El miércoles 7 de diciembre el presidente peruano Pedro Castillo fue destituido del poder y arrestado luego de intentar disolver el Congreso nacional. La vicepresidenta Dina Boluarte asumió en su reemplazo. Castillo es un exdocente y dirigente sindical de izquierda que llevaba menos de un año y medio como presidente. En este tiempo, enfrentó continuos ataques de sus opositores políticos, que lo acusaban de corrupción. Cuando anunció que disolvería el Congreso, los legisladores se preparaban para hacerle el tercer juicio político de su corto mandato. Hablamos del tema con el académico Javier Puente, profesor asociado y presidente del programa de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la universidad Smith College. Puente señala que los dramáticos eventos de esta semana son solo el último episodio de la “persistente crisis” que comenzó en Perú con la dictadura de Alberto Fujimori en la década de 1990. “Esta es una manifestación más de la falta de estabilidad institucional que se vive en el país desde hace al menos tres décadas y es uno de los legados del fujimorismo”, dice Puente.
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AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now! Democracynow.org. El informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman transmitiendo desde Nueva York con Nermeen Sheik. Hola Nermeen
NERMEEN SHAIKH: Hola Amy, y le damos la bienvenida a todos nuestra audiencia en Estados Unidos y alrededor del mundo.
AMY GOODMAN: Comenzamos el programa de hoy analizando la crisis política en Perú. El miércoles, el presidente peruano Pedro Castillo fue destituido de su cargo y arrestado, horas después de ordenar la disolución temporal del Congreso peruano. La vicepresidenta, Dina Boluarte, juró como nueva presidenta. Castillo es un exmaestro y líder sindical de izquierda que ha estado en el cargo durante menos de un año y medio. En las elecciones de 2021, Castillo derrotó a Keiko Fujimori, hija del ex dictador de Perú Alberto Fujimori.
El miércoles, Castillo anunció su decisión de disolver el Parlamento justo antes de que los legisladores iniciaran su tercer intento de destituirlo por cargos de corrupción.
EXPRESIDENTE DE PERÚ PEDRO CASTILLO: Por lo que, en atención al reclamo ciudadano a lo largo y ancho del país, tomamos la decisión de establecer un Gobierno de excepción, orientado a restablecer el Estado de Derecho y la democracia, a cuyo efecto se dictan las siguientes medidas: Disolver temporalmente el Congreso de la República e instaurar un Gobierno de emergencia excepcional.
AMY GOODMAN: El intento de Castillo de disolver el Congreso fue rápidamente rechazado por miembros de la Corte Suprema de Perú. En cuestión de horas, el Congreso votó 101 contra 6 para destituirlo del cargo por razones de “incapacidad moral permanente”. Tras la destitución, la vicepresidenta Boluarte prestó juramento como presidenta, convirtiéndose en la sexta persona en asumir la presidencia de Perú en siete años y en la primera mujer presidenta del país.
PRESIDENTA INTERINA DE PERÚ, DINA BOLUARTE: Como todos conocemos, se ha producido un intento de golpe de Estado, una impronta promovida por el señor Pedro Castillo, que no ha encontrado eco en las instituciones de la democracia y en la calle. Este Congreso de la República, atendiendo al mandato constitucional, ha tomado una decisión y es mi deber actuar.
AMY GOODMAN: Simpatizantes de Castillo tomaron las calles de Lima el miércoles para protestar contra su destitución.
SONIA CASTAÑEDA, PARTIDARIA DE CASTILLO: Dina Boluarte no es nuestra presidenta. Que el pueblo la elija, ahí la reconoceré, y el pueblo no la eligió a ella. El pueblo eligió a Pedro Castillo y él es nuestro presidente, con él vamos a trabajar. Ahora, si los congresistas se creen tan democráticos, que respeten, que respeten la voz del pueblo, que respeten que nosotros votamos por ese presidente.
