Omar Radi de 34 años está acusado de espionaje, de atentar contra la seguridad interior del Estado y de violación. Suleimán Raisuni de 49 años, de cometer una supuesta agresión sexual contra un activista gay en 2018. Ambos se declaran inocentes y afirman ser víctimas de un juicio político por sus críticas al poder. Raisuni fue detenido el 20 de mayo de 2020 y Radi dos meses después, el 29 de julio. Desde entonces permanecen aislados en sendas celdas de la cárcel de Ukacha, en Casablanca, y en estado de prisión preventiva. Sus defensores solicitan que se les juzgue en libertad provisional. Raisuni se encuentra en huelga de hambre desde hace 86 días y sus allegados temen por su vida.

Por un lado, Omar Radi, declaró el martes ante el tribunal: “Yo estoy convencido de mi inocencia. Los hechos que me reprochan están vacíos y no justifican mi encarcelamiento desde hace un año”. Su padre, Driss Radi, informó al diario español El País, que el martes, durante la novena audiencia, el juez rechazó todas las demandas de la defensa, como la citación de testigos. “Omar expresó su decepción por este hecho y después respondió con mucha confianza a las preguntas que le hicieron. Destruyó todas las acusaciones falsas de la Fiscalía”, señaló. El juicio fue pospuesto para el martes 6 de julio.

Radi, Interrogado por el juez sobre los mensajes de texto que había intercambiado con un diplomático de la embajada holandesa en 2018, desestimó cualquier cuestión de espionaje. “¿Dónde está el crimen en una reunión e intercambio de periodistas con un funcionario de un país extranjero?” expresó.

Por otro lado, el juicio de Suleimán Raisuni, fue pospuesto en varias ocasiones y se ha reanudado este jueves sin su presencia. Su esposa, Jolud Mojtari, indicó que el juez escuchó las alegaciones de la defensa, pero denegó la asistencia del periodista. “Sin ofrecer ninguna explicación, el juez rechazó la presencia de mi marido”, señaló Mojtari. Días antes, el periodista había solicitado, sin éxito, una ambulancia para ser trasladado a la sala y una silla de ruedas.

La esposa de Raisuni explica que el periodista tiene el pie derecho paralizado, a causa de la huelga de hambre, y que su tasa de potasio es muy baja, lo cual “puede provocarle un paro cardiaco”. Desde que entró en prisión, Raisuni ha sufrido una “transformación total” asegura Mojtari. “Le ha cambiado la voz y la cara. Su cuerpo es casi el de un cadáver. A veces bajo la cabeza para no mirarle y no sufrir más. Está sufriendo una tortura física y psicológica, aislado en su celda”.

Las autoridades penitenciarias marroquíes afirmaron en un comunicado difundido el 18 de junio que Raisuni no está siguiendo una huelga de hambre, sino “una dieta”. Asegurando que consume miel y dátiles y que en dos ocasiones ha tomado sopa y zumos, además señalan que sus signos vitales son normales. Mojtari objeta que Raisuni, con quien tiene un hijo que cumplirá dos años en septiembre, ha dejado de consumir azúcar en la bebida a causa de esas acusaciones de las autoridades penitenciarias.

“Yo les responsabilizo a ellos y al Estado de cualquier cosa que le pase a mi marido”, señala. “Es la vida de una persona la que está en peligro. Y lo que reclamo es que sea trasladado a un hospital”, pide Mojtari, quien asegura que la detención de su marido fue arbitraria y solo obedece a la “venganza de las autoridades” por los editoriales que escribía.

Raisuni fue denunciado en mayo de 2020 después de que un joven activista LGBTQ+ lo acusara a través de Facebook de haberle intentado abusar sexualmente de él dos años antes, después de que su esposa le propusiera colaborar en un documental. Organizaciones como la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) denuncian que fue víctima de una “campaña de difamación”. A Radi se le imputa haber mantenido contactos con un agente de la inteligencia británica y violar a una compañera. El periodista asegura que la relación fue consentida.

Las asociaciones humanitarias, que han expresado su apoyo a los periodistas y han reclamado un juicio justo, son conscientes de la influencia que pueden desempeñar las potencias occidentales en la resolución de estos dos casos, por lo que se siguió de cerca la reunión que mantuvieron este lunes el ministro de Exteriores, Nasser Burita, con el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, en Roma durante la reunión de la coalición internacional contra el Estado Islámico.

Las autoridades marroquíes celebraron “la asociación estratégica bilateral” con la mayor potencia del mundo. Lo que no fue tan celebrado, ni siquiera mencionado en la mayoría de medios marroquíes, fue el tuit que publicó Blinken. El responsable de la política exterior estadounidense calificó de “bueno” el encuentro en el que reveló que conversaron sobre “el interés compartido por la paz y la estabilidad regionales y los derechos humanos, incluida la libertad de prensa”, aunque sin entrar en detalles.

Al día siguiente, sin embargo, el abogado belga Christophe Marchand viajó a Casablanca para ejercer la defensa de Omar Radi y fue expulsado del país sin que pudiera pasar del aeropuerto de la ciudad. Horas después, la Delegación Interministerial de Derechos Humanos alegó que la expulsión de Marchand era una “decisión soberana” y añadió que el abogado es “conocido por sus posturas hostiles hacia Marruecos y su integridad territorial”, en alusión al Sáhara Occidental. Marchand denunció la expulsión como “una reacción bastante brutal relacionada con el caso de Omar Radi”, en comentarios a la AFP.

Diversas asociaciones de derechos humanos, como Human Rights Watch, han solicitado la intervención del monarca marroquí para que impulse la puesta en libertad de ambos periodistas. Una demanda que sostienen también medio centenar de intelectuales e informadores españoles que el pasado 24 de junio publicaron un escrito en el que pedían a Mohamed VI y al Gobierno marroquí que “liberen de forma inmediata” a los dos periodistas, “a la espera de un juicio justo”.

Mohamed VI ya concedió la gracia real a la periodista Hajar Raisuni, que además es sobrina de Raisuni, en octubre de 2019. Hajar fue condenada a un año de prisión, acusada de someterse a un aborto, algo que negó, y de mantener relaciones fuera del matrimonio. Su liberación se produjo después de una amplia campaña de solidaridad internacional. También suscitó un gran eco mediático la huelga de hambre de 19 días que el historiador y activista marroquí Maati Monjib, inició en la cárcel el 4 de marzo. Finalmente, Monjib, de 60 años, salió de prisión el 23 de marzo. Sin embargo, Omar Radi y Suleimán Raisuni no han tenido hasta el momento la misma suerte.

M.A.N