Joe Biden, valedor del Estado Islámico

Por María Zajárova

Portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia

Los ingenieros políticos estadounidenses se han entrampado a sí mismos alegando que el ataque terrorista en Crocus City Hall fuera cometido por la organización terrorista prohibida en Rusia el Estado Islámico de Iraq y el Levante (EIIL)*. Se entiende por qué lo hacen. No hay salida. Los miles de millones de dólares y el sinfín de armamentos que se proporcionan inconscientemente al régimen kievita mediante esquemas de corrupción, la retórica agresiva contra Rusia y el nacionalismo desenfrenado, la prohibición de mantener las negociaciones de paz sobre Ucrania y las numerosas exhortaciones a resolver el conflicto con fuerza, la negativa a denunciar los actos terroristas perpetrados por el régimen kievita durante largos años y el apoyo masivo informático y político a cualesquiera acciones de Zelenski, incluidas las más horribles, todo esto indica  directa o indirectamente lo involucrados que son los habitantes actuales de la Casa Blanca en el patrocinio del terrorismo ucraniano. Por esta causa, Washington justifica diariamente a sus pupilos en Kiev e intenta disfrazar a sí misma y el régimen de Zelenski que ha creado con el espantapájaros del EIIL* prohibido.

En un santiamén, cayó en la propia trampa oxidada.

¿Qué es el EIIL*?

En su tiempo, al combatir la Unión Soviética en Afganistán, Washington respaldó enérgicamente a los muyahidines, los armó y guio. Al encontrarse en el cargo de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton recordó prácticamente aplaudiendo: “…vamos a reclutar a estos muyahidines. Y esto es magnífico. Vamos a importar en Afganistán un especie del islam tipo wahabismo para que podamos vencer a la URSS”. Al Qaeda* (es reconocida como una organización terrorista y es prohibida en Rusia) nació precisamente al término de aquella campaña afgana. Vamos a olvidar Afganistán por un rato y pasemos a Iraq. En 2003, bajo un pretexto falso, EEUU efectuó la intervención militar en Iraq. Como resultado, se encontraron en la calle todos los miembros del partido Baaz que formaron el núcleo de las Fuerzas Armadas, la policía, la fuerzas de seguridad de Saddam Hussein. Todos estos hombres jóvenes, maduros y entrenados para guerrear quedaron desempleados. Posteriormente, fueron ellos los que constituyeron las principales fuerzas de combate de los extremistas.   

En abril de 2006, The Washington Post halló en los documentos internos del Pentágono los datos evidenciando que, entre 2004 y 2006, la propaganda militar estadounidense había exagerado intencionadamente el papel del primer líder encabezando el movimiento “insurgente” Al Qaeda en Iraq, Abu Musab al-Zarqawi, representándolo ante muchos musulmanes como el defensor de la fe. En octubre de 2006, sobre la base del Consejo Consultivo de los Muyahidines, se estableció el nuevo grupo yihadista que unió a los terroristas de Al Masri con otros islamistas, el Estado Islámico de Iraq. Abu Omar al-Baghdadi fue designado el jefe de la nueva entidad. Un poco antes de esto, los estadounidenses lo habían liberado por alguna razón de la prisión iraquí. Asombroso. Entabló una enérgica cooperación con los islamistas de Siria que lucharon contra el Gobierno legítimo de Bashar al-Assad. En abril de 2013, ampliadas las actividades, la organización terrorista obtuvo el nombre nuevo, el Estado Islámico de Iraq y el Levante (EIIL*). En 2014, el agrupamiento proclamó la formación del califato en Iraq y Siria. Al fin y al cabo, los estadounidenses empezaron a combatir el EIIL*, crearon una “coalición”, pero lo hicieron solo después de que los miembros del EIIL habían matado a unos ciudadanos de EEUU. Resulta que, tras el establecimiento de Al Qaeda*, los estadounidenses contribuyeron voluntaria o involuntariamente al surgimiento de otro monstruo, el EIIL*, que procedió a cometer ataques terroristas horripilantes y descontrolados por todo el mundo. En la actualidad, los expertos y los funcionarios retirados de EEUU subrayan acertadamente el papel decisivo que desempeñaron Washington y sus aliados en el nacimiento y la supervivencia del EIIL*.   

