¿Por qué indigna la política peruana?

¡Que se vayan todos! ¡Todos son corruptos! ¡Roba pero hace obras! ¡No confío en nadie! estas y otras frases representan la indignación de los peruanos con la clase política actual. Analicemos esta problemática en esta columna de opinión.

Charles de Gaulle decía: «He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos». Hablar de políticos en Perú, por estos días, provoca indignación. Tan solo la palabra «política», levanta un rechazo contundente en la mayoría de la población peruana. Ni hablar cuando alguien pone en debate la labor de un congresista. Así es la reputación de la clase política en Perú, está por los suelos y no es para menos.

Son muchos los factores que han contribuido a posicionar la imagen política en donde está ahora. La difusión pública de los actos de corrupción es uno de los motivos principales, el destape de una red de corrupción solidificada en el Poder Judicial, la confesión de Jorge Barata acusando a un gran número de políticos, sobre todo a nuestros últimos cuatro presidentes e incluso a los candidatos presidenciales más populares de haber sido coimeados por Odebrecht, los escándalos mediáticos de los congresistas y un sinfín de representantes que, según un recuento sistemático del Poder Judicial, son más de 27 000 funcionarios públicos que han sido acusados por corrupción.

También, es inevitable mencionar la disconformidad de la población con la forma de trabajar de los políticos. El tono confrontacional se percibe a leguas, ya que a diario somos testigos de la falta de unidad de la clase política. Es una guerra permanente de intereses que no benefician a la población que los eligió. Ver al Legislativo ser el verdugo del Ejecutivo y viceversa nos hace preguntar ¿si los pusimos ahí para pelear todo el tiempo o para resolver los problemas de todos los peruanos?

El uso de poder conlleva madurez y gran responsabilidad. Pero aquí en Perú se juega al encubrimiento de corruptos y a la cuestión de confianza cada cierto tiempo, ya parecen deportes nacionales ¿Qué está pasando? ¿En qué momento se convirtió en batalla el hacer política? Que alguien les avise a las autoridades que política es servir, que son asalariados gracias a la población que los puso ahí. Ese pueblo que ahora piensa haber confiado ignorante y ciegamente en quienes rechazan hoy.

No se percibe el trabajo sincero de la clase política. Y no solo porque los medios se hayan ensañado en farandulear los incontables actos de corrupción. Sino porque se siente un estancamiento económico que alarma el mercado nacional en todas sus escalas.

Estos puntos y muchas cosas más explican el gran índice de audiencia del canal del Poder Judicial en los juicios a conocidos políticos. ¿Se está haciendo justicia realmente? parece prolija la labor de algunos fiscales. Vemos siendo encarceladas a las personas por las cuales confiamos con esperanza y sin dudas hace algunos años en elecciones. Se siente olor a justicia y a final de impunidad. Pero son muchos quienes deben responder por sus acciones. Solo se espera que este show no sea selectivo y alcance a todos los responsables.

Y no se está abusando de la prisión preliminar y preventiva. La primera constitución los hubiese condenado a muerte. ¿Se imaginan?, hubiese escasez de autoridades. Por muchas décadas la justicia ha sido muy pasiva con la corrupción. Y ahora cuando vemos que varios están pagando por el daño que causaron siendo funcionarios públicos, salen personajes muy compasivos a protestar indicando que la la justicia está siendo abusiva. Un poco de dignidad por favor.

La pregunta clave es ¿Nos merecemos ese tipo de autoridades?, seguramente la mayoría dirá que no. Y pues, nos sigamos haciendo las víctimas como siempre. El cuento clásico del político corrupto y el pobre pueblo engañado una vez más. Pero si escarbamos en nuestra conciencia colectiva, la verdad es que nosotros no solo nos merecemos esta clase política, sino que la hemos elegido como representantes.

Como electores no hemos sido los mejores. Debemos dejar de ser tan emocionales, no apasionarnos muy rápido. Ya no es la época donde se conquistaba por labia los votos. Tenemos que obviar lo superficial y estudiar bien nuestras opciones para elegir a nuestras autoridades. Ser responsables en cada elección. Concuerdo bastante cuando Dwight David Eisenhower decía que la política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano.

Dejando de ser tan críticos, esta crisis social y política es otra gran oportunidad para refundar el país. Tal vez no sea una Revolución a la Francesa, pero sí una Revolución Moral del Colectivo Nacional. Aprendamos de nuestros errores porque un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla.

Christian Carlos Natividad Moreno

13-06-2019