Cómo evitar que los padres disputen por sus hijos y salvaguardar la salud mental de los menores

Construir una relación familiar sana no consiste en evitar el conflicto, sino en aprender a gestionarlo de un modo correcto para que los hijos no sufran las consecuencias

Los niños que viven en entornos familiares donde son habituales las discusiones tienen un elevado riesgo de padecer problemas psicosomáticos. (Foto: DPA).

Las discusiones entre padres e hijos son inevitables, pero se requiere tener cuidado en la forma de aclararlas, porque pueden afectar a la salud mental de los hijos. Por ello, Mercedes Bermejo, directora de Psicólogos Pozuelo y psicóloga experta en psicología infantojuvenil, explica las consecuencias que generan estas disputas, así como algunas pautas que faciliten la resolución del conflicto de forma apropiada.

Consecuencias de las peleas de los padres en los niños

Si las discusiones no se resuelven y el conflicto se intensifica, los niños responden con “temor, preocupación, ansiedad y culpa” dice la terapeuta familiar. Una crisis no resuelta puede generar inestabilidad en el estado psicológico de los más pequeños y afectar a su salud mental, “no solo en su futuro, sino en su infancia y adolescencia”.

Asimismo, los niños que viven en entornos familiares donde son habituales las discusiones tienen un elevado riesgo de padecer problemas psicosomáticos, problemas académicos o de aprendizaje, problemas de ansiedad, estado de ánimo, problemas de conducta, miedos recurrentes, tics, entre otros síntomas.  

“Los menores sufren mucho las peleas de sus padres, porque temen perderles, o que no lo solucionen, y con frecuencia el sentimiento de culpa por falta de una explicación les provoca mucho malestar” informa Bermejo.

Cómo resolver adecuadamente los problemas

1- Resolver el problema cuando los niños no estén presente.

Se recomienda que los asuntos de adultos se hablen entre adultos, sin menores espectadores, y que puedan resolverse, si no es posible a corto plazo, pero que pueda hablarse sobre ello para evitar malos entendidos, malestar, o rencores.

2- La buena comunicación es primordial

Lo más importante es proteger a los más pequeños de situaciones de hostilidad, agresividad o violencia. Ellos necesitan un entorno de paz, afecto y dedicación, así como ser mirados de manera incondicional por sus progenitores o cuidadores primarios, y cuando los padres están pendientes de sus conflictos conyugales no pueden atender bien su rol parental.

3- Cuidar y respetar la infancia

En caso no se pueda gestionar estas situaciones, es importante pedir ayuda o asesoramiento profesional a un psicólogo experto en la materia, todo ello para no exponer a los menores a situaciones que pueden dejar una huella en su salud mental.