Hoy celebramos un año más de la fundación de nuestra ciudad capital, de la Ciudad de los Reyes o Ciudad Jardín; de la lima de todos y de ninguno al mismo tiempo. Es obligatorio escribir algo al respecto pensé, por supuesto que sí; intenté redactar algo como una crónica sobre los colores e historia de mi ciudad, pero he optado por dejar de lado los sentimientos que en una fecha así, embarga a cualquier hijo de esta metrópoli. Además, porque cronistas modernos y de excelente pluma hay a montones en el ciber espacio, y más que seguro mi texto pasaría totalmente desapercibido, encarpetado entre los muchos saludos y deseos de parabién a la ciudad que nos cobija.
Lima la de los extremos, las de las imágenes contrapuestas sobre si, y distantes entre sí al mismo tiempo. La llamada “Ciudad Jardín” y al mismo tiempo “Lima La Horrible”, ambos extremos instalados desde nuestros conos, hasta las zonas llamadas pudientes.
Hoy, a 483 años que un grupo de españoles fundara la ciudad, dibujando un damero de calles, y que Nicolás de Ribera “El Viejo” fuese su primer alcalde, el río Rímac sigue corriendo a su vera, cada vez más contaminado, llevando en su corriente lo que todos arrojan a ella, y que originó se formulen muchos planes para salvarlo, pero que ninguno se ha puesto en marcha hasta ahora.
Lima creció, primero hasta sobrepasar la muralla que para su seguridad se construyó en su entorno, expandiéndose hacia todo lado, tragándose el valle que la cobijaba, para luego y de manera desordenada intentar seguir creciendo hacia arriba. Y como el crecimiento es un proceso que nadie detiene, pues todo creció aparentemente para mal. Creció el parque auto motor, y con él la contaminación, creció el consumo de agua y energía eléctrica, lo cual las autoridades creen que para solucionar ello se debe cerrarle el caño y apagarles la luz a unos, para darles a otros. También creció la delincuencia y la inseguridad ciudadana, siendo ello el sector que más sana, robusta y rápidamente crece.
Lima es la sustancia más pura y aplicada de lo que es el Perú; es la patria en chiquito de todos sus residentes. Lima la de todos, de los que llegaron del norte, del centro, del sur y del oriente, de los nuevos limeños, y también de los que aún conservan algo de limeño puro. Lima la tierra de las oportunidades y de las postergaciones, de las fortunas logradas en base a esfuerzo heroico, y de las miles de familias que aún no tienen agua, desagüe y energía eléctrica.
Somos ciudadanos de una metrópoli que sigue creciendo y cargando sobre si los mismos problemas de siempre, problemas inherentes al crecimiento dirían algunos, por improvisación, descuido, desgana y por el eterno: “Déjalo así nomás, nadie se va a dar cuenta”. Somos los constructores de una ciudad hechiza, que se busca parchar en vez de buscar soluciones verdaderas. La verdad: no es fácil ser limeño en medio de todo ello.
Y como se acostumbra después de criticar plantear soluciones, pues acá va mi propuesta: Educarnos. Dejar la criollada y el inmediatismo. Difícil, lento y largo, pero posible. Feliz cumpleaños Lima.