Ricardo Sánchez Serra
Hemos conmemorado el 25 aniversario de la captura del sanguinario cabecilla terrorista Abimael Guzmán con un fuerte despliegue periodístico de lo que significó el principio del fin de las actividades terroristas del grupo delincuencial Sendero Luminoso.
En estas horas se recuerda lo que el Perú vivió, lo que las familias vivieron, en continua zozobra por los atentados terroristas. Todos los peruanos, de cierta edad, lo sufrimos: cortes de luz, de agua, los sonidos estruendosos de los coche-bombas y lo peor, las víctimas de ese accionar demencial, que nos enlutó directa e indirectamente.
Y tenemos muchos héroes de la democracia, civiles, militares y policías que ofrendaron sus vidas para que el Perú viva en paz actualmente. A ellos loor y gloria, así como a los que siguen viviendo y han sido merecidamente reconocidos por la sociedad.
Desgraciadamente, si bien el Perú está pacificado, aún subsiste, Sendero está latente. Y es culpa de nosotros mismos.
Primero y lo esencial es que como padres no hemos transmitido a nuestros hijos las horas aciagas que vivimos en medio del accionar terrorista. No les hemos comunicado y aleccionado el daño que hacen pensamientos enfermos, que con la excusa de buscar la justicia social hay que cambiar la sociedad con violencia y terror.
Y por ello tenemos jóvenes y marxistas radicales que con ingenuidad o intención pretenden crear o revivir movimientos proterroristas como el Movadef.
Segundo, la ausencia del Estado en numerosos pueblos recónditos de nuestro país y que son caldo de cultivo de los terroristas o los terroristas son el Estado en esos parajes. Un grave descuido, abandono, de los gobiernos anteriores y que el presidente Pedro Pablo Kuczynski, con el accionar de los ministerios de Defensa e Interior están enmendando.
Solos no pueden, toda la sociedad que incluye el Congreso, el Poder Judicial, los medios de comunicación, tienen que ayudar en esa pacificación total. La tarea es difícil, pero larga y apremiante.
Tercero, la irresponsable actitud de algunos medios de comunicación, que hacen propaganda a personas, convictas y confesas terroristas, que ni siquiera se arrepienten de haber bañado en sangre el país. Toda una afrenta a los peruanos y a las víctimas del terrorismo. Como por ejemplo el extenso informe sobre la vida de la terrorista Maritza Garrido Lecca, que la convierten en una especie de Peter Pan o un personaje del jet set, una pituca convertida en terrorista.
Cuarto, el tratamiento de algunas personas o medios al terrorismo como simple guerrilla o guerra civil en el Perú, que en nada se acerca a la realidad, pero que confunde a peruanos y extranjeros incautos.
Por estas cuatro razones y deben haber muchas más, Sendero vive.
@sanchezserra