Discurso del presidente de EE. UU. ante la 78 Asamblea General de las Naciones Unidas

Sr. Presidente, Sr. Secretario general y colegas dirigentes, hace aproximadamente una semana me encontraba al otro lado del mundo, en Vietnam, en un suelo antaño ensangrentado por la guerra.

Y me reuní con un pequeño grupo de veteranos, estadounidenses y vietnamitas, que… y yo… asistí a un intercambio de objetos personales de aquella guerra: tarjetas de identificación y un diario. Fue conmovedor ver la reacción de los soldados vietnamitas y estadounidenses.

Fue la culminación de 50 años de duro trabajo por ambas partes para hacer frente a los dolorosos legados de la guerra y elegir trabajar juntos por la paz y un futuro mejor.

Nada de aquellos momentos fue inevitable. Durante décadas, habría sido impensable que un presidente estadounidense se presentara en Hanói junto a un líder vietnamita y anunciara un compromiso mutuo de asociación de países al más alto nivel. Pero es un potente recordatorio de que nuestra historia no tiene por qué dictar nuestro futuro.

Con un liderazgo concertado y un esfuerzo cuidadoso, los adversarios pueden convertirse en socios, los retos abrumadores pueden resolverse y las heridas profundas pueden cicatrizar.

No lo olvidemos nunca. Cuando decidimos permanecer unidos y reconocer las esperanzas comunes que unen a toda la humanidad, tenemos en nuestras manos el poder de doblar el arco de la historia.

Queridos líderes, nos reunimos una vez más en un punto de inflexión de la historia mundial, con los ojos del mundo puestos en todos ustedes, en todos nosotros.

Como presidente de Estados Unidos, comprendo el deber que tiene mi país de liderar en este momento crítico; de trabajar con países de todas las regiones uniéndolos en una causa común; de unirnos a socios que compartan una visión común del futuro del mundo, donde nuestros niños no pasen hambre y todo el mundo tenga acceso a cuidados sanitarios de calidad, donde se capacite a los trabajadores y se proteja nuestro medioambiente, donde los emprendedores e innovadores de todo el mundo puedan acceder a oportunidades en todas partes, donde los conflictos se resuelvan pacíficamente y los países puedan trazar su propio rumbo.

Estados Unidos busca un mundo más seguro, más próspero y más equitativo para todas las personas porque sabemos que nuestro futuro está ligado al de ustedes. Permítanme repetirlo de nuevo: Sabemos que nuestro futuro está ligado al de ustedes.

Y ninguna nación puede afrontar sola los desafíos actuales.

Las generaciones que nos precedieron crearon este organismo, las Naciones Unidas, y crearon instituciones financieras internacionales y organismos multilaterales y regionales para ayudar a afrontar los desafíos de su tiempo.

No siempre fue perfecto. Pero trabajando juntos, el mundo logró algunos avances notables e innegables que mejoraron la vida de todas las personas.

Evitamos la reanudación de los conflictos mundiales al tiempo que sacábamos a más de mil millones de personas, mil millones de personas, de la pobreza extrema.

Juntos ampliamos el acceso a la educación de millones de niños.

Salvamos decenas de millones de vidas que, de otro modo, se habrían perdido a causa de enfermedades prevenibles y tratables como el sarampión, la malaria o la tuberculosis.

Las infecciones y muertes por VIH/SIDA cayeron en picado en gran parte gracias al trabajo de PEPFAR en más de 55 países, salvando más de 25 millones de vidas.

Es un profundo testimonio de lo que podemos conseguir cuando actuamos juntos a la hora de afrontar retos difíciles y una admonición para que aceleremos urgentemente nuestro progreso de modo que nadie se quede atrás, porque demasiada gente se está quedando atrás.

Las instituciones que construimos juntos al final de la Segunda Guerra Mundial son un cimiento duradero de nuestro progreso, y Estados Unidos se ha comprometido a mantenerlas.

Y este año, estamos orgullosos de volver a formar parte de la UNESCO. Pero también reconocemos que para hacer frente a los nuevos desafíos de nuestras instituciones y enfoques, que tienen décadas de antigüedad, deben actualizarse para mantener la paz … el del mundo.