AMY GOODMAN: El miércoles, Estados Unidos reconoció rápidamente a Dina Boluarte como la nueva presidenta de Perú. Sin embargo, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, criticó la destitución de Castillo en Twitter, diciendo: “Consideramos lamentable que, por intereses de las élites económicas y políticas, desde el comienzo de la presidencia legítima de Pedro Castillo, se haya mantenido un ambiente de confrontación y hostilidad en su contra hasta llevarlo a tomar decisiones que le han servido a sus adversarios para consumar su destitución”.
Para hablar más en detalle sobre la crisis política en Perú nos acompaña Javier Puente. Puente es un académico peruano que se desempeña como Profesor Asociado y director de la cátedra de Estudios Latinoamericanos en el Smith College. También es autor de “El estado rural”, un libro sobre política campesina y la formación del Estado en los Andes peruanos del siglo XX.
Bienvenido de nuevo a Democracy Now!, profesor Puente. Muchas gracias por acompañarnos. ¿Puede explicar la trascendencia de lo que acaba de pasar en Perú con la destitución del presidente peruano Castillo?
JAVIER PUENTE: La remoción de Castillo del poder perpetúa una serie de eventos similares que se remontan hasta el año 2018, cuando justamente a través de una medida similar a la que se le ha practicado a Castillo, se remueve de la presidencia al entonces presidente constitucional, Pedro Pablo Kuczynski. A partir de esta remoción, en marzo de 2018, se han sucedido una serie de eventos similares que removieron al vicepresidente y después el presidente por sucesión, Martín Vizcarra, en octubre de 2020, y que desde la elección de Pedro Castillo se continuó con esta política de vacancia presidencial como una suerte de mecanismo de control del poder presidencial ejercido por parte del Congreso.
Toda esta maniobra política del Congreso se fundamenta en torno a un artículo constitucional que se ha empleado nuevamente, que tiene como rótulo la incapacidad moral del presidente para poder continuar ejerciendo sus funciones. Es interesante que la Administración de Martín Vizcarra y la Administración de Francisco Sagasti, previas a la ascensión de Castillo al poder, acudieron al Tribunal Constitucional para que se aclarase con precisión qué se entiende exactamente en el lenguaje constitucional como “incapacidad moral”, porque es un artículo viejo que data del siglo XIX. Pero esta nebulosa, este artículo oscuro en torno a la incapacidad moral, es lo que se ha venido utilizando como principal herramienta política para este hiperparlamentarismo que estamos experimentando en el Perú, que tiene en jaque al poder presidencial desde el año 2018 y que ha tenido ahora como otra de sus víctimas a Pedro Castillo.
AMY GOODMAN: ¿Puede decirnos quién es Castillo, cómo llegó al poder y cuáles son las fuerzas que ahora lo han derrocado?
JAVIER PUENTE: Castillo surge a la palestra política, al terreno político, por lo menos oficial, en el año 2017, en el contexto de una huelga de profesores que estaba organizada por el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Pública SUTEP, que es probablemente uno de los sindicatos más importantes y más fuertes en Perú, especialmente luego de los años neoliberales del fujimorismo en los 90, es uno de los pocos bastiones de políticas sindicales que todavía quedan en Perú. Y en ese momento aparece en escena este líder sindical, profesor de primaria de origen provinciano, proveniente del departamento de Cajamarca, en la Sierra Norte del Perú, en la provincia de Chota específicamente, como una de las figuras más distintivas de esta huelga magisterial. Huelga magisterial que, por cierto, tenía algunos visos políticos y que fue instrumentalizada en ese momento por el fujimorismo para poner en jaque a la Administración de ese momento que era la presidencia, el primer año de presidencia, de Pedro Pablo Kuczynski. Entonces, a partir de eso, Castillo aparentemente se introduce en las filas políticas del partido que lo lleva finalmente al Gobierno, que es Perú Libre, que es un partido político de origen provinciano también, concretamente proveniente del departamento de Junín, fundado por un exgobernador autoproclamado como filocomunista de nombre Vladimir Cerrón y que coloca a Castillo como candidato presidencial, sin haber tenido Castillo, más allá de esta presencia en la huelga magisterial de 2017, una presencia muy tangible en la política oficial peruana. Más allá de esta presencia política oficial peruana, Castillo, como había mencionado, había sido dirigente sindical, había sido profesor de la Escuela Pública de Chota en el departamento de Cajamarca y, en su juventud, según él mismo acusa, había sido rondero, había formado parte de las rondas campesinas de Cajamarca, muy conocidas, muy famosas por ser una práctica de justicia autónoma que yace justamente en los bordes o más allá de los bordes de la justicia estatal. Esas eran las credenciales más o menos que manejaba Castillo. Y son las credenciales que se usan para formular una cierta identificación de Castillo y un cierto alineamiento de Castillo con, primero que nada, tendencias de izquierda por parte de sus detractores, desde el momento de su emergencia a la arena presidencial, de ciertas tendencias, nuevamente, filocomunistas e incluso de ciertas conexiones con Sendero Luminoso, con el partido maoísta y organización terrorista que azotó Perú en una guerra civil entre 1980 y el año 2000.
