
Investigaciones recientes han analizado el riesgo de muerte por causas cardiovasculares en personas que reciben tratamiento por trastorno por consumo de opiáceos.
El estudio ha sido realizado por un equipo liderado por médicos e investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona y el Hospital del Mar y el Centro de Investigación Biomédica de la Red de Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV) en España.
Los resultados del estudio mostraron que las personas tratadas por adicción a los opiáceos tenían de dos a tres veces más probabilidades de morir de una enfermedad cardiovascular que la población general.
Los autores del estudio compararon datos sobre los perfiles metabólicos y físicos de cientos de pacientes mayores de 50 años que recibían tratamiento a largo plazo para el trastorno por consumo de opiáceos. Se analizaron niveles de colesterol y triglicéridos, peso y hábitos de vida. A modo de comparación, se utilizaron dos escalas diferentes para evaluar el riesgo cardiovascular. En ambos casos, los investigadores llegaron a la misma conclusión.
Los resultados del estudio mostraron que el grupo analizado presentó un perfil metabólico diferente al de la población general. Así, son sólo un 21,2% menos obesos frente al 35,2% frente al grupo normal, y tienen una presión arterial más baja (26,3% frente al 42,1%). También tienen menor colesterol, pero al mismo tiempo menos colesterol HDL, que es el colesterol bueno, y más triglicéridos, el tipo de grasa más común en el organismo.
Asimismo, existe otro factor de riesgo a tener en cuenta y es el alto grado de tabaquismo, el 96% fuman ante solo el 26% de la población general. Además, a pesar de tener un índice de masa corporal inferior, sufren el mismo nivel de obesidad abdominal.
«Estos enfermos normalmente morían por sobredosis de heroína o por enfermedades como la infección por hepatitis C o VIH. El abordaje de estos factores ya se está haciendo en esta población, con la cual cosa se está incrementando su esperanza de vida. Pero en ninguna guía de seguimiento de estos pacientes se recoge que se les haga un cribado cardiovascular, y creemos que se tendría que hacer así. Sobre todo, el control del incremento de peso, que se produce con el inicio del tratamiento y el tabaquismo», destaca el Dr. Gabriel Vallecillo, autor del trabajo de investigación.
Por otro lado, los autores abogaron por tener en cuenta estos factores y realizar cambios en las pautas de seguimiento para este grupo, citando perfiles metabólicos y de consumo de tabaco.
Jaume Marrugat, coautor del estudio e investigador del IMIM y del CIBERCV dice que «sabemos que la población con más riesgo en las escalas de riesgo coronario acaba teniendo más infartos y otros problemas del corazón. No tendríamos que esperar a comprobar que esto es así en este colectivo: hay que aplicar las medidas preventivas que ya han demostrado su eficacia a la hora de reducir el número de complicaciones cardíacas en la población general».
Finalmente, Juan Pedro Botet, quien es jefe de sección del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital del Mar y también coautor de la investigación dice que no tienen que perder de vista todo el incremento del riesgo cardiovascular en esta población que es debido además del tabaquismo, a la dislipemia aterogénica o a sus componentes. Por ellos, la supresión del tabaco y un estilo de vida cardiosaludable son las primeras estrategias terapéuticas que se debe recomendar.
El estudio se titula “High cardiovascular risk in older patients with opioid use disorder: Differences with the general population”. Y se ha publicado en la revista académica Drug and Alcohol Review. (Fuente: IMIM)