Tenemos que incorporar más liderazgo y capacidad que existe en todas partes, especialmente de regiones que no siempre han sido incluidas plenamente. Tenemos que hacer frente a los desafíos que están más conectados y son más complejos. Y tenemos que asegurarnos de que estamos cumpliendo para las personas de todas partes, no sólo en algunos lugares. En todas partes.

En pocas palabras, el siglo XXI, los resultados del siglo XXI son muy necesarios, son necesarios para que avancemos. Y eso empieza en las Naciones Unidas, empieza aquí mismo, en esta sala.

En mi intervención ante este órgano el año pasado, anuncié que Estados Unidos apoyaría la ampliación del Consejo de Seguridad, el aumento del número de miembros permanentes y no permanentes.

Estados Unidos ha emprendido serias consultas con muchos Estados miembros. Y seguiremos poniendo de nuestra parte para impulsar más esfuerzos de reforma, buscar puntos en común y avanzar en el próximo año.

Tenemos que ser capaces de romper el atasco que con demasiada frecuencia obstaculiza el progreso y bloquea el consenso en el Consejo. Necesitamos más voces y más perspectivas en la mesa.

Las Naciones Unidas deben seguir preservando la paz, previniendo los conflictos y aliviando el sufrimiento humano. Y aplaudimos a las naciones que se esfuerzan por liderar de nuevas formas y buscar nuevos avances en cuestiones difíciles.

Por ejemplo, sobre Haití, la Comunidad del Caribe está facilitando un diálogo entre la sociedad haitiana.

Creo que el presidente Ruto de Kenia, le agradezco su voluntad de servir como nación líder de una misión de apoyo a la seguridad respaldada por la ONU. Hago un llamamiento al Consejo de Seguridad a que autorice esta misión ahora. El pueblo de Haití no puede esperar mucho más.

Estados Unidos está trabajando en todos los ámbitos para que las instituciones mundiales respondan mejor y sean más eficaces e inclusivas.

Por ejemplo, hemos tomado medidas significativas para reformar y ampliar el Banco Mundial, ampliando su financiación a los países de bajos y medianos ingresos para que pueda ayudar a impulsar el progreso hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y abordar mejor los desafíos interconectados, como el cambio climático y la fragilidad.

Con el nuevo presidente del Banco Mundial, el cambio ya está arraigándose.

El mes pasado, solicité al Congreso de los Estados Unidos fondos adicionales para ampliar la financiación del Banco Mundial en 25.000 millones de dólares. Y en el G20, reunimos a las principales economías del mundo para movilizar aún más fondos. Colectivamente, podemos dar un impulso transformador a los préstamos del Banco Mundial.

Y dado que los bancos multilaterales de desarrollo son una de las mejores herramientas que tenemos para movilizar inversiones transparentes y de alta calidad en los países en desarrollo, la reforma de estas instituciones puede crear grandes cambios.

Del mismo modo, hemos propuesto garantizar que los países en desarrollo tengan una voz y una representación fuertes en el Fondo Monetario Internacional.

Vamos a proseguir nuestros esfuerzos para reformar la Organización Mundial del Comercio y preservar la competencia, la apertura, la transparencia y el Estado de derecho, al tiempo que la equipamos para afrontar mejor los imperativos actuales, como impulsar la transición hacia energías limpias, proteger a los trabajadores y promover un crecimiento inclusivo y sostenible.

Y este mes hemos reforzado el G20 como foro vital, dando la bienvenida a la Unión Africana como miembro permanente.

Pero mejorar y reforzar nuestras instituciones es sólo la mitad de la tarea. También debemos forjar nuevas alianzas y afrontar nuevos desafíos.

Las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial (IA), encierran a la vez un enorme potencial y un enorme peligro. Debemos asegurarnos de que se utilizan como herramientas de oportunidad, no como armas de opresión.

