente no se equivoca, dado que es motivada por el debilitamiento del llamado “bien interno”, explicado como la razón que justifica la existencia de toda profesión. Ya que los fiscales y jueces existen para cumplir con el objetivo fundamental de impartir justicia entre sus conciudadanos, y una imperiosa obligación ÉTICA debe ser una huella genética de su código profesional.

Por otro lado, el comportamiento antiético, reprochable por algunos de los profesionales legales, entre ellos fiscales y jueces, que deberían cumplir un rol fundamental en la legitimidad del sistema judicial, dan muchos espacios ilegales para calificarlos peyorativamente, porque su rol está fundado inevitablemente en un vínculo de confianza con la sociedad, inclinado a la ética, que es considerado en la acepción jurídica, como la defensora de la democracia porque está implicado en la conducta profesional, además de que inspira a los magistrados a ir más allá del mero cumplimiento de sus deberes funcionales. La ética fortalece y refuerza la independencia judicial al promover la implementación de una cultura de excelencia, que es la máxima ambición de cualquier poder judicial.

Nuestro Poderes del Estado y organismos necesitan un Plan Estratégico para al menos menguar y establecer la debacle evitando un final calamitoso. Uno de los puntos más importantes la tiene los congresistas de la República, para presentar iniciativas legislativas para realizar una reforma judicial, pero no veo en ello la decisión de hacerlo; si es por capacidad académica que inviten a los mejores personajes probos experimentados trajinados hombre de leyes. Los ciudadanos ya no toleran el descaro evidente de la misérrima Administración de Justicia señores jueces y fiscales.