Hoy, en el Ángelus:
“Además, los invito a orar por el fin de los actos de violencia en Perú. La violencia extingue la esperanza de una solución justa a los problemas. Animo a todas las partes implicadas a emprender el camino del diálogo entre hermanos y hermanas de la misma nación, con pleno respeto de los derechos humanos y del Estado de Derecho.
Me uno a los obispos peruanos para decir: “¡No a la violencia, venga de donde venga! ¡No más muertes! ¡Hay peruanos en la plaza!”