Las batallas del canciller González Olaechea

Ricardo Sánchez Serra

Javier González-Olaechea debutó con el pie derecho como canciller de la república. En corto tiempo tiene como logros el lograr que el Congreso otorgue el permiso a la presidente Dina Boluarte para viajar a la APEC, una gestión muy difícil por las constantes críticas a los viajes anteriores de la mandataria, por la falta de información.

Asimismo, las reuniones empresariales en el marco de la APEC y principalmente las reuniones Boluarte-Jinping y González Olaechea-Blinken, de altísimo valor y con tiempos fuera de protocolo, que de por sí grafican su valor.

En el plano interno, terminar de desideologizar la Cancillería, que tanto daño ha hecho a nuestra política exterior y a las relaciones internacionales y que causó enemistad con países amigos -Marruecos e Israel-, y como él mismo señaló como misión, salvaguardar los intereses permanentes del Perú.

En este mismo ítem, en el tema de los ascensos de los diplomáticos, primar la meritocracia y no esa “nota de concepto”, que corrompe el sistema y no debe ser determinante. Un 2.0 %, para arriba o para abajo, del total de la nota del postulante, debe ser lo justo, como existe en alguna institución militar.

Volviendo al tema de las relaciones internacionales, es menester rescatar la seria y tradicional política de Torre Tagle, combinándola con la realpolitik, que privilegie los intereses del Perú.

En este sentido no alinearse con alguna de las grandes potencias en sus temas políticos o comerciales, manteniendo buenas relaciones con Estados Unidos, Rusia y China, reitero, sin tomar parte en sus controversias. Esto es salvaguardar los altos intereses del Perú.

Igualmente, que el Perú sea serio y cumpla con su palabra cuando, en negociaciones con otros países, se prometa el voto. Se dio el caso que para la Exposición Universal de 2030, en la que postulan Roma, Riad y Busán, en semanas, ministros y presidente prometieron el voto del Perú para Italia, Arabia Saudita y Corea del Sur.

Desconozco qué arreglos diplomáticos ocurrieron para zanjar este álgido problema con los citados países, especialmente con Roma y Arabia Saudita.

Por otra parte, el Perú debe abrir la Embajada en Emiratos Árabes Unidos, primer inversionista árabe en el Perú y octavo del mundo y que las condiciones legales están dadas para que vuele al Perú Emirates Airlines, uno de las mejores aerolíneas del mundo. No se entiende el por qué la Cancillería se descuidó de este importante detalle. Y no me referiré por qué tenemos Embajada en Kuwait, con la cual tenemos “0” inversiones, “0” turismo y “0” comercio, pero igual, tenemos que estar presentes en todos los países del mundo.

Del mismo modo, se debe reabrir nuestra Embajada en Azerbaiyán, país influyente en el Cáucaso, potencia en hidrocarburos y presidente del Movimiento No-Alineado. La sede fue cerrada, caprichosa y sorpresivamente, por informe de la propia novel embajadora y aceptada por la Cancillería.

Asimismo, lograr que Serbia reabra su Embajada en Lima, cuyo retiro se debió a la ligera decisión de reconocer a Kosovo.

Por otra parte, dar mayor fuerza al latinoamericanismo -sin importar el tinte- especialmente a la Comunidad Andina y apostar más por el multilateralismo constructivo. En este sentido, extender la mano a Colombia, México y Honduras, allá ellos si continúan con su destructiva postura ideológica impregnada por sus mandatarios. Privilegiar y dar impulso a nuestras relaciones con los países vecinos siempre ha sido un gran anhelo.

Finalmente, se debe, en aras de salvaguardar los altos intereses del Perú, normalizar las relaciones con Rusia, al margen de discrepancias por la Operación Militar Especial. Es inadmisible que algunos estamentos del Estado se nieguen a otorgar permisos para actividades culturales y artísticas de Rusia. Acaben con la rusofobia ¡ya!. Es inadmisible también, como país soberano, que la Embajada de Ucrania se entrometa en los asuntos internos del Perú, “condenando” los viajes de parlamentarios -que no tienen mandato imperativo- a Rusia, criticando a municipios y universidades por albergar actos netamente culturales y lo que es peor, atente contra la seguridad nacional, al criticar al Perú por reparar las aeronaves rusas, en reciente carta al Estado peruano, más aún que nuestros helicópteros tiene que estar en perfecto estado operativo ante la inminencia de los efectos del “Niño”.

De otro lado, no puedo dejar de mencionar la tozuda posición de anteriores autoridades de la Cancillería, de no condecorar con la Orden del Sol, al eficiente ex Nuncio Apostólico, Nicola Girasoli, de gran labor en el Perú. Es una deuda moral que hay que saldar.

Tiene la palabra el canciller Javier González Olaechea.

TORRE TAGLE