El Perú se aísla tras reanudar sus relaciones con un Estado inexistente

Grave error de Torre Tagle

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La primera decisión del Gobierno del presidente Pedro Castillo en el ámbito de la política exterior fue la reanudación de las relaciones con una república ficticia llamada Saharaui democrática, no reconocida ni por la ONU, ni por ningún país europeo o árabe salvo Argelia, quién le da cobijo y apoyo a un grupo de milicias llamado frente Polisario.

Gracias a esta decisión de Pedro Castillo, hoy Perú tiene vínculos con una organización político-militar que exporta sus miembros a grupos terroristas cómo el Estado Islámico en el Gran Sahara, cuyo jefe era Adnan Abou Walid al Saharaui, uno de los militantes del frente Polisario que recibió su adoctrinamiento en Tinduf (Argelia) y uno de los terroristas más buscados y que finalmente fue abatido por Francia hace un poco más de un mes. 

 Este tipo de errores descabellados le costarán a la Cancillería peruana todo su prestigio de larga data. Más allá de la normalización de las relaciones con el régimen dictatorial de Nicolas Maduro o el nombramiento de un investigado por la fiscalía cómo embajador en Venezuela, el cambio radical de la política exterior del Perú va a tener a mediano y a largo plazo graves consecuencias sobre nuestro país y su posición en la esfera internacional. 

De hecho, restablecer las relaciones con una pseudo república va totalmente en contra sentido. Muchos países de la región cómo Colombia, Chile, República Dominicana, el Salvador, entre otros, expresan en instancias internacionales su apoyo a la integridad territorial del Reino de Marruecos y a la iniciativa de autonomía para el Sáhara, como solución duradera y realista al diferendo regional que atenta contra la paz y la seguridad en esta región norafricana.

Otros países, cómo Brasil y Argentina nunca han reconocido a la autoproclamada Rasd, a pesar del cambio ideológico de sus gobiernos respectivos, ya que tienen una posición de Estado sobre la cuestión del Sahara y sus posturas no cambian porque cambian gobiernos, como fue el caso de Perú.

Hoy, por ejemplo, Colombia anunció, en un gesto de apoyo claro, que extenderá la jurisdicción consular de su Embajada en Marruecos sobre todo el territorio marroquí, incluyendo la región del Sahara, destacando los esfuerzos serios realizados por este país en la búsqueda de una solución política, pragmática, realista y duradera a este diferendo, en el marco del proceso político llevado a cabo bajo los auspicios exclusivos de la ONU.

Asimismo, países amigos del Perú, por ahora, como Arabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Kuwait, entre muchos otros, manifestaron ante la Cuarta Comisión de la Asamblea General de la ONU, su apoyo a la integridad territorial de Marruecos y a su soberanía en la región del Sáhara. Cabe destacar que el único tema de consenso de los países árabes en materia de política extranjera es el apoyo al carácter marroquí del Sáhara y a la integridad territorial de este país.

Inclusive países con ideologías de izquierda radical cómo Bolivia, Venezuela o Cuba abogaron por una solución pacífica, justa, duradera y mutuamente aceptable al diferendo regional sobre el Sáhara.

Y el Perú de Pedro Castillo va y decide tomar parte de un conflicto tan lejano geográficamente al reconocer a una milicia cómo si fuera un Estado, atentando así contra la integridad territorial y la soberanía de Marruecos, un país con el cual nos unían excelentes relaciones de amistad y de cooperación.    

La Cancillería debe tomar nota de que la comunidad internacional reafirmó en alto y claro, una vez más, su apoyo sostenido y multifacético al carácter marroquí del Sáhara y al plan de autonomía en la región del Sáhara como una solución duradera y de compromiso para poner fin definitivamente a la disputa regional.

El creciente e incondicional apoyo a la justa causa del pueblo marroquí y a su integridad territorial, deja al Perú en una posición de fuera de juego y cada vez más aislado, al servicio de los operadores del foro Sao Paolo y de los criminales dirigentes del frente Polisario y su mentor Argelia. 

Hoy, las tesis del Polisario y del régimen argelino se ven superadas tanto por la dinámica irreversible de la soberanía marroquí sobre el terreno, el cuestionamiento de la legitimidad de este movimiento, como por el marco de referencia adoptado por la ONU para lograr una solución política y definitiva a la disputa del Sahara, que incluye a todas las partes, inclusive Argelia.