Hemos llegado al punto de no retorno

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Capitán de Navío ( r ) Raúl Indacochea Nugent

Hace dos días al leer un comunicado de un partido político por el cual voté en la primera vuelta, me vino a la memoria la época en que en el contexto de un curso de ciencias políticas discutíamos los conceptos de legalidad y legitimidad, discusión que siempre fue muy interesante y que guarda una relación directa en los hechos con la “Real Política” y la “Política de los Hechos Consumados”.

No voy a negar que en ese momento se me escarapeló el cuerpo y se me pararon los pelos al considerar el contexto de la realidad actual, lo que además de una gran preocupación y angustia, echó a andar mi cerebro a millón. En esa tormenta de ideas también me vino el concepto de “Punto de No Retorno”.

El Perú de hoy no es el que forjamos con esfuerzo, resultado de la pacificación y transformación que tuvimos a fines de los años noventa. Es el Perú forjado a pulso por los caviares y malos peruanos que luego de esa época y ante la vista y paciencia de una sociedad poco agradecida y sin memoria, reescribieron la historia y fueron destruyendo lo avanzado, minando las instituciones y desandando todo lo bueno que logramos, labor que fue terminada exitosamente por uno de los peruanos más nocivos en la historia de los últimos años.

Me refiero al “Perú de Vizcarra”, en el cual vivimos, en donde la Constitución, las leyes, los valores y las instituciones no valen nada, porque no cumplen las funciones para las que fueron creadas, porque están plagadas de gente sin ética, ni principios morales, que prevarican en función de un objetivo político y proyecto personal de impunidad, sin importarles que estarían entregando el país al comunismo internacional, sin importarles el futuro catastrófico al que estarían arrojando al resto la sociedad; una sociedad que se ha acostumbrado a ser manipulada por la peor prensa del mundo, que no analiza ni percibe la realidad, que se ha acostumbrado simplemente a callar y a aceptar los continuos horrores plagados de inconstitucionalidad e ilegalidad, horrores que vienen siendo aplaudidos por aquellos malos peruanos carentes de principios morales que aplauden ésta muy grave situación. El sistema electoral llámese Jurado Nacional de Elecciones, sus Jurados Electorales Especiales, la ONPE, la Reniec no están actuado de acuerdo a Ley, interpretando la Ley a conveniencia y aplicándola para unos draconianamente excluyéndolos de la contienda electoral, e increíblemente no sancionando obvios delitos en beneficio de la agrupación política comunista que apoyan, existiendo incontables causales de exclusión que impunemente vienen perpetrando.

Esta conducta institucional (porque no dudo que debe haber gente honesta que calla y no creo en las generalizaciones) viene actuado como si fueran parte de una mafia, de una “organización criminal” ante la vista y paciencia de muchas de las autoridades que a pesar de que su intervención de oficio está expresamente dispuesta por ley, se hacen de la vista gorda.

Nunca, que yo recuerde en mis sesenta y seis años de vida, se ha visto algo así en el Perú, el Sistema Electoral se niega a contrastar las denuncias con la realidad, la ONPE se niega a entregar documentos que son o deben ser por Ley de conocimiento público (existiendo un pronunciamiento en este sentido por el Ministro de Justicia) e increíblemente persiste en la negativa a entregar el padrón electoral y no pasa nada; asimismo, ante la prueba de la existencia de firmas falsas el Jurado Nacional de Elecciones manifiesta increíblemente que no tiene competencia para resolver y las deriva al Ministerio Público, lo que implica obviamente que no pueden proclamar al ganador, si es que el Ministerio Público no ha analizado y se ha pronunciado sobre los casos, pues el destino de los miles de votos que están incluidos en todas esas actas no pueden ser echados al olvido, Eso es inaceptable.

También es lamentable que el encargado temporal de Palacio de Gobierno, abdique a su responsabilidad intransferible y personalísima de solicitar la indispensable Auditoría Electoral, apoyando las inconductas funcionales del sistema electoral, lo que lo convertiría en cómplice.

Esto sería más grave si es que como se especula en las redes sociales, presuntamente sería ciudadano costarricense. Estando así las cosas, cómo peruano de bien informado que tiene muy claros los principios y valores personales, familiares e institucionales y que también tiene claros los preceptos contenidos en la Constitución Política del Perú y las Leyes, creo que hemos llegado a un “punto de no retorno” en el que todo peruano, partido político, colectivo o institución debe tener en claro lo siguiente: “Si no se proporciona justicia electoral y se contrasta de los padrones de la ONPE con la actas inpugnadas; además, si no se aclara el tema de las firmas falsas y suplantaciones de identidad, o se efectúa una auditoría electoral por un organismo internacional (de preferencia la Unión Europea) no podemos, es más no debemos aceptar el fallo del Jurado Nacional de Elecciones”.

Hemos llegado a un punto de no retorno y no aceptaremos vivir en el Perú que Vizcarra ha creado para sus ingenuos seguidores, un Perú sin ley ni valores. Como reflexión final me pregunto ¿dónde está el Congreso de la República que no cumple su función fiscalizadora?, ¿dónde está la Fiscal de la Nación cuya obligación ineludible es la persecución del delito?, ¿dónde están los jueces que han recibido las Acciones de Amparo y Habeas Data relacionadas a este inmundo y vergonzoso proceso electoral? Y ni que se diga el Defensor del Pueblo.

¡Basta Ya! Todo tiene un límite. Pueblo peruano defiéndete solo que no hay nadie detrás de tu futuro… No menciono a las Fuerzas Armadas porque si no me denuncian por una mala interpretación del uso de mi derecho constitucional a la libre expresión…

¡Viva el Perú!