Noticias falsas sobre amenazas nucleares

Si no se bloquearan las fuentes de información, se podrían escuchar las declaraciones auténticas de Rusia

Por  María Zajárova, vocera del Kremlin


En Occidente, a nivel cumbre, rebasando las fronteras y todos los marcos, se han activado los mecanismos de filtración de una nueva tesis en la conciencia pública. Esta tesis es sumamente primitiva y al propio tiempo espeluznante al extremo: los rusos amenazan con una guerra nuclear, agitan el garrote nuclear.

Huelga decir que es una tesis absolutamente falsa.

Pero la imponen por la sencilla razón de que ejerce influencia sobre los temores básicos del ser humano: tanto sobre la experiencia de la generación mayor que durante la segunda mitad del siglo XX estuvo esperando la III Guerra Mundial contra el comunismo global, como sobre la juventud occidental, para la que sus gobiernos han inventado la “cultura de cancelación” (esta vez, de todo lo ruso). Cabe puntualizar que a Occidente le importa poco lo que dice Moscú. Las palabras son tergiversadas, desvirtuadas.

Ahora hablemos en términos concretos. 

Hace un par de días, respondiendo a una pregunta de Dimitri Simes, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, afirmó literalmente lo siguiente: “Durante largos años, todavía en la época de la Administración de Donald Trump, nos pronunciamos a nivel cumbre porque Moscú y Washington reafirmaran la declaración hecha en 1987 por Mijaíl Gorbachov y Ronald Reagan acerca de que en una guerra nuclear no pueden haber vencedores. Una guerra nuclear nunca puede ser desatada. Persuadimos al equipo de Donald Trump para que reiterara esta declaración importante para nuestros pueblos y todo el mundo. Lamentablemente, no conseguimos demostrar a nuestros colegas la necesidad de dar tal paso. No tardamos mucho en acordarlo con la Administración de Joe Biden. En junio de 2021, durante la cumbre de Ginebra, nuestros presidentes hicieron la pertinente declaración. En enero pasado, se materializó otra iniciativa nuestra en este ámbito. De cara al proyectado inicio de la Conferencia de Examen del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU adoptaron una declaración similar. Los cinco máximos dignatarios hicieron constar la inadmisibilidad de una guerra nuclear. Es nuestra postura de calado. Los riesgos ahora son muy sustanciales. No quisiera que los exacerbaran deliberadamente. Los deseosos de hacerlo no son pocos. El peligro es serio y real”.

¿Qué es lo que importa en esta relación?

 1.    Fue precisamente Rusia la que a duras penas persuadió a EE. UU., durante unas prolongadas negociaciones, a reafirmar la fórmula de Gorbachov-Reagan acerca de que en una guerra nuclear no puede haber vencedores y que tal guerra jamás puede ser desatada.

2.    Fue Rusia la que persuadió a los cinco Estados nucleares aprobar la correspondiente declaración.

3.    Existen riesgos, no cabe exacerbarlos, pero tampoco desestimar.

Hemos hecho todo lo posible por impedir una guerra nuclear, hemos interpuesto todas las barreras indispensables para prevenir esta degradación (afortunadamente, mostraron su eficacia durante la guerra fría y funcionan ahora), porque somos conscientes de los riesgos y amenazas reales que supone un comportamiento irresponsable en esta área. No soportamos la idea misma de una guerra nuclear.

Los cargos oficiales de Occidente alimentan de forma coordinada a los medios de comunicación con la noticia falsa sobre amenazas nucleares provenientes de Moscú y lo hacen en las peores tradiciones de la desinformación. Los Ministerios de Asuntos Exteriores de los países de la OTAN empezaron a persuadir a la población de sus Estados de que los rusos “blanden armas”.

Los medios hicieron preguntas al inicio al ministro de Defensa de EEUU, Lloyd Austin, en Alemania e informaron de que “los rusos amenazan con lanzar bombas”. Posteriormente, el jefe de la CIA, William Burns, habló sobre este tema en Atlanta y al mismo tiempo se dirigió para comentarios a los funcionarios retirados, inclusive el ex Secretario de Energía de EEUU, Ernest Moniz, para continuar bombeando el discurso con “la amenaza nuclear proveniente de Rusia”. 

Todo eso fue los preparativos antes de que el portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Ned Price, durante una rueda informativa, calificó las palabras del Ministro ruso como “fanfarronada” y al mismo tiempo como “escalada nuclear hipotética”.

Miren cómo toscamente se hizo esto desde el punto de vista de la actividad mediática. Primero, un periodista repitió todas las citas encargadas contra nuestro país, luego las mencionó Ned Price. Es un espectáculo orientado a un púbico con poca experiencia. Nadie prestó la atención al hecho que el Ministro de Asuntos Exteriores había hablado de los riesgos y los intentos de Rusia de prevenir lo inconcebible.

Es inconcebible para nosotros, pero, en vista del destino de Hiroshima y Nagasaki, es posible lamentablemente para nuestros colegas de allende el océano. 

Al día siguiente, se inició un procesamiento masivo de la conciencia a través de los medios de comunicación. Los tabloides británicos Daily Mail y otros, así como la prensa estadounidense de alta calidad que publica artículos de análisis, las cadenas de televisión francesas, las revistas amarillistas alemanas – todos empezaron a gritar, según el modelo estereotipado, que Moscú amenaza con desatar la Tercera Guerra Mundial. Y de eso ya se habla en Europa: El Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, califica las palabras del Ministro ruso como “retórica de intimidación”. 

Quisiera preguntar al Ministro francés: ¿ha visto lo que dijo Serguéi Lavrov? Traducimos la entrevista

Nuestro país está en contra de la guerra nuclear. Es lo que afirma el ministro ruso, es por lo que se guía nuestra diplomacia.

¿Es posible el problema consista en que las capitales occidentales leyeron la entrevista en la redacción de los medios occidentales? Es lo único que puede justificarles. No hubo que bloquear las fuentes alternativas de la información, en este caso, podrían escuchar las declaraciones auténticas de Rusia, en vez de escucharlas en la interpretación de sus medios que las representan de conformidad con las instrucciones de la OTAN.