NERMEEN SHAIKH: ¿Podría hablar sobre qué sectores de la sociedad peruana apoyaron a Castillo y cómo ha cambiado su percepción sobre él en el transcurso del casi año y medio que ha estado en el cargo?
JAVIER PUENTE: Para poder ser elegido presidente de Perú, una de las cosas que hay que entender en torno a la elección de Castillo es el antifujimorismo como la otra fuerza política más importante en la historia reciente del Perú. Keiko Fujimori ha sido candidata a la presidencia en tres oportunidades y ha sido además candidata en segunda vuelta en tres oportunidades. Y la última de esas oportunidades fue derrotada por Pedro Castillo, nominalmente. Sin embargo, quien realmente derrota a Keiko Fujimori en su intento por hacer que el fujimorismo retome el poder, es esta coalición de fuerzas sociales, de políticas desde abajo, de movimientos sociales, de ciudadanía organizada, asociada con el antifujimorismo. Lo que hay que decir entonces es que Pedro Castillo fue elegido porque era la opción antifujimorista que se encontraba disponible en ese momento.
Ahora, su posicionamiento en segunda vuelta en las elecciones de 2021 no hubiera sido posible sin el amplio margen de votos de procedencia provinciana del interior del país que se alinearon detrás de una candidatura que se presentó como antisistémica, como contraria a la política tradicional que siempre deja de lado al interior, que siempre deja de lado provincias. Y finalmente, una suerte de reafirmación de esta vez vieja tesis sobre los dos Perúes: un Perú que existe en Lima, que existe en lo que se conoce a veces como la Lima moderna, los tres o cuatro distritos de mayor acomodamiento económico en el país, versus ese otro Perú interno, provinciano, serrano, que continuamente ha acudido a candidaturas antisistémicas para encontrar representación. En el transcurso de los meses de administración de Castillo, sin embargo, esos diferentes apoyos se fueron diluyendo. En primer lugar, los sectores limeños antifujimoristas que votaron por Castillo, siempre votaron por Castillo con un voto crítico, creo yo, con un voto que, habiendo votado por él, el primer día de gobierno prontamente se alinearon con una posición un poco más crítica frente a lo que Castillo podría ser.
Con eso, aparentemente lo que le quedaba Castillo era gobernar, por una parte con la estructura partidaria que lo había llevado al Gobierno y por otra parte con el voto provinciano que lo había conducido a ser el candidato más votado en la primera vuelta. En el último trabajo de campo que pude hacer en Perú el verano pasado, el verano del norte pasado, es decir, entre junio y agosto de este año, pude recorrer parte de las provincias de Cusco y Ayacucho, y lo que encontré es que algunos sectores provincianos o rurales que habían votado por Castillo se encontraban ya, para junio o julio de este año, en abierto descontento con Castillo. Con lo cual hay una cierta imagen de soledad que va creciendo en torno a quienes están cercanos a la figura presidencial. Hay una suerte de aislamiento, de autoaislamiento que Castillo mismo proyecta, se va quedando más y más y más solo, y que conduce finalmente a esta fotografía final, luego de su vacancia presidencial y de haber sido tomado bajo arresto, en donde está únicamente acompañado por su abogado personal, ¿no?, casi con un lenguaje corporal que termina graficando esta soledad absoluta que lo condujo a tomar probablemente la decisión más precipitada, más cerrada, pero más abiertamente contraria a los valores democráticos que la sociedad peruana intenta proteger, que es haber intentado un golpe de Estado.
