Rinden homenaje a Libertados Simón Bolívar

"Se ha pretendido construir una suerte de antítesis, recelo y enemistad entre Bolívar y San Martín"

Organizado por la Embajada de Venezuela y con la participación del cuerpo diplomático, congresistas e intelectuales, se realizó un acto solemne de colocación de ofrendas florales ante la estatua del Libertador Simón Bolívar por el 239° aniversario de su natalicio.

El embajador venezolano, Alexander Yáñez, destacó la grandeza de Bolívar como libertador continental, incluyendo al pueblo del Perú. Resaltó asimismo la vigencia de sus ideales y la lucha por la Patria Grande como una tarea necesaria para nuestros pueblos.

Asimismo, se refirió a las traiciones y campañas difamatorias que en vida empañaron la relación de Bolívar con el Perú y los posteriores intentos de manipular la historia por parte de sectores que, doscientos años después, siguen viendo en la figura del Libertador y en la posibilidad de una real independencia “una amenaza a sus intereses particulares”.

Por ser de interés oublicamos el discurso del embajador Yáñez:

BOLÍVAR Y EL PERÚ

“La Historia la hacen los hombres poseídos por una sublime esperanza e iluminados por una creencia superior”

José Carlos Mariátegui

“Él vivía en otro siglo fuera del suyo. Sí, él no era del diecinueve. Sí, él no hizo otra cosa que dar; vivía en otro mundo muy fuera del suyo. No hizo nada, nada para él.”

Manuela Sáenz

Diario de Paita

“¡Credo en la Libertad, Madre de América,

creadora de mares dulces en la tierra,

y en Bolívar, su hijo, Señor Nuestro

que nació en Venezuela, padeció

bajo el poder español, fue combatido,

sintióse muerto sobre el Chimborazo,

resucitó a la voz de Colombia,

tocó al Eterno con sus manos

y está parado junto a Dios!

¡No nos juzgues, Bolívar, antes del día último,

porque creemos en la comunión de los hombres

que comulgan con el pueblo, sólo el pueblo

hace libres a los hombres, proclamamos

guerra a muerte y sin perdón a los tiranos

creemos en la resurrección de los héroes

y en la vida perdurable de los que como Tú,

Libertador, no mueren, cierran los ojos y se quedan velando”.

Miguel Ángel Asturias

“Yo conocí a Bolívar una mañana larga,

en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,

Padre, le dije, eres o no eres o quién eres?

Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:

“Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”

Pablo Neruda

“Y subiendo a la cima del Ande,

asomado al fulgor infinito

coronado de luz lanza un grito

que resuena doquier ¡Libertad!

Ruben Darío

“Himno al Libertador Simón Bolívar”

“Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y haz de banderas a los pies, así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejo hecho, sin hacer está hasta hoy, porque Bolívar tiene que hacer en América todavía.

José Martí

“Quiso Dios de salvajes formar un gran imperio y creó a Manco Cápac; pecó su raza y lanzó a Pizarro. Después de tres siglos de expiaciones ha tenido piedad de la América y os ha creado a vos. Sois pues, el hombre de un designio providencial. Nada de lo hecho hasta ahora se asemeja a lo que habéis hecho, y para que alguno pueda imitaros será preciso que haya un mundo por libertar. Habéis fundado tres repúblicas que en el inmenso desarrollo a que están llamadas, elevan vuestra estatua a donde ninguna ha llegado. Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece el tiempo con el transcurrir los siglos y así como crece la sombra cuando el sol declina”.

José Domingo Choquehuanca.

El 1° de septiembre de 2023 se cumplirán 200 años de la llegada de El Libertador Simón Bolívar al Perú, siendo el histórico Puerto de El Callao el lugar donde por primera vez en tierras incas el héroe de América posa su bota libertadora en el año 1823. Su llegada fue un acontecimiento apoteósico sin precedentes pues convocó a todos los sectores políticos, comerciales, sociales y militares de la época, todos esperanzados en que la autoridad y el prestigio de Bolívar resolviera la caótica y casi anárquica situación del Perú, luego de la renuncia de su Protector, el General José de San Martín, por las rencillas y traiciones entre facciones políticas que se disputaban el poder y que incluso condujeron a la destrucción del disciplinado ejército que él había construido.

Cuando El Libertador llega al Perú, las circunstancias eran absolutamente adversas a la causa de la independencia. Bolívar, excelso estratega militar y visionario político, sabía que la garantía de la independencia de Colombia y América pasaba por la derrota del principal bastión del poder político, militar y económico de los españoles: el Virreinato del Perú. Si bien es cierto que el General San Martín había declarado la independencia el 28 de julio de 1821, no fue sino hasta las victorias de Junín, el 6 de agosto, y de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, que se sella tal independencia y se cierra uno de los capítulos más heroicos de la historia nuestroamericana: la Campaña del Sur conducida por Bolívar.

Así lo refería El Libertador en su mensaje al pueblo peruano, publicado el 22 de diciembre de 1824 en la Gaceta Extraordinaria del Gobierno de Lima:

“Peruanos: El Ejército Libertador a las órdenes del intrépido y experto general Sucre ha terminado la guerra del Perú y aún del continente americano por la más gloriosa victoria de cuantas han obtenido las armas del Nuevo Mundo. Así, el ejército ha llenado la promesa que a su nombre os hice, de completar en este año la libertad del Perú.