Junto con líderes de todo el mundo, Estados Unidos está trabajando para reforzar las normas y las políticas de modo que las tecnologías de IA sean seguras antes de su lanzamiento al público; para asegurarnos de que gobernamos esta tecnología y no al revés, que esta nos gobierne a nosotros.

Y me comprometo a trabajar a través de esta institución y otros organismos internacionales y directamente con líderes de todo el mundo, incluidos nuestros competidores, para garantizar que aprovechamos el poder de la IA para el bien, protegiendo al mismo tiempo a nuestros ciudadanos de su riesgo más profundo.

Va a hacer falta que participemos todos. Llevo tiempo trabajando en esto, como muchos de ustedes. Va a hacer falta que participemos todos para hacerlo bien.

En todas las regiones del mundo, Estados Unidos está movilizando alianzas sólidas, asociaciones versátiles, propósitos comunes, acciones colectivas, para aportar nuevos enfoques a nuestros desafíos compartidos.

Aquí, en el Hemisferio Occidental, unimos a 21 naciones en apoyo de la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección, lanzando un enfoque regional para un desafío regional para defender mejor las leyes y proteger, proteger, los derechos de los migrantes.

En el Indopacífico, hemos reforzado nuestra asociación cuadrilateral (Quad) con India, Japón y Australia para lograr avances concretos para los pueblos de la región en todos los ámbitos, desde las vacunas hasta la seguridad marítima.

Ayer mismo, tras dos consultas y diplomacia, Estados Unidos reunió a docenas de naciones de cuatro continentes para establecer una nueva Asociación para la Cooperación Atlántica, de modo que los países ribereños del Atlántico puedan cooperar mejor en ciencia, tecnología, protección medioambiental y desarrollo económico sostenible.

Hemos reunido a casi 100 países en una coalición mundial contra el fentanilo y las drogas sintéticas para reducir el coste humano de esta aflicción, que es real.

Y a medida que la naturaleza de las amenazas terroristas evoluciona y la geografía se amplía a nuevos lugares, estamos trabajando con nuestros socios para poner en marcha las capacidades necesarias para desmantelar las conspiraciones, degradar las redes y proteger a todos nuestros ciudadanos.

Además, hemos convocado la Cumbre por la Democracia para fortalecer las instituciones democráticas, erradicar la corrupción y rechazar la violencia política.

Y en este momento en el que gobiernos elegidos democráticamente han sido derrocados en rápida sucesión en África occidental y central, se nos recuerda que este trabajo es tan urgente e importante como siempre.

Estamos con la Ac- – con la Unión Africana y la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental) y otros organismos regionales para apoyar regímenes constitucionales. No retrocederemos ante los valores que nos hacen fuertes. Defenderemos la democracia, nuestra mejor herramienta para hacer frente a los retos que se nos planteen en todo el mundo. Y estamos trabajando para mostrar cómo la democracia puede ofrecer resultados que tienen importancia para la vida de las personas.

La Asociación para la Infraestructura e Inversión Mundiales aborda la enorme necesidad y oportunidad de inversión en infraestructuras en los países de bajos y medianos ingresos, especialmente en África, América Latina y el sudeste Asiático.

A través de inversiones públicas estratégicas y específicas, podemos desbloquear enormes cantidades de financiación del sector privado.

El G7 se ha comprometido a trabajar con las partes para movilizar colectivamente 600.000 millones de dólares en financiación de infraestructuras para 2027. Estados Unidos ya ha movilizado más de 30.000 millones de dólares hasta la fecha.

Estamos creando una carrera hacia la cima con proyectos que tienen altos estándares para los trabajadores, el medioambiente y la propiedad intelectual, evitando al mismo tiempo la trampa de la deuda insostenible.

Nos estamos centrando en corredores económicos que maximizarán el impacto de nuestra inversión colectiva y producirán resultados consecuentes en múltiples países y sectores.

Por ejemplo, el Corredor de Lobito se extenderá a través de África desde el puerto occidental de Angola hasta la RDC (República Democrática del Congo) y Zambia, impulsando la conectividad regional y reforzando el comercio y la seguridad alimentaria en África.