NERMEEN SHAIKH: ¿Podría explicar por qué hubo varias mociones de vacancia en contra de Castillo, así como el hecho de que Castillo estaba siendo objeto de varias investigaciones penales relacionadas con cargos de corrupción?
JAVIER PUENTE: Yo creo que los intentos de vacancia presidencial que se practicaron contra Castillo, que efectivamente han sido continuos pero que exceden a Castillo, que vienen desde Kuczynski, que removieron a Kuczynski en algún momento en marzo de 2018, que removieron a Martín Vizcarra en octubre de 2020 y que nos han conducido a esta situación de tener seis presidentes en cinco años, tienen que ver, evidentemente, con la comisión de una agenda política, aparentemente de origen fujimorista, de desestabilizar al país a cualquier costo. Entonces es claro y hay que ser rotundos en afirmar eso. Hay una agenda de parte del fujimorismo y otras fuerzas políticas asociadas con una corrupción enquistada en el Estado peruano desde los años 90, en desestabilizar a todos estos Gobiernos que han sido democráticamente elegidos, por lo menos desde el año 2016. Por otra parte, como había mencionado en la respuesta anterior, buena parte de estas maniobras de vacancia presidencial, o de “impeachment”, que es como se traduce a veces en inglés, aunque no son exactamente lo mismo, tienen que ver con esta instrumentalización de este artículo constitucional que faculta al Gobierno, perdón, al Parlamento, que faculta al Parlamento para interpretar cualquier gesto incómodo al Parlamento como un principio de incapacidad moral para que el presidente pueda continuar en ejercicio de sus funciones. Hay una instrumentalización, no sé cómo traducir exactamente “weaponization”, pero una suerte de armamentización, sí es que cabe la palabra, de este artículo para cometer, bajo el rulo de lo constitucional, esta desestabilización por una vía aparentemente legal.
AMY GOODMAN: Profesor Puente, ¿pondría usted este tipo de acusaciones en la misma categoría que las que se formularon contra Lula, el nuevo presidente de Brasil, quien terminó en prisión hasta que esos cargos fueron desestimados? El expresidente de Bolivia Evo Morales dijo “comprobamos una vez más que la oligarquía peruana y el imperio estadounidense no aceptan que líderes sindicales e indígenas lleguen al Gobierno para trabajar por el pueblo”. Y nuevamente AMLO, el presidente de México, hablando de las fuerzas que querían sacar a Castillo del poder, dijo: “condenamos lamentablemente que por intereses de las élites económicas y políticas, desde el comienzo de la presidencia legítima de Pedro Castillo, se haya mantenido un ambiente de confrontación y hostilidad en su contra, hasta llevarlo a tomar decisiones que le han servido a sus adversarios para consumar su destitución”. ¿Qué piensa al respecto? ¿Quién estaba asesorando a Castillo al final de su periodo presidencial?
JAVIER PUENTE: Sí. Es una muy buena pregunta. Creo que, nuevamente, la tentación constante por los orígenes de Castillo es presentar a Castillo como el Evo Morales de Perú o como el Lula da Silva de Perú, Lula en tanto a su identidad sindical o Evo Morales en tanto a su identidad indígena. Y creo que no es exactamente lo mismo. Pongo como botón de ejemplo simplemente una muestra: Pedro Castillo fue elegido con una plataforma progresista anticolonial, justamente por su identidad indígena, por ciertos sectores que votaron por esa candidatura en ese sentido, con esa plataforma, pensando por ejemplo en desescalar o tratar de contraer las políticas extractivistas que agreden medioambientalmente y sociopolíticamente a la sierra peruana. Y sin embargo, en el escaso año y poco de gobierno que ha tenido, hemos visto a su Gobierno y a sus ministros siguiendo la promulgación de leyes que favorecían y protegían el extractivismo en el Perú, con lo cual no quedaba claro cuál era la brújula política que estaba empleando Pedro Castillo o finalmente para quién estaba gobernando. Porque si estaba gobernando para estos sectores que lo empoderan, en tanto líder indígena, líder campesino y representante por tanto de una izquierda latinoamericana, hay muy pocos gestos políticos que Castillo acomete en este año y medio que puedan reafirmar que esa era efectivamente, la brújula política que él tenía.
