Saludo cordialmente a todos los participantes de la Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-América Latina.
Por iniciativa de la dirección de la Duma de Estado rusa, se reunieron en Moscú representantes de órganos legislativos y dirigentes de diversos partidos políticos, líderes de organizaciones públicas, expertos y diplomáticos de la mayoría de los Estados latinoamericanos.
La llegada de un grupo de legisladores latinoamericanos que expresan la voluntad de sus electores y están llamados a trabajar en favor de sus intereses es otra prueba del deseo de los pueblos de nuestros países de desarrollar una colaboración integral y mutuamente beneficiosa con Rusia. Estamos seguros de que la intensificación del diálogo directo a través de los parlamentos brinda muy buenas oportunidades para profundizar nuestra cooperación y ampliarla mediante nuevas áreas de actividad conjunta.
Como ayer me dijo el Presidente de la Duma de Estado rusa, sé que vuestra conferencia tiene un programa muy rico y extenso. Durante las sesiones temáticas y las mesas redondas, ustedes debatirán el papel de la diplomacia parlamentaria en el fortalecimiento de la cooperación entre Rusia y los países latinoamericanos en diversos ámbitos: político y de seguridad, socioeconómico y humanitario.
Señalo que Rusia y los Estados latinoamericanos han tenido tradicionalmente mucho en común en sus puntos de vista sobre las cuestiones internacionales.
Los latinoamericanos siempre han buscado la libertad, la independencia, y la historia de vuestro continente está llena de los más vivos ejemplos de esto.
Así fue durante la lucha contra el colonialismo en la época del famoso Simón Bolívar, que se convirtió en un símbolo de libertad no sólo para América Latina, sino incluso para todo el mundo, para toda la humanidad. También fue así en la segunda mitad del siglo pasado, cuando el continente dio al mundo luchadores desinteresados por la justicia y la igualdad social como Salvador Allende, Ernesto Che Guevara y Fidel Castro.
Quiero decir que este aplauso viene al caso. Se trata de un aplauso que habla del papel de las personas que he nombrado. Recuerdo mis reuniones con Fidel Castro, fueron varias. Era un gran hombre, ¿sabéis? Era un hombre que pensaba en la gente a cada segundo, y no sólo en los cubanos, pensaba en toda América Latina, pensaba en toda la gente del planeta, de todo el mundo. En realidad, todos sus pensamientos se centraban en buscar el bien común y la justicia. Era una personalidad única. América Latina da a luz este tipo de personas.
Sin exagerar, se puede afirmar que los países latinoamericanos muestran ya hoy una trayectoria de éxito en el progresivo [proceso] de formación de un sistema multipolar de relaciones internacionales basado en la igualdad, la justicia, el respeto al Derecho Internacional y los legítimos intereses de cada uno.
En ese nuevo orden policéntrico, los Estados latinoamericanos, con su enorme capacidad económica y recursos humanos, y su voluntad de practicar una política exterior soberana e independiente, tendrán uno de los papeles principales en el mundo. No hay dudas.
Rusia desea sinceramente que los países de América Latina se desarrollen de forma progresiva y dinámica y refuercen sus posiciones en la economía y la política mundiales. Hemos promovido y promovemos que América Latina, en su unidad y diversidad, sea fuerte, independiente y próspera.
En este sentido, estamos dispuestos a desarrollar la cooperación tanto a nivel bilateral como a trabajar estrechamente con las asociaciones de integración de la región latinoamericana: la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y el Mercado Común del Sur. En particular, vamos a fomentar que estas estructuras establezcan vínculos prácticos con la Unión Económica Euroasiática y comparen enfoques sobre cuestiones actuales de política comercial, regulación arancelaria, impulso a la inversión y transferencia de tecnología.
Y, por supuesto, Rusia saluda las intenciones de varios Estados latinoamericanos de incorporarse a las actividades de los BRICS como miembros de pleno derecho y como socios.
