NENA VALENTE

Me tocó Nena Valente, hija mayor del tío Emilio y la más bonita del grupo. Un poco mayor, rubia, alegre y muy desenvuelta, llamaba la atención no solo por el color de su pelo sino por su gracia y seguridad al conversar.

Por: Francisco Ugarteche Domínguez
(Lima 02/08/2020)

Estaba en primer o segundo grado de primaria, era el primer día de clases, tenía los cachetes negros después de tres meses de playa y seguía pensando en el mar, las olas, el color de los peces y del mundo submarino cuando la profesora, que se llamaba igual que mi madre, se le ocurrió que debíamos tomar un dictado, es decir, debíamos escribir lo que ella se disponía a leer.

Yo me había olvidado de escribir y pensé que este año haríamos algo diferente, tenía la mente en la playa, no era capaz de escribir ni una letra y menos el dictado de la señorita Elba y entonces me puse a llorar.

Pero eso que me pasaba a mí le ocurría también a otros niños y de pronto entró al salón, en una de las esquinas del 990, un grupo de niñas que fueron distribuidas para que nos acompañen a cada uno de los que no podíamos escribir.

Me tocó Nena Valente, hija mayor del tío Emilio y la más bonita del grupo. Un poco mayor, rubia, alegre y muy desenvuelta, llamaba la atención no solo por el color de su pelo sino por su gracia y seguridad al conversar.

Me calmó, me dijo que eso de escribir es muy fácil, cogió mi mano derecha y me ayudó a desplazar el lápiz sobre el cuaderno para escribir primero la letra a, que es una bolita redonda con una colita que debe salir mirando hacia arriba.

Después la b que es un palito con su barriguita y así seguimos escribiendo letras, palabras y oraciones que no dejo de escribir hasta el día de hoy.

Me había olvidado de escribir pero Nena me dio ese empujón que necesitaba para recordar y anotar lo que la señorita insistía en dictar, que era la lista de útiles escolares.

Me dio mucho gusto cuando hace un par de días Nena escribió en mi fb que estaba leyendo lo que todos los días acostumbro publicar y por eso quiero agradecerle públicamente lo que les acabo de contar.

No quiero pensar se trató de un sueño que sigo creyendo fue realidad.