Alberto Velarde Yáñez*
Las últimas horas agudizan esta larga crisis por la presentación de los audios grabados al presidente Martín Vizcarra en plena operación de cobertura a la investigación que realiza el Congreso y la fiscalía anticorrupción.
A pocos meses de las nuevas elecciones generales del 2021 y menos de 10 meses que se cambie de gobierno no se debe pretender aplicar el artículo 113 de la Constitución sin la reflexión necesaria para evitar el vergonzoso espectáculo que la élite política hizo cuando el 5 de julio último se votó modificar cinco artículos constitucionales en tres horas.
Vivimos en una situación de inestabilidad política desde la segunda vuelta del 2016, afecta al crecimiento económico y la generación de empleo digno facilitando la informalidad, cuyos resultados son la polarización de los ciudadanos y los partidos produciendo caos y corrupción en todas las instituciones tutelares del estado que se reflejan en la renuncia de PPK, la extinción del CNM, la destitución del Contralor de la República Edgar Alarcón y del Fiscal de la Nación Pedro Chávarri, la disolución del Congreso elegido el 2016, el referéndum negando la bicameralidad y la negación del voto de confianza al gabinete Cateriano. Además del descubrimiento y judicialización de los expresidentes Toledo, García, Humala y PPK por corrupción de los gobiernos que les tocó dirigir.
Todos continuaron el mismo libreto de una economía mercantilista a favor de pocos y aumentando la desigualdad entre los peruanos.
Adicionalmente, a mitad de marzo del presente año fuimos invadidos por la pandemia del covid-19, los resultados de las medidas adoptadas por el gobierno de Vizcarra han tenido un pésimo resultado: somos uno de los primeros países en número de muertos por millón de habitantes y tenemos una de las peores caídas del PBI del mundo -12 % anual- con una pérdida de 7 millones de empleos elevando a la población laboral informal a más del 80 %.
Sin embargo, el Registro de Organizaciones Políticas tiene 24 partidos y se vendieron 106 kits electorales a ciudadanos que quieren tener su propio partido. Todas esas características y sucesos muestran la descomposición social en estos cuatro últimos años. Vivimos un período de anomia social y la lucha por el manejo de los recursos fiscales para el provecho de algunos grupos en detrimento de otros sin importar el bienestar general.
El regreso a la confrontación política en todos los niveles está acompañada de la más perversa corrupción en el uso del presupuesto público por los elegidos y designados para su administración. Estamos al borde del abismo, provocando que los extremistas regresen y que el crecimiento económico de los últimos 20 años solo le sirvan a pillos y bribones. Para evitar eso debemos promover en esta hora a ciudadanos que no tengan historias manchadas por sus actuaciones del pasado y buscar las coincidencias en los valores democráticos que surgieron de la crisis del 2000 cuando vencimos a la cleptocracia Fujimorista.
*Ex secretario general de Acción Popular