Para ser viable el Perú necesita consenso para rescatar la plena democracia el 2026

Por: Alejandro Marco Aurelio Capcha Hidalgo

Periodista: Reg. N°. 4654.

El triunfo de Porky, Rafael López Aliaga, como flamante alcalde de Lima Metropolitana es sustancial para entender el reiterativo círculo vicioso de la realidad política del país; particularmente los electores de Renovación Popular se sienten alegre pero no satisfecho por el triunfo apretado de Porky ¿A qué se debe la victoria de este escaso porcentaje de López Aliaga? A la mezquindad cicatera de los partidos políticos mal llamados de la derecha, como: Fuerza Popular, Avanza País, y el mismo partido de  Renovación popular que, han debido ponerse de acuerdo para participar en estas elecciones regionales y municipales, y formar un bloque de liderazgo, no importa quien  hubiese sido elegido en el bloque para quien lidere estas últimas elecciones, el objetivo era  consolidar el bloque democrático  de tal manera para que obtenga un porcentaje holgado que le de legitimidad como alcalde, y con miras al 2026. Sea a quien hayan elegido como líder.

 Ya consumado como Alcalde, López Aliaga, habrá que brindarle todo el apoyo con participaciones de los partidos políticos y todos  lo que se sumen al bloque democrático, y por más que  diga en conferencia de prensa  el flamante alcalde,  no trabajará con un gobierno corrupto como de Pedro Castillo, pero va tener que hacerlo si o si,  López Aliaga, ahora es Alcalde de lima y tiene que demostrar ser estadista que, está por encima de cualquier cosa exógena para demostrar que Lima será potencia mundo.

  No hay que subestimar a la izquierda caviar y marxista, que en esta ocasión han sido derrotados, castigados y zarandeados; más no fulminado. Ellos estarán a las expectativas con su estrategia ya conocida de su labor de hormigas. No miremos el árbol, sino a la extensión del bosque, y menos distraernos, porque los rojicaviares pueden dar sorpresa en cualquier momento, léase, Antauro Humala ( Peligro social) y el misterioso partido AGUA.

Lima, la capital, representa más de un tercio del electorado peruano y su opción mayoritaria por la ola celeste puede interpretarse ideológicamente como una respuesta relativa contra el gobierno de Pedro Castillo, su mafia y sus propuestas ligadas al terrorismo senderista, ahora Movadef y Conare. Eso es importante en el contexto de un proceso de suspensión de la vacancia presidencial, para el cual es decisiva la hipótesis fiscal de que estamos gobernados por una organización criminal.

López Aliaga se ha convertido en símbolo de la resistencia al régimen corrupto y representa también la reivindicación opositora frente al robo o fraude denunciado, probado con indicios, pero no investigado a más del inefable Congreso de la República en las elecciones generales del 2021 a manos de las dos entidades menos confiables de la república como: el Jurado Nacional de Elecciones, JNE. y el Oficina Nacional de Procesos Electorales, ONPE.


De otro lado el triunfo de Renovación Popular es producto forzado  de la unión  del bloque democrático, dentro del cual hay que rescatar la renuncia modesta de López Aliaga a una candidatura para la presidencia que abre espacio interesante para que desde ahora se trabaje en una candidatura de consenso. El mensaje es especialmente importante para Fuerza Popular, Avanza País.

En cuanto a la izquierda los electores de 2021 a favor de Castillo y sus secuaces como Cerrón, y sus demás esbirros, el voto popular ha destruido a Perú Libre, en Lima y en las regiones, lo que demuestra que no hay electorado marxista militante. Lo mismo ocurre con Acción Popular roja y el miserable Partido Morado. Y el tercer puesto de Forsyth, un individuo que no tiene norte, sólo tiene a su papá, y a un partido que lo amamanta como lo es, Somos Perú, que también ha sido castigado por su complicidad con Castillo.


El caso de Daniel Urresti es distinto. Se trata de un general militar grotesco, populista y autoritario y PRESUNTO asesino y violador que lo sigue la sombra del extinto, Hugo Bustíos, y le impide el éxito electoral por dos veces consecutivos.