En una audiencia general celebrada por el papa Francisco este miércoles, un niño con discapacidad se convirtió en el protagonista cuando se separó de su madre, subió al estrado e intentó pedir a toda costa el solideo del pontífice.
Cuando inició la audiencia, el niño subió solo al estrado donde el Papa da su audiencia los miércoles y tomados de la mano intercambiaron algunas palabras, enseguida el pontífice lo invitó a sentarse durante un momento en la silla reservada al regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, Leonardo Sapienza.
El niño de unos 10 años, desde el principio tenía la única intención de pedirle a Francisco su casquete de seda blanco que portan sólo los Papas, pero al final le regalaron otro y volvió satisfecho con su madre, que se encontraba entre los varios miles de fieles presentes en el aula Pablo VI.
El Papa, que siempre sonrió pacientemente al pequeño, antes de comenzar su catequesis afirmó: «Este niño tuvo la libertad de acercarse y moverse como si estuviera en casa» y lo agradeció «por esta lección» porque «los niños no tienen un traductor automático del corazón a la vida, los niños continúan” y también pidió «que el Señor lo ayude en su limitación y en su crecimiento».
En el pasado, otros niños también se han convertido en protagonistas de la audiencia al pasear libremente por el estrado cerca a Francisco e incluso se han sentado en la silla destinada al Papa, quien siempre valoró la libertad y la espontaneidad de los pequeños.
L.R.N.