…Peruanos: La paz ha sucedido a la guerra: la unión a la discordia: el orden a la anarquía y la dicha al infortunio: pero no olvidéis jamás, os ruego, que a los ínclitos vencedores de Ayacucho lo debéis todo…”

La Campaña del Sur no sólo fue un reto a la voluntad inquebrantable de Bolívar sino un desafío a su genio militar y político. El Libertador debió enfrentar desconfianzas, disensiones, traiciones, conspiraciones, saboteos y hasta amenazas de muerte por parte de sectores que aspiraban hacerse del poder y que veían en Bolívar una amenaza a sus intereses particulares y en la independencia un factor poco prioritario y en muchos casos inconveniente.

Ejemplo de ello fueron las traiciones del depuesto presidente José de la Riva Agüero, quien conspiraba desde Trujillo contra la independencia al oponerse al Congreso y a la vez negociar con los españoles un acuerdo político que contemplaba la expulsión de Bolívar del Perú; y la del presidente José Bernardo de Tagle, junto a su Ministro José de Berindoaga, que se pasan al bando español cuando las circunstancias políticas y militares internas exigían un nivel de autoridad, definición y decisión que desafortunadamente no exhibieron, aunado al creciente convencimiento y confianza del Congreso en Bolívar como el único capaz de conducir exitosamente los asuntos políticos y militares para salvar la República de las precarias condiciones en las que se hallaba. Es así que el 10 de febrero de 1824, el Congreso le otorga, muy a pesar del Libertador, los Poderes Directoriales del Perú.

Con el propósito de enfrentar la guerra, evitar la anarquía y lograr la estabilidad económica en el Perú, El Libertador debió entonces asumir difíciles y necesarias decisiones que le ganaron profunda admiración entre la población y autoridades, pero también agudas críticas y cuestionamientos a su gestión política y militar. Muchas de ellas, hay que decirlo, infundadas y más bien producto de los celos y de su condición de extranjero al mando supremo de la República. Ya lo explicó un protagonista de excepción de la vida de Bolívar y de sus campañas militares, el General Daniel Florencio O´leary:

“Cuando la gloria de un hombre es tan eminente que priva a los más ambiciosos entre sus compatriotas de la esperanza de rivalizarle, se empeñan luego en rebajarle a su nivel, en negarle sus méritos, en destruir su influencia y en hacerle objeto de sospechas, imputándole miras interesadas por más patrióticas que sean las que abrigue. Tal fue la suerte de Bolívar”.”

En ese orden de ideas, algunos historiadores (pocos la verdad) se hacen eco de esas críticas y atribuyen, los unos por error y los otros por interés, la responsabilidad de la división del territorio peruano a Bolívar, específicamente la cuestión de Guayaquil y del Alto Perú; el presunto asesinato de su más insigne colaborador y magistrado José Faustino Sánchez Carrión; el fusilamiento del conjurado Juan de Berindoaga y la supuesta ausencia de Bolívar en la Batalla de Junín, entre otras especies.

Adicionalmente y a la luz de los resultados de la entrevista de Guayaquil -el 26 de julio de 1822- se ha pretendido construir una suerte de antítesis, recelo y enemistad entre Bolívar y San Martín. Según esta insubsistente tesis, El Libertador sería un hombre mezquino, manipulador y ambicioso, mientras que por el contrario el Protector sería desprendido, noble, y puro. Nada más alejado de la realidad, pues por un lado, entre los dos egregios hombres existía una profunda admiración y respeto, al punto que cada uno tenía un retrato del otro en su residencia, y por el otro, ambos eran prohombres, patriotas y probos en los asuntos de la política y de la guerra. Hecho que no priva, sin embargo, que hayan tomado complejas decisiones bajo las circunstancias extremas de su tiempo, tal como refería José Martí en relación a Bolívar, pero que sin duda puede extenderse a San Martín:

“En calma no se puede hablar de aquel que no vivió jamás en ella”

El propósito, en unos más que en otros, de quienes promueven estas ficciones antihistóricas, es no sólo desconocer el rol indiscutible y decisivo de Bolívar en la realización efectiva de la independencia peruana sino inocular en el imaginario colectivo el antibolivarianismo al extremo de incluso pretender presentarlo como enemigo del Perú.

Considerando que el Perú transita el bicentenario de su historia republicana, y se aproxima al período bolivariano de dicho proceso (1823-1826) sobreviene fundamental desplegar el más amplio debate sobre esta coyuntura fundamental de la historia de la América. Resulta necesario dejar en evidencia las antihistóricas tesis contra Bolívar y otorgar el lugar que cada uno de los líderes que condujeron las distintas etapas del proceso independentista en el Perú se merecen. En ese sentido Gabriela Mistral nos ofrece un camino, una metodología para este propósito… Refiriéndose a Bolívar dijo:

“Hagámosle criatura cotidiana mejor que nombre de aniversario, vivámosle en la permanencia y no sólo en las lentas puntadas de los centenarios.

Vivámosle en continuidad como se vive una ley; pongámonos a tenerlo por paisaje nuestro, hasta que nos corra por la sangre hecho la masa de nuestra sangre”.

Termino citando al intelectual y poeta venezolano, Gustavo Pereira, en su discurso de orden en el Capitolio venezolano el día de ayer 24 de julio:

“En enero de 1830, ante las adjudicaciones calumniosas y los vituperios difundidos por los enemigos de su antiguo alumno, Simón Rodríguez, publica en Arequipa su conocido “En Defensa de Bolívar”. En una de las reflexiones finales de su texto escribía:

“El medio entre los extremos es siempre difícil de guardar… el medio que dicta en todos los casos la prudencia y el que Bolívar sabe tomar, se llama Dignidad.”