Ricardo Sánchez Serra
Con profundo dolor y consternación, condenamos el ataque ucraniano perpetrado en el distrito municipal de Kreminskyy de la República Popular de Lugansk (Rusia), que ha cobrado la vida de tres valientes periodistas: Alexandr Fedorchak, corresponsal de Izvestia, Andrey Panov, camarógrafo y Alexander Sirkeli, director del equipo de filmación de la emisora rusa Zvezda. Estos profesionales, dedicados a la búsqueda de la verdad, fueron víctimas de un acto atroz mientras cumplían su deber en un vehículo civil, en un área claramente identificada como de población civil.
Este ataque ucraniano no solo representa una violación flagrante de los principios fundamentales del derecho internacional, sino también un intento deliberado de silenciar la verdad y ocultar la realidad de los hechos. El periodismo, una de las profesiones más peligrosas del mundo, no debe ser objeto de ataques. Matar al mensajero es una estrategia vil que busca perpetuar la desinformación y evitar que la verdad salga a la luz.
Hace unos meses, durante mi visita al Dombás, fui testigo de las devastadoras consecuencias de estos actos indiscriminados. En el hospital de Traumatología, vi niños heridos, sin ojos ni dedos, víctimas de minas lanzadas por drones ucranianos. Tanto los misiles como los drones no son ciegos, son dirigidos; su objetivo es claro y su impacto, devastador. Estos ataques no solo destruyen vidas, sino que también siembran el terror y la desesperanza en comunidades inocentes.
Además, recordamos con indignación el asesinato del periodista chileno-estadounidense Gonzalo Lira, quien perdió la vida mientras estaba detenido en Ucrania. Su trágico destino es otra muestra del desprecio por la libertad de prensa y la creciente persecución contra quienes buscan transmitir la verdad al mundo.
Es igualmente indignante el silencio cómplice de la prensa occidental, que no solo omite informar sobre estos crímenes, sino que difunde desinformación y narrativas sesgadas. La verdad no debe ser ocultada ni manipulada. Es nuestra responsabilidad colectiva denunciar estos actos y exigir justicia para las víctimas y sus familias.
Expresamos nuestras más sinceras condolencias a los medios afectados y a los familiares de Andrey Panov, Alexander Sirkeli, Alexandr Fedorchak y Gonzalo Lira. Su sacrificio no será olvidado, y su legado como defensores de la verdad permanecerá como un faro de inspiración en tiempos de oscuridad. Este ataque es una muestra más de que Ucrania no busca la paz. Al violar el alto al fuego con ataques a instalaciones energéticas y, como lo hizo anteriormente con los Acuerdos de Minsk, que causaron la muerte de 14 mil personas, entre ellas mil niños. Estos actos no solo reflejan una falta de compromiso con la estabilidad, sino también un desprecio por la vida humana y los principios fundamentales de convivencia pacífica