Las tristezas de un mundo desigual

COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO

Víctor CORCOBA HERRERO

Escritor español

(Mal que nos pese, aún no hemos aprendido a convivir con la diversidad. Estamos más solos que nunca, enfrentados como jamás, incapaces de hacer familia, sumidos en la destrucción y sepultados en el fracaso más absoluto. Suelen prevalecer los intereses individuales, lo que debilita esa dimensión comunitaria, que es lo que realmente nos aviva el entusiasmo del disfrute).

I.-  NADA ES LO QUE HA DE SER

Todo se mueve y remueve en la confusión,

el desorden es el huracán que nos avasalla;

nos hemos desvinculado de los principios,

navegamos despreciando nuestra historia,

sin un proyecto de ética ni estética alguna.

Volver a la vida, sin revolver a la muerte,

sin descartar a nadie, encartando ilusión,

respetando y amparando al ser más débil;

lo que nos requiere es practicar el corazón,

el esfuerzo conjunto de un rumbo común.  

Nos merecemos una revuelta de miradas,

ante la multitud de muros en este mundo,

que impiden el encuentro entre andarines,

y la contemplación de horizontes en paz,

que es lo que injerta luz en nuestra vida.

II.- LO QUE SEA HA DE SER EN DIGNIDAD

Estamos llamados al rescate y al abrazo,

al deber moral de auxilio y protección,

a garantizar la asistencia y la acogida,

con el pulso supremo del amor fraterno,

y con la viva pausa de unirse y reunirse.

La dificultad es que un camino armónico,

sólo puede ser gestado por almas libres,

en disposición perpetua de entenderse,

desde la moderación de los lenguajes,

y desde la seriedad de los movimientos.

Ceder el paso a los indignos es cobardía.

Prefiero morir en batalla por la justicia,

que caminar arrodillado y con miedo;

porque descarriado, todo se transforma,

en germen de hostilidades y fanatismos.

III.- REENCONTRADOS COMPARTIMOS LAS CONGOJAS

Con este baño de tristeza triste y atroz,

cultivemos una memoria penitencial,

hagámoslo desde la verdad y en verdad,

apartemos los mil ahogos del camino, 

y acerquémonos a romper las cadenas.

Sequémonos las lágrimas unos a otros,

hasta dejar que florezca el nosotros;

más allá de las cotos que hemos creado,

que nos deja desolados, por no haber

sido capaces, de vivir juntos en alianza.

En el que trama el mal sólo hay duelo,

repoblemos la tierra de eternas sonrisas,

trabajemos en la esperanza humanitaria,

y hagamos comunión con nuestro Señor,

antes de que se popularice lo perverso.

corcoba@telefonica.net