¿Cómo la culpa influye en nuestras acciones y su impacto en la salud mental?

“La culpa es un sentimiento que, si no existiera, uno definiría a alguien como psicópata”, según experto

La culpa malsana se presenta cuando nos responsabilizamos por cosas que están fuera de nuestro control, por daños que no hemos causado o por situaciones en las que no se requiere ofrecer disculpas (Foto: Summer / Pexels).

La culpa es la voz de nuestra conciencia que nos alerta cuando hemos realizado acciones que no concuerdan con nuestras creencias o valores inculcados desde la infancia. 

Existen dos tipos de culpa: la saludable, que nos ayuda a reconocer cuando hemos dañado a alguien y nos impulsa a enmendar nuestros errores para mantener relaciones saludables; y la malsana, que es excesiva o está fuera de nuestro control.

La psiquiatra y escritora, miembro de Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) y supervisora del equipo de interconsulta del Servicio de Salud Mental del Hospital Rivadavia, la doctora Graciela Moreschi explicó que “La culpa es un sentimiento que, si no existiera, uno definiría a alguien como psicópata. La culpa sobreviene cuando uno comete una falta, algo que considera que está mal”.

La diferencia principal entre la culpa saludable y la no saludable radica en la fuente y la intensidad del sentimiento. La culpa saludable es una respuesta natural y adecuada ante una mala conducta, mientras que la culpa no saludable se caracteriza por un sentido excesivo e inapropiado de responsabilidad, o por la falta de perdón que persiste después de sentir culpa saludable.

La Directora del Centro de Estudios, Especializada en Trastornos de Ansiedad (CEETA), la licenciada Gabriela Martínez Castro afirmó que “La culpa puede ser ambas cosas, positiva y negativa, también saludable o malsana o patológica. En el caso de la positiva, es aquella que nos van imprimiendo de a poco, cuando somos chicos, las personas que nos crían”. 

Además, la directora Gabriela Martínez Castro agregó que “la culpa no saludable termina desbordando nuestra propia vida, y esto tiene como consecuencia síntomas de mucha angustia que si se mantienen en el tiempo terminan generando mucho estrés y depresión”

Algunas recomendaciones de la doctora Graciela Moreschi para liberarnos del sentimiento de culpa:

Trabajar en la autocrítica reflexionando sobre las observaciones de las personas cercanas que nos demuestran afecto y confianza.

Reconocer las causas de las situaciones conflictivas para aprender de los fracasos y evitar cometer errores similares en el futuro. El objetivo es comprender la situación y desactivar el proceso de culparse.

Identificar los errores, asumir la responsabilidad cuando corresponda y tomar medidas para rectificarlos y evitar repetirlos.

Comprender que aferrarse a la culpa es como encadenarse al pasado, lo cual puede generar ansiedad y eventualmente depresión.

Aceptar los errores sin sentir un fracaso definitivo y paralizante permite ver los errores como oportunidades de aprendizaje y fuentes de información sobre qué cosas están funcionando y qué cosas no.