Que la guerra no nos sea indiferente

Por: José Antonio Torres Iriarte. 

Analista Internacional y político.

América Latina ingresó al siglo XXI en términos generales, dando muestras de que sus gobiernos habían comprendido el valor de preservar la estabilidad macroeconómica, tener níveles moderados de endeudamiento externo, dejar atrás las políticas proteccionistas abriendo la economía al comercio y la integración con otros mercados extraregionales.

En un mundo con mayores oportunidades, con mayores flujos de capital en busca de ser invertidos en destinos seguros; el uso de los Tratados de Libre Comercio fue eficiente; sin embargo en el plano ideológico se fue evidenciando cómo el castrismo de los años sesenta había mutado a expresiones que deponían la  guerrilla o la lucha armada, para proponer la integración continental, bajo las banderas del “socialismo del siglo XXI”.

Si la Unión Soviética había implosionado en 1991, la Europa del Este se habia liberado del yugo soviético luego de la caída del “muro de Berlin” y Alemania alcanzó su reunificación bajo la égida de la libertad, en América Latina surgían liderazgos que a través del voto popular, iniciaban el proceso de toma del poder con objetivos de largo plazo.  La nefasta influencia cubana con apoyo del Partido Comunista de la Unión Soviética desde la década de los sesenta, había alentado movimientos guerrilleros, financiado a la FARC en Colombia e influenciado en el gobierno de Salvador Allende en Chile.

Cuba cumplió un papel importante para los intereses del comunismo internacional, en un contexto de guerra fría, surgimiento de gobiernos nacionalistas, formación del movimiento de los No Alineados y una carrera armamentista y espacial entre EEUU y la URSS. Ante la disolución de la URSS, era evidente que cambios políticos deberían haberse producido en Cuba; sin embargo bajo un gobierno policiaco y la falta de libertades, ante la inacción de la comunidad internacional; el gobierno castrista abrió la economía a la inversión extranjera en el sector turismo y buscó reposesionarse políticamente en la región.

El socialismo del siglo XXI supo insertarse en el proceso político latinoamericano con nuevas estrategias y un discurso neomarxista conectado con la diversidad de intereses que respondían a las necesidades de nuevos actores sociales; de ese modo no se hablará más de lucha de clases, ni de dictadura del proletariado. El “socialismo del siglo XXI” tuvo en el Foro de Sao Paulo en un primer momento, en el Partido de los Trabajadores de Brasil un aliado fundamental; que con las victorias electorales sucesivas del chavismo en Venezuela, el triunfo de Evo Morales en Bolivia, de Rafael Correa en Ecuador, del sandinismo en Nicaragua y del peronismo en Argentina logra vertebrar un movimiento político importante.

El proceso político en América Latina debe ser observado más allá de los resultados electorales; en el siglo pasado las tiranías y los golpes de estado, impusieron gobiernos represivos que frenaron el ejercicio pleno de las libertades y los derechos humanos. Hoy con la invasión de Rusia a Ucrania, estamos comprobando la vigencia de los nacionalismos y militarismos en el mundo; siendo evidente que las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela en especial apoyan plenamente al gobierno de Vladimir Putin.

América Latina debe aprender de sus errores, es el momento de la lucha por la libertad; la guerra no nos puede ser ajena, no sólo por los horrores que a diario se perpetran en contra de niños, mujeres y ancianos; sino por el impacto que tiene en los mercados internacionales de alimentos, metales, hidrocarburos y en las principales Bolsas de Valores del mundo.Si en 1989, la caída del Muro de Berlín representó un giro político esperanzador para la humanidad; confío que aún sea posible vislumbrar un orden internacional en el que impere la coexistencia pacífica, libre de hegemonismos.

Lima, 7 de Marzo 2022.