Eso no quiere decir que Castillo no haya sido víctima de esta comisión, de una desestabilización institucional deliberada, de estas otras fuerzas políticas, efectivamente, con ciertos vínculos oligárquicos, con identidades corporativas, con grandes capitales detrás de estas fuerzas políticas oscuras que persiguen desestabilizar, no solamente a la administración de Castillo, sino al Estado peruano. Porque es interesante entender que la inestabilidad política del Estado peruano en los últimos 30 o 40 años ha favorecido justamente al gran capital, a las corporaciones, al neoliberalismo. El neoliberalismo triunfa, se cimenta, se asienta y se reafirma allí donde hay inestabilidad y falta de institucionalidad. Y esa es la agenda política.
AMY GOODMAN: Déjeme preguntarle sobre la historia de Dina Boluarte, quien se ha convertido en la primera mujer presidenta de Perú, así como en la sexta persona en ocupar la presidencia en siete años, ¿espera que ella gobierne de manera diferente?
JAVIER PUENTE: Dina Boluarte es una abogada graduada de una universidad peruana, cuya trayectoria política es incluso más limitada que la del propio Castillo. Ella, si no me equivoco, si no estoy acordándome mal, había servido como directora de un centro de documentación municipal en algún momento de su carrera política, más que política, de su carrera como funcionaria del Estado. Y luego de solo haber servido en esta oficina de bajo rango, de baja graduación en el Estado peruano, es candidata a, por una parte, alcaldesa, si no me equivoco de una municipalidad en Lima, no logra obtener la alcaldía y luego de eso es candidata también al Congreso en esta última elección y no logra a obtener un curul, un sitio, una silla en el Congreso. Sin embargo, es llevada dentro de la fórmula presidencial de Castillo. No es una persona con un gran currículum político. Vamos a ver qué tipo de alianzas o qué tipo de asociaciones logra establecer en estas primeras horas —primeras horas, son críticas estas horas—, qué tipo de alianzas puede establecer para lograr concretar un pedido que ella ha hecho explícito en el momento de su juramentación, que es una tregua política por parte de estos sectores que han perseguido una agenda constante de inestabilidad para poder formar un Gobierno, una Administración de todas las sangres, así lo ha llamado, con una representatividad de ancha base que pueda conducir a un mayor grado de estabilidad política. Mi pronóstico, y puedo estar completamente equivocado en torno a esto, es que estas fuerzas políticas que han buscado la inestabilidad constante del Estado peruano, de 2017 a la fecha, no van a dejar que Boluarte se acimente en el poder.
No creo que Boluarte tenga los socios políticos, las sociedades políticas y las alianzas políticas que puedan hacer que permanezca mucho tiempo en el cargo. Creo que vamos a tener algunos días, algunas semanas de calma, quizás incluso la temporada navideña juegue a favor de que Boluarte permanezca en el poder por algunas semanas. Pero, pasadas las fiestas de fin de año, pasada la Navidad y pasado el Año Nuevo, es muy probable que volvamos a ver muestras y síntomas de esta crisis casi perpetua que azota al Estado peruano.
AMY GOODMAN: Javier Puente, gracias por habernos acompañado, académico peruano y director de la cátedra de Estudios Latinoamericanos en el Smith College de Massachusetts. Soy Amy Goodman con Nermeen Sheik. Muchas gracias por acompañarnos.
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