Evasión, resistencia y contagiosidad: por qué la subvariante “perro del infierno” del COVID alarma a los científicos

Científicos han estado buscando nuevas terapias con anticuerpos monoclonales para combatir futuras variantes del coronavirus. (REUTERS/Hannah Beier).

Una investigación publicada en The Lancet Infectious Diseases sobre coronavirus ha puesto de manifiesto uno de los riesgos asociados a las nuevas subvariantes de Ómicron que circulan en la actualidad como BQ.1.1 llamada coloquialmente Perro del infierno y preocupa a los expertos.

Es que este linaje es más resistente a la mayoría de los tratamientos con anticuerpos monoclonales para aplicar en pacientes enfermos de COVID-19, según el estudio, realizado por científicos del Instituto Leibniz para la Investigación de Primates y la Universidad Friedrich-Alexander de Erlangen-Nürnberg, ambos en Alemania.

Los tratamientos con anticuerpos monoclonales actúan estimulando la producción de anticuerpos en las personas que ya están infectadas con un patógeno. Durante la pandemia por COVID-19, los científicos han estado buscando nuevas terapias con anticuerpos monoclonales para combatir futuras variantes del coronavirus. Pero parece que el virus ha evolucionado para evadir también estos tratamientos, además de varias vacunas para evitar contagios.

Como resultado de una infección con el coronavirus o de una vacunación contra la COVID-19, se desencadena una respuesta inmunitaria que conlleva la formación de anticuerpos neutralizantes que ayudan a proteger contra la (re)infección con el SRAS-CoV-2 o contra un curso grave de la enfermedad.

Los anticuerpos neutralizantes protegen al unirse a la proteína viral de la espiga, que impide que el virus entre en las células. Sin embargo, debido a mutaciones en la proteína pico, algunas variantes del SARS-CoV-2, en particular la variante Ómicron, evaden los anticuerpos neutralizantes y causan infecciones sintomáticas incluso en personas vacunadas o convalecientes.

Esto se denomina evasión inmunitaria y amenaza a los grupos de alto riesgo, como los ancianos y las personas con el sistema inmunitario debilitado, por ejemplo, debido a una enfermedad o a la medicación. A menudo no consiguen desarrollar una respuesta inmunitaria suficiente para protegerse de la enfermedad grave, incluso después de una vacunación completa.

Para proteger a los pacientes de alto riesgo, se administran anticuerpos producidos biotecnológicamente como medida preventiva o como terapia temprana al confirmarse la infección por el SARS-CoV-2. Las mutaciones en la proteína espiga de las diferentes variantes del SARS-CoV-2 confieren resistencia a las terapias individuales con anticuerpos. Por lo tanto, es importante vigilar regularmente si los anticuerpos terapéuticos siguen siendo eficaces contra las variantes virales que circulan actualmente.