De manera similar, el esfuerzo pionero que anunciamos en el G20, conectar la India, para conectar la India con Europa a través de los EAU, Arabia Saudita, Jordania e Israel estimulará las oportunidades y la inversión a través de dos continentes.

Esto forma parte de nuestro esfuerzo por construir un Oriente Medio más sostenible e integrado. Demuestra cómo la mayor normalización y conexión económica de Israel con sus vecinos está teniendo repercusiones positivas y prácticas, incluso mientras seguimos trabajando incansablemente para apoyar una paz justa y duradera entre Isr- los israelíes y los palestinos, dos Estados para dos pueblos.

Ahora, permítanme ser claro: ninguna de estas asociaciones pretende contener a ningún país.  Se trata de una visión positiva de nuestro futuro común.

En lo que respecta a China, quiero ser claro y coherente. Intentamos gestionar de forma responsable la competencia entre nuestros países para que no desemboque en un conflicto. He dicho: “Estamos a favor de la disminución del riesgo, no de la disociación con China”.

Nos opondremos a la agresión y la intimidación y defenderemos las reglas establecidas, desde la libertad de navegación hasta el sobrevuelo y la igualdad de condiciones económicas, que han contribuido a salvaguardar la seguridad y la prosperidad durante décadas.

Pero también estamos dispuestos a colaborar con China en cuestiones en las que el progreso depende de nuestros esfuerzos comunes.

En ningún sitio es esto más crítico que en la aceleración de la crisis climática. Lo vemos por todas partes: olas de calor que baten récords en Estados Unidos y China; incendios forestales que asolan América del Norte y el sur de Europa; un quinto año de sequía en el Cuerno de África; trágicas, trágicas inundaciones en Libia, mi corazón está con el pueblo libio, que han matado a miles, miles de personas.

Juntas, estas instantáneas cuentan una historia urgente de lo que nos espera si no reducimos nuestra dependencia de los combustibles fósiles y empezamos a hacer un mundo a prueba del clima.

Por el día uno – el día uno , mi Administración, Estados Unidos, ha tratado esta crisis como una amenaza existencial desde el momento en que asumimos el cargo, no sólo para nosotros, sino para toda la humanidad.

El año pasado promulgué en Estados Unidos la mayor ley de inversiones jamás realizada en la historia del mundo para combatir la crisis climática y ayudar a la economía mundial a avanzar hacia un futuro de energías limpias.

También estamos trabajando con el Congreso para cuadruplicar nuestra financiación para el clima con el fin de ayudar a los países en desarrollo a alcanzar sus objetivos climáticos y adaptarse a los impactos del clima.

Y este año, el mundo está en camino de cumplir con el fondo climático – el cli- – la promesa de financiación climática que está hecha bajo el Acuerdo de París: 100.000 millones de dólares para recaudar colectivamente. Pero necesitamos más inversiones tanto del sector público como del privado, especialmente en lugares que han contribuido muy poco a las emisiones globales pero que se enfrentan a algunos de los peores efectos del cambio climático, como las islas del Pacífico.

Estados Unidos trabaja directamente con el Foro de las Islas del Pacífico para ayudar a estas naciones a adaptarse y crear resiliencia a los impactos del clima, al tiempo que lideramos el esfuerzo para crear nuevas asociaciones innovadoras que ataquen los desafíos globales desde todos los frentes.

Desde la coalición “First Movers”, que está movilizando miles de millones de la comunidad del sector privado, en compromisos del sector privado para crear una demanda de mercado de productos ecológicos en sectores de alto carbono como el hormigón, el transporte marítimo, la aviación y el transporte por carretera; hasta la Misión de Innovación Agrícola para el Clima, que incorpora a los agricultores a la solución climática y hace que nuestro suministro de alimentos sea más resistente a las perturbaciones climáticas; y el Compromiso Global de Metano, ahora respaldado por más de 150 países, que amplía nuestro enfoque más allá de nuestros objetivos de emisiones de carbono para reducir los potenciales gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera en un 30 por ciento en esta década: Todo está a nuestro alcance.

