La existencia de tratamientos no convencionales en medicina, son considerados como opciones complementarias a la vía oficial aceptada en círculos académicos. Al igual que en otras áreas como la política, la justicia y la religión, la medicina oficial también está siendo cuestionada.
La desconfianza y el cuestionamiento hacia las posturas oficiales surgen debido a la rigidez y el absolutismo de quienes controlan los organismos e instituciones que fundamentan dichas directrices. Durante la pandemia, se destacan las aseveraciones basadas en cálculos matemáticos que demostraron su fracaso en el pasado, así como características anticientíficas.
Algunos antecedentes como en el campo de la salud, no solo hay tratamientos que prometen curas milagrosas, sino también compuestos o procedimientos que están en estudio pero aún no han superado todas las pruebas necesarias. Casos en los que se utilizan tratamientos con cierta experiencia en una enfermedad, pero se aplican rápidamente a otras condiciones.
Otro de los últimos casos son las terapias antienvejecimiento y de “potenciación” cognitiva, sexual y vital. Estas terapias, que son consideradas como alternativas o no convencionales, carecen de una explicación clara sobre su mecanismo de acción, pero se promocionan teóricamente a través de testimonios individuales o recomendaciones informales. Su atractivo radica en términos amplios y sugerentes que pueden aplicarse a cualquier condición, como “regenerativo” o “potenciador”.
Finalmente cabe resaltar la importancia de no creer en milagros, especialmente en situaciones difíciles, a menos que estén relacionados con la fe. Los tratamientos médicos requieren un diagnóstico médico adecuado para desarrollar una estrategia ética y apropiada. La medicina no puede garantizar soluciones definitivas, pero sí cumplir con principios éticos y científicos basados en el estado actual del conocimiento médico.
