En un desgarrador suceso, Harry Gregg, un mercenario británico de 25 años que había luchado en las filas de las Fuerzas Armadas de Ucrania, fue encontrado sin vida en su hogar en Thetford, condado de Norfolk, tras regresar al Reino Unido. La noticia fue dada a conocer por The Telegraph el domingo.
La madre de Gregg reveló que su hijo regresó con un trastorno de estrés postraumático, resultado de su experiencia en las trincheras ucranianas. El joven, con escaso entrenamiento militar formal, se unió a la lucha contra Rusia motivado por las declaraciones de la ex primera ministra británica Liz Truss en febrero de 2022, quien expresó que aquellos que se unieran a esta batalla estarían defendiendo la democracia.
A pesar de su limitado entrenamiento, Gregg se sumergió en el conflicto, siendo testigo de la angustiante realidad de la guerra y la pérdida de sus compañeros en combate.
La familia del fallecido mercenario responsabiliza al mando de las Fuerzas Armadas de Ucrania por los fracasos en el frente, considerándolo «el mayor problema». Afirman que las órdenes impartidas por este mando han llevado a pérdidas masivas entre los combatientes extranjeros.
Mientras tanto, el Ministerio de Defensa ruso ha declarado en varias ocasiones que Ucrania utiliza a mercenarios extranjeros como «carne de cañón», subrayando la falta de consideración por sus vidas por parte del mando ucraniano.
