Sorprendente: Enviado de la ONU para el Sáhara recibido en Tinduf por niños soldados saharauis

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La presencia de niños soldados de los separatistas del frente Polisario durante la visita del enviado personal del secretario general de las Naciones Unidas, Staffan De Mistura, a los campamentos de Tinduf, situados en el sur de Argelia, suscita la indignación y el rechazo de varios observadores y actores políticos y civiles a nivel internacional.

El diplomático italiano Staffan De Mistura fue testigo de la presencia de estos niños soldados de la milicia separatista, en total violación de los Derechos del Niño. Su visita a Tinduf es la segunda etapa de su primera gira por la región desde su nombramiento en noviembre del año pasado.  

La militarización de los niños con la autorización de Argelia es un hábito tan común para la milicia del Polisario que el enviado personal del SG de la ONU para el Sáhara fue recibido en Tinduf por algunos de estos pequeños soldados uniformados, cómo se puede apreciar en las fotos. En sus prácticas criminales, los líderes del Polisario no dudan en reclutar, adoctrinar, adiestrar y explotar a estos niños con fines de guerra o cómo escudo humano, actos propios de organizaciones terroristas como Daesh y al Qaeda.

Marruecos ya había denunciado en varias ocasiones y ante diversas instancias internacionales las violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos en estos campos de concentración a cielo abierto, así como el reclutamiento de estos niños que están sujetos a un nivel extremo de violencia, lejos de sus familias y sin ninguna posibilidad de recibir educación.

Por ello, la comunidad internacional debe tomarse en serio y reaccionar ante el uso de los niños soldados que estuvieron presentes durante esta visita y que estuvieron postrados bajo el sol durante todo el día. El derecho internacional prohíbe estrictamente el reclutamiento y la militarización de niños en conflictos armados y el alistamiento de niños de cierta edad es considerado un crimen de guerra.

Staffan de Mistura debe asumir su responsabilidad en su calidad de enviado personal del secretario general de una organización internacional que hace de la ética y de la moralidad sus principales valores.

Descuidarlo o negarlo sería respaldar, avalar y apoyar la militarización de estos pequeños niños, acto que las Naciones Unidas que representa considera un crimen de lesa humanidad.

La foto que ilustra este artículo no requiere ningún comentario. Varios niños soldados uniformados están sentados a lo largo de la ruta de De Mistura. Uno de ellos incluso acompañó al comité de bienvenida que recibió al Enviado Personal en Tinduf.

Estas vulneraciones se materializan en trabajos forzados, abusos sexuales, reclutamiento para el servicio militar, ruptura de su identidad entre otras formas, que afectan a su crecimiento físico y psicológico, agregándole el adoctrinamiento al odio, la violencia y la guerra.

Engañosamente llamados refugiados, la población de los campos de Tinduf, situados en el suelo argelino, no tienen ninguna protección humanitaria internacional porque el país que los acoge no permite al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, que registre y lleve un censo de estas poblaciones. la militarización de estos campamentos se hace en violación flagrante de las obligaciones internacionales que estipulan que los países de acogida asumen la responsabilidad de garantizar el carácter humanitario del asilo.

Ante esta situación dramática, la comunidad internacional debe emprender las gestiones necesarias para que ACNUR pueda censar a la población de los campamentos de Tinduf, de acuerdo con sus obligaciones estatutarias, el derecho internacional humanitario y las resoluciones del Consejo de Seguridad desde 2011.

Amnistía Internacional, Human Rights Watch y otras organizaciones internacionales y mecanismos de la ONU publicaron informes que revelan las violaciones masivas y sistemáticas de los derechos humanos en estos campamentos y reafirman la responsabilidad directa de Argelia.

A la vista de ello, Marruecos llamó reiteradamente a la comunidad internacional para que pida a Argelia, que deje de enviar a los niños de Tinduf a los campamentos de entrenamiento militar y que les permita incorporarse a las escuelas que la UNICEF y las ONG internacionales están financiando en los campamentos de Tinduf.

El drama de estos niños reclutados forzosamente por las milicias del polisario ha quedado, una vez más, al descubierto ante la comunidad internacional.

¿Cómo puede el Perú cómo Estado parte de la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño y su Protocolo Facultativo sobre la participación de niños en los conflictos armados, seguir reconociendo la banda criminal del polisario que viola sistemáticamente y con total impunidad los derechos del Niño de tal manera descarada? ¿No es éste el momento adecuado para retirar este reconocimiento fuera de contexto y contracorriente?

Ante la pasividad de la Cancillería, lo más conveniente sería que la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República se pronuncie sobre el escándalo del reclutamiento y militarización de los niños en los campos de Tinduf, en Argelia, y solicite a cancillería, una vez más, las explicaciones y las razones del restablecimiento de relaciones diplomáticas con un grupo separatista que no duda en usar a los seres más vulnerables cómo escudos humanos.