Científica peruana analizó la calidad del ecosistema marino de una bahía en China

Rebeca Montero participó en la investigación que hizo Ocean University of China, desde 2018 a 2022, en Jiaozhou Bay.

En la investigación se halló una gran cantidad de Micronephthys oligobranchia, una especie que indica cierta alteración del ecosistema. (Foto: AFP)

La investigadora peruana Rebeca Montero Taboada participó en un proyecto cuyo objetivo era realizar una evaluación de estos organismos y su estado ecológico en la bahía de Jiaozhou, ubicada en la costa norte de China.

“Jiaozhou es un puerto muy importante debido a las actividades económicas. Son actividades humanas muy fuertes que impactan, como la industria del petróleo, el tránsito de barcos y actividades de acuicultura. También, al estar cerca de la ciudad, hay mucha contaminación por los afluentes de ríos en los que se descargan los desagües de la ciudad e industrias”, señala la bióloga marina.

Cabe señalar que una bahía semicerrada no tiene gran intercambio de aguas con el Mar Amarillo. Por lo tanto, se podría esperar que su biodiversidad se vea profundamente afectada. Sin embargo, los resultados fueron contradictorios.

Hallazgos contradictorios sorprenden a investigadores

En primer lugar, a nivel estructura, se encontró que los macrobentos de la bahía están compuestos, principalmente, por anélidos poliquetos. Es decir, animales invertebrados parecidos a las lombrices de tierra.

“Muchas especies sirven como indicadores de la calidad de salud de un ecosistema. Fue interesante encontrar que había una mayor abundancia de estos organismos en comparación con otros bentos, como cangrejos y bivalvos”, afirma Montero.

Por otro lado, se halló una gran cantidad de Micronephthys oligobranchia, una especie que indica cierta alteración del ecosistema. Estos resultados contradicen los hallazgos previos, que encontraron mayor cantidad de almejas de Manila, que son usadas en la acuicultura.

“Sin embargo, al hacer más análisis con curvas de abundancia y biomasa, se encontró que la mayoría de sitios muestreados no estaban perturbados. Eran resultados un poco contradictorios”, asegura.

En tercer lugar, a nivel de distribución de macrobentos, se halló una clara división entre las zonas muestreadas al norte y al sur de la bahía.

“Las bahías que estaban al norte se agrupaban entre sí, en comparación con las bahías que estaban al sur. Para la diversidad de especies, la estructura comunitaria era afectada por cinco variables ambientales: la profundidad del agua; la clorofila A; los pigmentos A; el tipo de sustrato, barro o arenoso; y la biomasa de los bentos”.

Variaciones en índices para medir la calidad ambiental

Los índices AMBI y M-AMBI son herramientas utilizadas en la ecología marina para evaluar la calidad ambiental y el estado ecológico de los ecosistemas bentónicos.

Aplicados a este estudio, se encontró, con el primer índice citado, una perturbación en la bahía en todos los sitios muestreados, excepto en una parte exterior cercana al Mar Amarillo. Pero el M-AMBI revelaba un buen estado de la bahía. Nuevamente, son hallazgos contradictorios.

“Ha habido reportes, anteriormente, de que las ostras ayudan a mejorar la salud de los ecosistemas marinos porque son organismos filtradores que contribuyen a la calidad del agua y, además, tienen diferentes roles a nivel ecológico”.

Para este caso, en el punto muestreado J3, se encontró que la biodiversidad no estaba siendo impactada, a pesar de estar bajo los efectos de la almeja de Manila.

“Cuando veías la diversidad era algo engañoso: no veías una baja biodiversidad. Eso quiere decir que el ecosistema está bien; sin embargo, al analizar más profundamente, la mayor cantidad de especies eran poliquetos, y lo que podría estar sucediendo es que estas especies están remplazando a especies que normalmente habitaban en ese ecosistema”, advierte.