El derrumbe del “Doc” en “Caiga quien Caiga”

Caiga quien Caiga nos muestra una mirada menos compleja y un poco más entendible de los últimos momentos de la dictadura fujimorista y las oscuras mañas que el ex asesor presidencial y padre de la corrupción, Vladimiro Montesinos Torres, realizó para evitar su caída pero que al final terminó compartiendo prisión con el sanguinario líder terrorista Abimael Guzmán.

Miguel Iza en la piel de Montesinos. FOTO: Composición FPP

El jueves último se estrenó en todas las salas de cine a nivel nacional la cinta peruana “Caiga quien Caiga”, basada en el best seller del mismo nombre escrito por el ex procurador anticorrupción, José Ugaz, y cuya trama se centra en los últimos días de libertad del ex asesor presidencial, Vladimiro Montesinos, y cómo con su captura se logró al mismo tiempo desmoronar el régimen fujimorista a raíz de la difusión del primer vladivideo. El largometraje estuvo bajo la dirección del cineasta Eduardo Guilliot, y protagonizado por Miguel Iza y Eduardo Camino, quienes interpretaron a Vladimiro Montesinos y José Ugaz respectivamente. Así como otros rostros ya conocidos en la industria nacional.

Previo a su estreno, Caiga quien Caiga logró ser el punto de atención de diversos medios locales gracias a la aparición, o mejor dicho, la preocupación, de dos personajes retratados en la cinta. La presentadora de TV, Laura Bozzo, quien desde México, pais donde radica, mostró su indignación al saber que iba a tener participación en el filme, y avisó con tomar acciones legales si la frase “Que pase el desgraciado”, la cual la atribuye como suya, fuese utilizada. Algo similar hizo Vladimiro Montesinos, el hoy reo de la Base Naval incluso envió una carta al director de la cinta aduciendo que esta afecta su “buena imagen” al mostrar su lado más oscuro y muy poco conocido. Aún así, Caiga quien Caiga debutó en el cine y acaparó la demanda en su primer día de estreno.

Las expectativas debido al tema tan controversial y popular que durante más de una década se ha hablado –y se sigue hablando-, fueron muy grandes. La película aterriza en un contexto en los que el nivel de corrupción y podredumbre moral está a flote, y en donde es fundamental y necesario conocer cuáles son los pininos y los antecedentes de este flagelo. Es por esto que Caiga quien Caiga surgió como una opción propicia para comprender esa parte de la historia, y de cómo la corrupción perforó la estabilidad y el honor de un pais que venía de ser golpeado por la salvajada terrorista.

Si bien la película transcurre en los difíciles momentos que tuvo que pasar José Ugaz desde el instante en que le es asignada la misión de atrapar a Montesinos antes de que este fugue al extranjero, no ahonda ni profundiza ni deja ver el conflicto entre ambos personajes. Por un lado, se ve a un Miguel Iza empeñado por retratar lo mejor posible, desde el aspecto visual, a Montesinos. Los gestos, la parada, el tono de voz y hasta el lado más íntimo que pocos conocían de este, convierte su performance como el mejor de todos en la cinta. Mientras que por el otro, se observa el no tan duro pero si un tanto arriesgado proceso que Eduardo Camino logra traspasar, pero que al final estos dos nunca llegan a enfrentarse ni a tener un climax dentro de la historia, salvo en la penúltima escena en donde al fin se ven las caras pero que la situación de uno es más favorable que la del otro.

Es común ver en las cintas nacionales escenas sexuales que, en algunas de ellas, encajan perfectamente con el guion de la película, pero que en otras –como en esta-  simplemente son innecesarias. En Caiga quien Caiga, Montesinos es retratado, además de un hombre desesperado por refugio, como uno que no le bastaba con ser el más poderoso del pais, sino que también era un amante del sexo, y que por cierto –según la cinta- disfrutaba tanto al practicarlo como al verlo. Un voyeur. Tanto Jackie Beltrán, interpretada por Kukuli Morante, como Matilde Pinchi Pinchi, caracterizada por Jackie Vásquez, son -según el filme- las mujeres imprescindibles de un Montesinos preocupado por su futuro pero que encuentra en ellas una alternativa placentera y relajante a su crisis.

Por su parte, la dirección de cámara y las tomas aéreas no favorecen con el tema en el que se centra. En algunas de ellas, en donde se ve al “Doc” pedirle asilo político a un funcionario del gobierno panameño, el primer plano se ve algo tosco y mal elaborado, para ser sincero, esperaba la fotografía como uno de sus principales atractivos, pero lamentablemente no fue así.

En resumen, Caiga quien Caiga nos muestra una mirada menos compleja y un poco más entendible de los últimos momentos de la dictadura fujimorista y lo que ocasionó la caída de uno de sus precursores, Vladimiro Montesinos Torres. Los invito a verla.

F. O. B