Antonio Tarazona Ramón
Muchas mujeres por progresar dejan todo de lado, con tal de alcanzar las metas a la que denomina «progreso» «Status».
Sacrifican el matrimonio, los hijos, la familia, incluso la salud. Salen del trabajo agotadas, y duermen poco , para ellas el «tiempo es oro» no importa el sacrificio físico, el mental , el sentimental , vale toda entrega, ello con tal de alcanzar el único propósito que la lleva a «triunfar en la vida» que es el destacar sobre los demás.
Transcurrido los años y al final de lograr conseguir todo o casi todo lo ansiado en lo material, la fémina Pro Consumen mira a todos lados y comprueba que el precio de su llamado «triunfo social» la conlleva a que este sola , completamente sola.
Su soledad va de la mano con sus pares; todas sus amistades son como ella, sus labores son a tiempo completo, atomizadas psíquicamente, masificadas, marionetas del consumo ocupan cargos de gerentes, políticos, burócratas, empresarias .
En el poco tiempo que les queda para disfrutar de la vida: sale con amigas (os) del rizado y del bronceado perfecto, viaja y compra cosas que muchas veces no va a usar, se divierte, conocen amigos con codigo de vida que es el «choque y fuga» amigos con «derecho de uso corporal» pero no con un compromiso formal de unión permanente, si le dicen para asistir a Misa para ella eso es superstición, costumbre del siglo pasado, algo anticuado, y da como respuesta: será en otra ocasión.
Igual forma de ver la vida está pasando con los hombres, con » los emprendedores» todo sacrificio vale con tal de vivir consumiendo para aparentar el haber progresado, compra ropa con Logo, de etiquetas, de marca, va adquiriendo propiedades y si es en el extranjero la compra es mucho mejor, para el la compra será tema de conversación.
Ambos «triunfadores» hombres y mujeres vacíos de propósitos humanitarios, de un existir sin propósito de solidaridad , sin amor al prójimo, egoístas, y carentes de caridad, que solo ansían el poder, el dinero, el destacar, la buena vida, y el placer , son los llamados » emprendedores» , representan lo que la sociedad de consumo, la economía de mercado forjó como prototipo de humano.
Estos seres vacíos de espiritualidad al final de sus vidas logran como «premio» a su individualismo el vivir presas del vacío existencial que es la enfermedad de nuestro tiempo.
Ella, cada vez que se mira al espejo; lo que ve no le agrada, puesto que la imagen reflejada es la de un ser que lo tiene todo en la vida y nada a la vez.
*Director de la Tribuna Católica.