Ciencia, filosofía y teología

Por: Alejandro Marco Aurelio Capcha Hidalgo*



Esta noción estricta de ciencia plantea la cuestión de si la filosofía y la teología quedan fuera totalmente del campo científico.



Esta duda se funda, respecto a la filosofía, porque si bien ésta se ocupa de problemas últimos referentes a las realidades de este mundo (de su esencia, causas, origen y fin último) se trata de temas tan abstractos que trascienden lo
real y no son susceptibles del contraste empírico propio de la ciencia estricta.

Respecto a la teología, la cuestión es distinta según se la considere como doctrina revelada o más propiamente como comprensión racional de la fe.

Es obvio que la revelación, en cuanto conocimiento de las cosas divinas revelado por Dios, cae fuera del campo de la ciencia por su origen divino y no humano y por su justificación, que es el mismo Dios que, por definición, todo lo sabe y no puede engañarse ni engañarnos.



En cambio, la teología, como inteligencia o comprensión racional de la fe, se ocupa de una materia que con la revelación ha adquirido una cierta realidad “física”, respecto a cuyo alcance e interpretación se pueden plantear problemas y tratar de solucionarlos racional y críticamente, aunque persista la irrefutabilidad empírica última del contenido de la revelación.

Por todo ello es indudable que exista una distinción entre las ciencias empíricas y la filosofía, y la teología, basada en que las teorías e hipótesis de dichas ciencias son contrastables y refutables empíricamente, pero no las de la filosofía y la teología.

Sin embargo, del mismo modo que no se discute hoy el carácter científico de las ciencias formales : la lógica y las matemáticas, a pesar de que se ocupan no de realidades físicas observables sino de realidades: los números y los conceptos, juicios y razonamientos y de que tampoco tiene vigencia en ellas la prueba empírica de las ciencias reales, sino que esta prueba la encuentran en sí mismas, en la corrección formal de sus operaciones, es decir, en la consistencia de las mismas con las reglas matemáticas y lógicas, tampoco se debe discutir el de la filosofía y la teología positiva.


Ambas se ocupan de problemas que tienen una manifestación empírica según se ha indicado y aunque estos problemas no sean contrastables ni refutables empíricamente en último término, sin embargo, como subraya, k. r. Popper, en el año 83. ” si consideramos una teoría como una solución propuesta a un conjunto de problemas, entonces la teoría se presta inmediatamente a la discusión crítica, aunque no sea empírica ni refutable. pues en tal caso podemos plantear cuestiones tales como: ¿resuelve el problema?, ¿es simple la solución?, ¿es fecunda?, ¿contradice a otras teorías filosóficas que son necesarias para resolver otros problemas?”.



Por ejemplo, tanto la misma existencia de Dios como su inexistencia no son contrastables ni refutables empíricamente; sin embargo, sí se pueden discutir racionalmente ambos supuestos y discernir cuál de ellos es más razonable. a este respecto, h. kung en su obra la existencia de Dios (ed. Guadarrama) demuestra que el mundo y el hombre encuentran su explicación última en la existencia de Dios, sin la cual su única justificación es la no explicación o el absurdo.

En conclusión, la ciencia y la filosofía y también la teología positiva, no son “comportamientos impermeables” (Bunge). la primera, si se prolonga el análisis científico, desemboca en la filosofía, y ésta, por otra parte, se encuentra incluso en los cimientos del edificio científico. inversamente, no hay nada en la filosofía y en la teología positiva que se oponga a la aplicación en ellas, en cuanto sea posible, del método científico. en la actualidad, cada vez son más frecuentes las incursiones de los científicos en la filosofía, conscientes o inconscientes. a este respecto i. prigugine e i. stengers (1983, 276) abogan por que el carácter sustancialmente abierto de la ciencia sea reconocido y porque la fecundidad de las comunicaciones entre interrogaciones científicas y filosóficas, deje de verse frustrada por separaciones, o destruida por enfrentamiento
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*Periodista: Reg.-4654-