El papa Francisco, de 83 años, gran adepto al contacto con los fieles, estaba transmitiendo desde marzo por video su audiencia de los miércoles. “Después de todos estos meses, retomamos nuestro encuentro cara a cara y no pantalla a pantalla”, dijo ante unas 500 personas que se habían congregado.
Esto fue un retorno limitado y con mascarillas, evitando el contacto, muy lejos de las multitudes jubilosas en una Plaza de San Pedro concurrida.“La epidemia actual ha puesto en evidencia nuestra interdependencia, todos estamos ligados”, subrayó el papa.
Tras haberse tomado la temperatura, los participantes en la audiencia de este miércoles tuvieron el privilegio de dirigirse al patio de San Dámaso, donde se recibe habitualmente a los jefes de Estado, pasando por una majestuosa escalera de mármol del palacio pontificio con los guardias suizos inmóviles y con mascarillas de rigor.
Cuando culminó la audiencia se saltó las medidas sanitarias al bendecir desde muy cerca a tres parejas de recién casados, estrechar la mano a los obispos o abrazando a un sacerdote libanés muy emocionado, cuya bandera nacional había bendecido antes de leer un largo mensaje de apoyo a Líbano.
O.S.M.P.
