EE. UU.: “La confianza de las personas en la democracia se ve debilitada”

Vibrante discurso del secretario de Estado, Antony J. Blinken, a la 51.º Conferencia de las Américas.

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Tal como lo expresara el presidente Biden, Estados Unidos está revitalizando su compromiso con el resto del mundo, y lidera esa tarea a través de la diplomacia. Quisiera destacar tres prioridades cruciales que prevalecen en nuestra revinculación con las Américas.

En primer lugar, debemos acabar con la pandemia de COVID-19. En todo el hemisferio, los casos aumentan y los hospitales ven desbordada su capacidad. La vacunación es fundamental. Para ello, el gobierno estadounidense ha contribuido USD 2000 millones a COVAX, que está brindando vacunas seguras y eficaces contra el COVID en todo el mundo, incluidas 6,5 millones de dosis en América Latina hasta el momento.
También hemos anunciado otros USD 2000 millones destinados a COVAX, que pondremos a disposición a medida que otros países den cumplimiento a los compromisos que han asumido.
Y estamos trabajando con un gran sentido de la urgencia con nuestros socios globales en aspectos de fabricación y suministro para cerciorarnos de que haya vacunas suficientes para todos, en todos lados.

A su vez, Estados Unidos ha prestado 4 millones de dosis de vacunas a nuestros vecinos en Canadá y México, y nos proponemos compartir 60 millones de dosis adicionales de nuestro propio suministro durante los próximos dos meses. Las dosis se destinarán a países que atraviesan las escaladas más peligrosas del virus. Nuestras decisiones se basarán en la necesidad, y no en la política. Y seguiremos proporcionando respiradores, EPP y otros equipos vitales en toda la región.

También estamos trabajando con socios para ayudar a las personas más golpeadas por la pandemia. Ninguna región del mundo ha sufrido un revés económico más contundente debido al COVID, según el FMI. El peso ha recaído principalmente sobre las poblaciones que están menos preparadas para soportarlo, y ha arrastrado a 19 millones de personas en América Latina nuevamente a la pobreza. Por eso, estamos enfocados en asistir a las comunidades que tendrán más dificultades para recuperarse, como con los programas de USAID que ayudan a trabajadores de bajos ingresos a encontrar una forma de ganarse la vida en el contexto de las restricciones por la pandemia.

Ayudar a las comunidades desfavorecidas a recuperarse de la mejor manera posible se relaciona directamente con nuestra segunda prioridad, que es ofrecer oportunidades a todas las personas.

Muy a menudo, nuestros gobiernos han evaluado el éxito económico en términos de PIB y mercados bursátiles. Sabemos que esos números no muestran el panorama completo. Muchas personas en el hemisferio tienen dificultades para cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias, y no tienen oportunidades de mejorar sus vidas. Necesitamos construir una economía global que responda a sus necesidades. Una forma de generar crecimiento y equidad es ocupándonos de la crisis climática. Estamos viendo sus efectos devastadores en la región. Basta con pensar en los 13 huracanes que se produjeron en el Atlántico durante 2020 y que destruyeron las viviendas y los medios de vida de casi 7 millones de personas en Guatemala, Honduras y El Salvador.

Para prevenir una catástrofe climática, cada país de América y el resto del mundo deberá reducir de manera drástica sus emisiones y adaptarse a los cambios inevitables que ocurrirán. Las inversiones que hagamos ahora en energía ecológica y resiliencia pueden generar millones de puestos de trabajo bien remunerados, al tiempo que amplían el acceso a la energía, una condición clave para el desarrollo.

Necesitamos más ambición, innovación e inversiones, y quisiera felicitar a la Argentina, Brasil y Canadá por los valientes compromisos que expresaron en la Cumbre de Líderes.

Todo país interesado en fijar objetivos más ambiciosos en materia climática encontrará un socio en el gobierno y el sector privado de Estados Unidos. Durante la Cumbre, el presidente Biden anunció que, para 2024, EE. UU. duplicará el financiamiento público internacional destinado a cuestiones climáticas que brindamos, en comparación con el volumen máximo anterior que se alcanzó durante la gestión de Obama, a USD 5700 millones anuales; cada año, USD 1500 millones de esos fondos se destinan a la adaptación y la resiliencia ante el cambio climático.

En tercer lugar, estamos dando nuevo impulso a nuestro apoyo a la democracia.

Este año se cumple el 20.º aniversario de la firma de la Carta Democrática Interamericana. Salvo algunas excepciones, en gran parte de nuestro hemisferio la democracia se ha consolidado.

Pero hoy, nuestras democracias están siendo puestas a prueba. Se vive un clima de creciente polarización política, y esto dificulta que los funcionarios electos puedan conseguir resultados concretos. Y la confianza de las personas en la democracia se ve debilitada.

Ninguna democracia de la región está exenta de al menos algunos obstáculos, incluso Estados Unidos. Hoy debemos estar a la altura de las circunstancias y exigirnos unos a otros la observancia de los estándares que todos acordamos en la Carta.

Eso implica tratar como socios, y no como adversarios, a quienes interpelan a los gobiernos para que rindan cuentas, es decir, a periodistas, defensores de derechos humanos y organizaciones de la sociedad civil.