Crece vertiginosamente el fundamentalismo islámico

Por: Alejandro Marco Aurelio Capcha Hidalgo

Periodista: Reg.-N°.-4654-

París la Ciudad de la Luz, nombre que remite a su fama como centro de las artes y la educación, ahora se ha convertido en la ciudad más insegura para los turistas.  Los últimos acontecimientos sucedido en París por el deceso de un joven musulmán a razón de un disparo por un policía cuando la víctima se negó a obedecer sus órdenes, han desenfrenado una serie de disturbios que superan todos los anteriores.

Ello ha obligado que el presidente Macron ordene el despliegue de 48,000 policías en el territorio de Francia para atajar la vehemencia de masas islámicas, irritados, encolerizados que con violencia protestan sin respetar al país en que muchos de ellos nacieron. Lo real es que las muchedumbres son totalmente devastadores y se ufanan decir ser franceses, pero desprecian al país en el que viven y lo cobijan.

Esto se evidenció en un vídeo cuando un profesor se dirigió a un grupo de alumnos preguntándoles que nacionalidad tenían y los alumnos respondieron que eran ciudadanos franceses, pero se privaron de responder si sentían orgullosos de ser galos. Recurriendo a la historia, en realidad, son parte de una quinta columna que ha crecido vertiginosamente en los últimos sesenta años desde que Francia renunció a su imperio colonial, pero ofreció facilidades a los habitantes de los países liberados para que se trasladen a la antigua metrópoli con la idea de estudiar o trabajar y triunfar en ese anhelo.

En estas escenas revoltosas aparecieron con asomo violento agitadores musulmanes quienes hablando en árabe atacaron sin compasión a Francia como Estado y como Nación que solo expresaba una cultura decadente digna de ser destruida en sus cimientos.

Los mensajes de muerte se reflejaron en frases como la toma de París y hasta de Roma, recalcando que son focos de corrupción, y serán derribados y cubiertos de polvo por los modernos conquistadores contemporáneos del islam. Y tales escenas reinciden cuando jóvenes magrebíes asaltaron monumentos parisinos exhibiendo banderas verdes que simbolizan la cultura árabe islámica. No hay duda alguna que todas estas acciones malagradecidas significan una declaratoria de guerra contra la República Francesa que acogió a sus padres de buena fe.

 La política multicultural de la Unión Europea con su mensaje de unidad dentro de la diversidad se evidencia una debilidad, que preocupa la crecida de los islámicos. Hoy es Francia, mañana es Italia tal como ya lo han manifestado; asimismo, Alemania, Gran Bretaña, Holanda, Bélgica, y Luxemburgo, después los Balcanes y Escandinavia. Rusia, cuenta con importantes minorías islámicas, entre ellas Chechenia que protagonizó una cruel rebelión contra el régimen de Moscú después de la caída del comunismo. Nadie quedará liberado de este artero ataque y hasta América Latina es cortejada por el régimen islámico de Irán para sumarse al ataque contra Occidente.

Estas circunstancias nos conllevan estar en alerta frente a semejante ataque masivo En estos críticos momentos la respuesta está en manos de Francia que dispone de todos los recursos materiales, económicos, financieros, tecnológicos y las fuerzas del orden suficientes para aplastar la anarquía. Es una cuestión de voluntad y decisión del presidente Macron, de no hacerlo con medidas drásticas e inmediatas para derrotar a la subversión, él será su primera víctima, y trofeo para los subversivos islámicos. Ello se podría trasladar en un tiempo posible en vuestro Perú, que coincidente el 19 de julio próximo estaremos arrostrando, y que los peruanos exhortamos al gobierno de Dina Boluarte, y su primer ministro, Alberto Otárola defender y enfrentar con aplomo, decisión, convicción, y energía ante estas hordas de hienas manipuladas por cuestiones crematísticas, e ideologías vetustas. De esta manera se evitan los desmanes y muertes de ciudadanos inocentes, Hay que actuar con mucho acierto para mantener y prevalecer el principio de autoridad.