Más de 122 millones de personas se sumaron a las filas del hambre a partir de 2019

© PMA/Eloge Mbaihondoum Una familia sudanesa se refugia en un punto de entrada de refugiados cerca de la frontera de Chad con Sudán.

Un informe interagencial de las Naciones Unidas atribuye el aumento de hambrientos a las múltiples crisis que han asolado al mundo en los últimos años.  La ONU aboga por la transformación de los sistemas agroalimentarios y pide elaborar políticas que tengan en cuenta la tendencia mundial de la urbanización, ya que, se prevé que siete de cada diez personas vivan en las ciudades en 2050. 

Actualmente hay en el mundo unos 735 millones de personas que padecen hambre, en 2019 eran 613 millones los que sufrían ese flagelo. Esto significa un  aumento de 122 millones de personas en los últimos cuatro años, según la última edición del informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, publicado este miércoles de forma conjunta por cinco organismos de las Naciones Unidas. El documento cita la pandemia, las perturbaciones relacionadas con el clima y los conflictos, incluida la guerra en Ucrania, como principales causas.

El estudio elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), advierte que si no cambian estas tendencias, el Objetivo 2 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, referente a poner fin al hambre, no se podrá alcanzar. 

Una llamada de atención para reforzar la lucha

Los organismos advierten que, si bien las cifras mundiales del hambre se han mantenido relativamente estables entre 2021 y 2022, hay muchos lugares del mundo que se enfrentan a crisis alimentarias cada vez más graves. 

En 2022 se observaron progresos en la reducción del hambre en Asia y América Latina, pero el hambre siguió aumentando en Asia occidental, en el Caribe y en todas las regiones de África

El continente africano sigue siendo el más afectado, con una de cada cinco personas  pasando hambre, más del doble de la media mundial. 

“Algunas regiones están en vías de cumplir ciertas metas nutricionales para 2030. Sin embargo, necesitamos un esfuerzo mundial inmediato para rescatar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Debemos fomentar la resiliencia frente a las crisis y perturbaciones que causan inseguridad alimentaria, desde los conflictos hasta el clima”, señaló el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en un mensaje durante la presentación del informe.

“Se prevé que casi 600 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030. Los principales factores de inseguridad alimentaria y malnutrición son la nueva normalidad y no tenemos otra opción más que redoblar nuestros esfuerzos para transformar los sistemas agroalimentarios y aprovecharlos para alcanzar las metas”, señalaron los jefes de los cinco organismos que elaboraron el informe.

Sin acceso a una dieta saludable

Los organismos advierten que la situación de la seguridad alimentaria y la nutrición siguió siendo desalentadora en 2022, cuando alrededor del 29,6% de la población mundial, es decir 2400 millones de personas, no tenía acceso constante a los alimentos

Entre ellas, unos 900 millones de personas se enfrentaban a una situación de inseguridad alimentaria grave. Entretanto, la capacidad de las personas para acceder a dietas saludables se ha deteriorado en todo el mundo: más de 3100 millones a nivel global, esto es, el 42 % de la población mundial, no podían permitirse una dieta saludable en 2021. La cifra representa un incremento  de 134 millones de personas en comparación con 2019. 

En cuanto a la infancia, en 2022, 148 millones de niños menores de cinco años (22,3 %) sufrían retraso del crecimiento, 45 millones (6,8 %), emaciación y 37 millones (5,6 %), sobrepeso. 

La urbanización está cambiando los sistemas agroalimentarios

Las proyecciones indican que para 2050 casi siete de cada diez personas vivirán en las ciudades, por lo que los gobiernos y otros organismos que trabajan para combatir el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición deben dilucidar cómo impacta los sistemas agroalimentarios el aumento de la urbanización y  y formular sus políticas a partir de ahí. 

En este sentido, los organismos de la ONU abogan por analizar el grado de conectividad del corredor rural-urbano, más allá de la división tradicional entre el campo y la ciudad y el campo. Así, el informe constata que las compras de alimentos son significativas no solo en los hogares rurales y urbanos, sino también a lo largo de este corredor. 

Por otra parte, continúan las desigualdades en relación con entorno rural-urbano. El hambre afecta más a las personas que viven en el campo. En concreto, la inseguridad alimentaria moderada o grave afectó al 33% de los adultos que viven en las zonas rurales, en comparación con el 26% de los que viven en las zonas urbanas.

La malnutrición infantil muestra la misma tendencia: la prevalencia del retraso del crecimiento en niños es mayor en las zonas rurales (35,8 %) que en las zonas urbanas (22,4 %), mientras que la emaciación afecta a un 10,5 % de niños en el campo y a un 7,7 % en la ciudad.