Necesitamos aportar el mismo compromiso, urgencia y ambición como cuando trabajamos juntos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2030. Estos objetivos se adoptaron en las Naciones Unidas en 2015 como una hoja de ruta para mejorar la vida en todo el mundo.

Pero la dura verdad es que a pesar de décadas de progreso, el mundo ha perdido terreno en los últimos años como consecuencia del COVID-19, los conflictos y otras crisis.

Estados Unidos está comprometido a hacer su parte para que volvamos al buen camino.

En total, en los dos primeros años de mi Administración, Estados Unidos ha invertido más de 100.000 millones de dólares para impulsar el progreso del desarrollo en la mejora de la seguridad alimentaria, la ampliación del acceso a la educación en todo el mundo, el fortalecimiento de los sistemas de salud y la lucha contra las enfermedades. Y hemos ayudado a movilizar miles de millones más en inversiones del sector privado.

Pero para acelerar nuestro avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible, todos tenemos que hacer más. Tenemos que crear nuevas alianzas que cambien la forma de abordar este desafío para desbloquear billones de financiación adicional para el desarrollo, recurriendo a todas las fuentes. Tenemos que cubrir las brechas y abordar los fallos de nuestro sistema actual que la pandemia ha dejado al descubierto.

Tenemos que asegurarnos de que las mujeres y las niñas se beneficien plenamente de nuestro progreso.

También debemos hacer más para hacer frente a la deuda que frena a tantos países de bajos y medianos ingresos. Cuando las naciones se ven obligadas a hacer frente a pagos insostenibles de la deuda por encima de las necesidades de su propia población, les resulta más difícil invertir en su propio futuro.

Y mientras trabajamos juntos para recuperarnos de las conmociones mundiales, Estados Unidos también seguirá siendo el mayor donante comunitario, país donante, de asistencia humanitaria en estos momentos de necesidad sin parangón en el mundo.

Amigos, cooperación, asociación: estas son las claves para avanzar en los desafíos que nos afectan a todos y la base para un liderazgo mundial responsable.

No necesitamos estar de acuerdo en todo para seguir avanzando en cuestiones como el control de armamentos, piedra angular de la seguridad internacional.

Después de más de 50 años de progresos en el marco del Tratado de No Proliferación, Rusia está haciendo añicos acuerdos de larga data sobre control de armamentos, incluyendo el anuncio de la suspensión del Nuevo START y la retirada del Tratado sobre Fuerzas Convencionales en Europa.

Lo considero irresponsable y hace que el mundo entero sea menos seguro.

Estados Unidos va a seguir esforzándose de buena fe por reducir la amenaza de las armas de destrucción masiva y predicar con el ejemplo, independientemente de lo que ocurra en el mundo.

Este año, hemos destruido de forma segura al menos, las últimas municiones químicas del arsenal estadounidense, cumpliendo nuestro compromiso hacia un mundo libre de armas químicas.

Y condenamos las continuas violaciones de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU por parte de la RPDC, pero estamos comprometidos con la diplomacia para lograr la desnuclearización de la península coreana.

Y estamos trabajando con nuestros socios para hacer frente a las actividades desestabilizadoras de Irán que amenazan la seguridad regional y mundial, y seguimos firmes en nuestro compromiso de que Irán nunca debe adquirir un arma nuclear.

Ahora bien, incluso mientras desarrollamos nuestras instituciones e impulsamos nuevas alianzas creativas, permítanme ser claro: ciertos principios de nuestro sistema internacional son sagrados.

La soberanía, la integridad territorial, los derechos humanos son los principios básicos de la Carta de las Naciones Unidas, los pilares de las relaciones pacíficas entre las naciones, sin los cuales no podemos alcanzar ninguno de nuestros objetivos.

Esto no ha cambiado y no debe cambiar.

Sin embargo, por segundo año consecutivo, esta reunión dedicada a la resolución pacífica de conflictos se ve ensombrecida por la sombra de la guerra: una guerra ilegal de conquista, llevada a cabo sin provocación alguna por Rusia contra su vecino, Ucrania.

