Aunque la radiación puede tener aplicaciones beneficiosas en campos como la medicina y la energía, es importante comprender cuándo la exposición a la radiación se vuelve peligrosa y las posibles consecuencias que puede tener para nuestra salud.
Radiación ionizante y no ionizante
La radiación se puede clasificar en dos categorías principales: ionizante y no ionizante. La radiación ionizante tiene suficiente energía para liberar electrones de los átomos y moléculas con los que interactúa, lo que puede dañar el ADN y otras estructuras celulares. Esta forma de radiación incluye los rayos X, los rayos gamma y las partículas alfa y beta.
Por otro lado, la radiación no ionizante tiene menos energía y no puede causar daño directo al ADN, como los campos electromagnéticos generados por dispositivos electrónicos y las ondas de radio.
Límites de exposición y dosis seguras
Los organismos internacionales han establecido límites de exposición a la radiación ionizante para proteger la salud humana. Estos límites varían según el tipo de exposición y la ocupación. Por ejemplo, para el público en general, la dosis anual recomendada de radiación ionizante es de alrededor de 1 millisievert (mSv). Sin embargo, para los trabajadores expuestos a radiación en entornos controlados, los límites son más altos debido a la naturaleza de su trabajo.
Efectos agudos y crónicos de la exposición a la radiación
La exposición aguda a niveles altos de radiación puede tener efectos inmediatos y graves, como quemaduras, síndrome de radiación aguda y daño a los órganos internos. Estos efectos dependen de la dosis recibida y la duración de la exposición.
Por otro lado, la exposición crónica a niveles bajos de radiación ionizante puede aumentar el riesgo de cáncer a largo plazo, ya que el daño acumulativo en el ADN puede alterar el funcionamiento normal de las células y provocar mutaciones.
Protección y seguridad radiológica
Para minimizar los riesgos asociados con la exposición a la radiación, se implementan medidas de protección y seguridad radiológica en entornos donde la radiación es una preocupación, como hospitales, centrales nucleares y laboratorios. Estas medidas incluyen el uso de blindajes y equipos de protección personal, la limitación del tiempo de exposición, el distanciamiento de las fuentes de radiación y la monitorización regular de la dosis de radiación recibida.
Es importante destacar que la exposición a la radiación en dosis bajas y controladas, como en procedimientos médicos de diagnóstico por imágenes, generalmente no tiene consecuencias significativas para la salud y los beneficios superan los riesgos. No obstante, es esencial seguir las recomendaciones y pautas de seguridad establecidas por los expertos en radiología.