Ataques de pánico: cuáles son las causas y los síntomas de estos episodios

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos de ansiedad están asociados a “un miedo y una preocupación excesivos”

La combinación entre el estrés y los factores psicológicos y biológicos puede generar vulnerabilidad a los ataques de pánico. (Foto: Getty)

Los trastornos de pánico se producen cuando una persona presenta uno o más episodios de miedo intenso y repentino —ataques de pánico—, junto a ansiedad persistente por la recurrencia de estos ataques o por la manera en la cual pueden repercutir en su vida cotidiana.

Algunos de los signos físicos y cognitivos que pueden identificarse en un episodio de pánico son palpitaciones, sudoración, temblores, dificultad para respirar, sensaciones de ahogo o asfixia, mareos, inestabilidad, sensación de desmayo, escalofríos o sensaciones de calor, miedo de perder el control y de morir.

Los ataques de pánico suelen alcanzar rápidamente un punto máximo de intensidad y luego, a los 10 o 30 minutos, disminuyen. Cabe señalar que la recurrencia de los mismos no necesariamente determina que la persona desarrollará un trastorno de pánico. Esto último sucede cuando el ataque se manifiesta en momentos en los cuales no hay un motivo real ante el cual se deba sentir miedo.

En ese sentido, la licenciada Delfina Ailán (MN 75326), integrante del Departamento de Psicoterapia Cognitiva de INECO, explicó: “El principal propósito del pánico es protegernos del peligro. Es nuestro mecanismo de supervivencia e implica cambios físicos en nuestro cuerpo, pero las personas que presentan ataques de pánico tienen miedo a dichos síntomas físicos. En este sentido, los ataques de pánico representan ansiedad por el miedo”.

La combinación entre el estrés y los factores psicológicos y biológicos puede generar vulnerabilidad a los ataques de pánico. Justamente en relación al estrés, se considera que puede aumentar los niveles generales de tensión física y disminuir la confianza de la persona para afrontar la vida.

De esa manera, incluso pequeños hechos cotidianos, pueden tornarse más difíciles de manejar. Además, lidiar con diversas tensiones negativas puede provocar que el mundo se perciba como un lugar amenazante o peligroso.

Con respecto a los factores psicológicos, las personas con vulnerabilidad al pánico presentan determinadas creencias o pensamientos acerca de la peligrosidad de los síntomas físicos. Por ejemplo, alguien puede temer que el hecho de que sienta el corazón acelerado o tenga dificultades para respirar signifique la presencia de una enfermedad o que tenga un impacto significativo y grave en su vida.

En cuanto a los factores biológicos, hay algunos de ellos que pueden ser transmitidos a través de los genes, pudiendo llevar a ciertas personas a heredar la tendencia a experimentar emociones negativas. Esto aumenta las probabilidades de sufrir de un ataque o trastorno de pánico, aunque no lo garantiza. Asimismo, es importante recordar que estos elementos interactúan con factores psicológicos y ambientales.