Como todos los países del mundo, Estados Unidos quiere que esta guerra termine. Ninguna nación quiere que esta guerra termine más que Ucrania.

Y apoyamos firmemente a Ucrania en sus esfuerzos por lograr una resolución diplomática que ofrezca una paz justa y duradera.

Pero Rusia es la única responsable de esta guerra. Sólo Rusia tiene el poder de poner fin a esta guerra inmediatamente. Y es Rusia la única que se interpone en el camino de la paz, porque el precio de Rusia por la paz es la capitulación de Ucrania, el territorio de Ucrania y los niños de Ucrania.

Rusia cree que el mundo se cansará y le permitirá brutalizar a Ucrania sin consecuencias.

Pero yo les pregunto lo siguiente: Si abandonamos los principios básicos de Estados Unidos para apaciguar a un agresor, ¿puede algún Estado miembro de este organismo sentirse seguro de estar protegido? Si permitimos que se seccione a Ucrania, ¿está segura la independencia de cualquier país?

Yo sugeriría respetuosamente que la respuesta es no.

Tenemos que hacer frente a esta agresión descarada hoy y disuadir a otros posibles agresores mañana.

Por eso Estados Unidos, junto con nuestros aliados y socios de todo el mundo, seguirá apoyando al valiente pueblo de Ucrania mientras defiende su soberanía, su integridad territorial y su libertad. (Aplausos).

No es sólo una inversión en el futuro de Ucrania, sino en el futuro de todos los países que buscan un mundo gobernado por normas básicas que se apliquen por igual a todas las naciones y defiendan los derechos de cada nación, por grande o pequeña que sea: soberanía, integridad territorial. Son los cimientos fijos de este noble organismo, y los derechos humanos universales son su estrella polar. No podemos sacrificar ni lo uno ni lo otro.

Hace setenta y cinco años, la Declaración Universal de Derechos Humanos plasmó un notable acto de esperanza colectiva, y repito, esperanza colectiva, redactado por un comité que representaba a diferentes regiones, confesiones y filosofías, y adoptado por toda la Asamblea General. Los derechos contenidos en la declaración son elementales y perdurables.

Y aunque seguimos luchando por defender los derechos iguales e inalienables de todos, siguen siendo siempre firmes y siempre verdaderos.

No podemos dar la espalda a los abusos, ya sea en Xinjiang, Teherán, Darfur o cualquier otro lugar.

Tenemos que seguir trabajando para garantizar que las mujeres y las niñas disfruten de los mismos derechos y de la misma participación en sus sociedades. Que los grupos indígenas; las minorías raciales, étnicas y religiosas; las personas con discapacidad no vean ahogado su potencial por la discriminación sistémica. Que las personas LGBTQI+ no sean perseguidas ni objeto de violencia por ser quienes son.

Estos derechos forman parte de nuestra humanidad compartida. Cuando faltan, cuando faltan en cualquier lugar, su pérdida se siente en todas partes. Son esenciales para el avance del progreso humano que nos une.

Colegas líderes, permítanme concluir con esto. En este punto de inflexión de la historia, se nos juzgará por si cumplimos o no las promesas que nos hemos hecho a nosotros mismos, unos a otros, a los más vulnerables y a todos los que heredarán el mundo que creemos, porque eso es lo que estamos haciendo.

¿Encontraremos en nosotros mismos el valor para hacer lo que hay que hacer para preservar el planeta, proteger la dignidad humana, ofrecer oportunidades a las personas de todo el mundo y defender los principios de las Naciones Unidas?

Sólo puede haber una respuesta a esta pregunta: Debemos hacerlo y lo haremos.

El camino que tenemos por delante es largo y difícil, pero si preservamos… perseveramos y prevalecemos, si mantenemos la fe en nosotros mismos y demostramos lo que es posible.

Hagamos este trabajo juntos. Hagamos progresar a todos. Doblemos el arco de la historia por el bien del mundo, porque está en nuestra mano hacerlo.

Gracias por escucharme.  Son muy amables.