Internacional terrorista

Vamos a trasladarnos a Siria. En 2015, por petición del Gobierno legítimo de Siria, Rusia envió un grupo aéreo de las Fuerzas Aeroespaciales para ayudar al Ejército sirio a combatir los terroristas. Esto abortó los planes del EIIL encaminados a tomar bajo su control unos vastos territorios en Iraq y Siria, incluso Alepo y Damasco. Con miras a alcanzar estos objetivos funcionó el “internacional terrorista” incluyendo a decenas de miles de extremistas de más de 80 países. Solo nuestra injerencia posibilitó al Ejército sirio detener esta amenaza y liberar la mayor parte del país de los terroristas. En 2015, en una sesión de la Asamblea General de la ONU, el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, propuso establecer el frente unido contra el EIIL según el modelo de la coalición contra Hitler. Sin embargo, Occidente no aceptó alegremente nuestra sugerencia, sino nos enseñó los dientes de manera bestial. En aquel entonces, EEUU no simplemente no nos ayudó, sino, al revés, nos impidió por todos modos hacer frente al EIIL. Es interesante, ¿verdad?

Al mismo tiempo, en el sureste de Siria sigue existiendo el enclave extremista, el denominado campo de refugiados Al-Tanf. Al ser controlado por los estadounidenses, el lugar se convirtió en un albergue para terroristas y su centro de instrucción antes de las operaciones. En Siria, se manifestó con toda claridad otra táctica de la Casa Blanca: asumir los compromisos infundados por delimitar de manera nítida e informal la denominada “oposición moderada” y los terroristas del EIIL*. Por ejemplo, Jabhat Fateh ash-Sham (antiguamente Al Nusra que fue básicamente un sucursal de Al Qaeda* en Siria) y otros grupos armados semejantes que posteriormente se incorporaron en Hayat Tahrir al Sham*. En pocas palabras, se efectuó un cambio de nombre, pero no ha sucedido todavía ninguna delimitación. Esto, según probablemente haya tramado Washington, prolonga el conflicto, aumenta el número de víctimas y no deja erradicar por completo el semillero del terrorismo internacional. Por una extraña coincidencia, en los años recientes, el EIIL* ajustó sus planes y ahora practica embestidas principalmente contra los enemigos de EEUU, o sea los talibanes en Afganistán, los iraníes, las autoridades oficiales de Siria y nosotros. Son solo los hechos que están en la superficie, algo que se puede descubrir en las noticias mundiales.

¿Quién creó HAMAS?

Una cosa más. En 1992, los estadounidenses impusieron a los palestinos el “proceso electoral democrático”. Las discordias se tradujeron en que, mediante las elecciones democráticas, en la Franja de Gaza se formó el partido político HAMAS. A partir de la correspondencia entre los empleados del Departamento de Estado de EEUU recientemente desclasificada, se hizo claro que, ya en 2021, Biden descongeló los pagos para el movimiento HAMAS totalizando 360 millones de dólares estadounidenses que fueron transmitidos a través de la USAID, la notoria Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional. Siendo el Presidente, Donald Trump suspendió aquellas prestaciones, y Joe Biden ordenó personalmente reanudarlas. Todo el mundo ve el resultado. Hay solo un detalle. Al parecer, Israel es aparentemente el aliado más cercano de EEUU, pero las actividades de HAMAS la hacen vociferar. Ustedes preguntarían en qué estriba la lógica. En el dinero y el poder. A la luz de la prohibición jurídica internacional de cometer intervenciones directas, la lógica reside también en la determinación a sembrar un “caos controlado” y trastrocar el orden mundial con las manos de los terroristas. Atención, una pregunta para la Casa Blanca: ¿está seguro de que será el EIIL*, no cambiará de opinión?  

* la organización está reconocida como terrorista y prohibida en Rusia