La mal llamada izquierda siempre fue venenosa y la seguirá…

Por: Alejandro Marco Aurelio Capcha Hidalgo.

Periodista: Reg.: N°. – 4654-

No es primicia que, durante el primer gobierno de Fernando Belaunde Terry, parte de la izquierda pretendió introducirse en el Partido de Acción Popular, así como lo hizo el inefable, Yonhy Lescano Ancieta, llegando ser secretario general del mencionado partido de la Lampa, en el periodo del 14 de noviembre de 2009 al 12 de diciembre de 2011.  Ya militante, y gracias al Partido de AP, fue congresista de la república en representación de Puno y, posteriormente, de Lima Metropolitana entre 2001 y 2019. Asimismo, postuló por Acción Popular a la presidencia del Perú, en las elecciones generales de 2021, y quedó arrinconado en el quinto lugar. Como se sabe, Lescano venía de las canteras de un adoctrinamiento izquierdoso, vetusto, añejo, que causó controversia con los ideales del fundador histórico, Don, Fernando Belaunde T.   mientras que los más extremistas prepararon distintos meollos y focos subversivos.

 Hay que destacar que, en la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado, algunos grupos sirvieron de huaripoleras a la maquinaria estatista, como el Partido Comunista moscovita, y otros conspiraron para iniciar la lucha armada. También si recurrimos a la década del 70 que, siendo un tercio de la Asamblea Constituyente de 1978, trataron de obstruir, boicotear los debates y acuerdos, y a las finales pretendieron radicalmente NO firmar la nueva Carta Magna, que abría la posibilidad de rescatar y recobrar la democracia. La repulsión, aversión, y el odio de la izquierda marxista hacia el verdadero ejercicio de la política, entendida como la búsqueda tolerante de acuerdos y compromisos; es evidente en la historia republicana. Por su propia ideología, la izquierda extremista considera imprescindible imponer su modelo de dictadura al estilo Cuba, Venezuela, Nicaragua; sin negociación o concesión alguna, siendo válidos todos los métodos que sean necesarios, desde el uso sistemático de la violencia hasta la desnaturalización, y caricaturización de las instituciones del estado democrático, y tolerante.

Por ello motiva al regocijo leer y escuchar a sus representantes hablar de golpe de estado cuando las agrupaciones democráticas logran conciliar posiciones, haciendo política, y separan a activistas de izquierda de las magistraturas por actuar de forma arbitraria e inconstitucional, favoreciendo a sus aliados y perjudicando a quienes no se sometían a sus directivas.

Así lo describe George Orwell, en su genial novela 1984, que  hablan de separación de poderes cuando creen en la dictadura del partido único; denuncian corrupción en la oposición, cuando por varios quinquenios, ejercen la defensa estratégica de las constructoras brasileñas; exigen respeto a la autonomía judicial, cuando han pervertido la administración de justicia utilizando miles de audios ilegalmente obtenidos a fin de amenazar a jueces y fiscales, utilizándolos como piezas de un ajedrez perverso.

Al batallar políticamente a los extremistas es necesario recordar que carecen desde sus entrañas prejuicios éticos y morales; ellos usarán a jóvenes sin idiosincrasia, identidad para arremeter a policías en las calles o incendiar aeropuertos, asesinarán o enviarán a prisión a dirigentes opositores, venderán al país a cambio de financiamiento desde regímenes socialistas, y cuando los sorprendan cometiendo delitos acudirán con sus ONG aliadas a la Comisión Interamericana en procura de protección. Son tan predecibles que aun los periodistas que realizan sus pininos ya prevén sus trucos seudojurídicos en busca de las famosas medidas cautelares, siempre a disposición de los representantes de la izquierda.

El reto actual señores lectores es afianzar, reafirmar y consolidar el bloque democrático en el Congreso, sobrepasando las graves deficiencias individuales en cuanto a formación y capacidad, apuntando tanto a desarmar el andamiaje caviar en el estado como a las reformas que permitan mejorar la calidad de la representación política en el futuro mediato. De lo argumentado depende nuestro futuro. ¡A la democracia se la respeta!!!