Aparte del discurso, puedo decir lo siguiente. Tenemos datos diferentes, diferentes visiones de lo que está ocurriendo en varios países de América Latina, y los diferentes partidos políticos mantienen posturas diferentes frente a las asociaciones mencionadas, incluyendo al proceso de adhesión a los BRICS. Sabemos todo esto, sabemos las diferentes tendencias en varias esferas políticas, especialmente en vísperas de varios acontecimientos políticos dentro de estos países. Pero los BRICS es una organización pacífica, no es una alianza militar, se trata simplemente de una plataforma para armonizar opiniones y elaborar soluciones aceptables, mutuamente aceptables, basadas en la soberanía, la independencia y el respeto mutuo.
Y estoy seguro de que los partidos políticos de los países que se adhieran, se hayan adherido, quieran adherirse, trabajar con estas organizaciones, incluso los BRICS, independientemente de lo que ocurra en las esferas políticas y en los partidos políticos, se regirán por el ánimo del pueblo. Y el ánimo de la población, en sentido amplio, en todos los países de América Latina es tal que aspira a la libertad y a la independencia. Y todos los países y partidos políticos de la región latinoamericana tendrán que tener esto en cuenta. Y esto significa que básicamente, desde el punto de vista estratégico, sin duda, cooperaremos, incluso en aquellas cuestiones que son clave para la agenda de los BRICS.
¿Por qué hablo de esto? Porque Rusia asume la presidencia de los BRICS, y estoy seguro de que haremos todo lo posible para que la llamada mayoría mundial sienta que no es sólo una mayoría en cuanto al número de habitantes de nuestros países, sino que es una mayoría, con vistas a su desarrollo.
Respecto a nuestras relaciones directas con los países latinoamericanos, me gustaría destacar varios aspectos que considero prioritarios. Primero, estas relaciones son amistosas, constructivas y mutuamente beneficiosas. Se desarrollan sobre la base de la igualdad y el mutuo respeto de los intereses.
El intercambio comercial entre Rusia y América Latina ha aumentado un 25% en los últimos cinco años. Las exportaciones rusas se han multiplicado por 2,3, y de productos que los países latinoamericanos necesitan: trigo, fertilizantes, productos del petróleo y muchos otros bienes vitales.
Son nuestros mercados tradicionales. Sin duda, la transición más dinámica hacia las monedas nacionales en los pagos financieros, el establecimiento de canales de cooperación crediticia y bancaria, y la creación de nuevas cadenas transporte y logística contribuirán a un mayor desarrollo de los intercambios comerciales mutuos.
En el ámbito financiero, hace poco celebramos la Cumbre Rusia-África en San Petersburgo. Y los líderes africanos dijeron, burla burlando, que la carga total de deuda africana es de más de un billón de dólares. Esto es imposible de pagar, teniendo en cuenta el nivel de desarrollo económico de estos países.
¿Por qué hablo de esto? Estoy hablando de que las modernas relaciones financieras y crediticias en el mundo están organizadas para servir exclusivamente a los intereses de los llamados «mil millones de oro». Ellos, los representantes de los «mil millones de oro», más exactamente, los dirigentes de los «mil millones de oro», explotan a casi todos los países del mundo. Abusan de su ventaja tecnológica, informativa y financiera. Han creado instituciones financieras internacionales de tal manera e introducen tales normas en la esfera de la actividad financiera y económica que sólo son beneficiosas, quiero subrayar que todo parece bastante favorable, al final sólo para estos «mil millones de oro». Y esto es sin duda algo sobre lo que tenemos que reflexionar. Estamos pensando en esta cuestión, incluso en el marco de la organización que ya he mencionado, los BRICS.
Estoy seguro, lo sé, de que las asociaciones latinoamericanas de integración también están pensando en esto y discutiendo estas cuestiones. Estas obligaciones crediticias que se han impuesto a muchos mercados en desarrollo ya no son ni siquiera obligaciones crediticias, sino una especie de impuesto. Es una especie de contribución. No debería ser así. Por eso, todos nosotros, aunando nuestros esfuerzos, debemos cambiar las normas también en este ámbito internacional.
Nuestras herramientas comunes incluyen toda una serie de importantes proyectos de inversión y alta tecnología mutuamente beneficiosos. Les recuerdo, por ejemplo, que en Bolivia se está construyendo el centro de investigación y desarrollo en tecnología nuclear con participación rusa, en Nicaragua y Venezuela se están expandiendo las empresas biofarmacéuticas conjuntas y en Cuba se está modernizando una planta metalúrgica. Estos son sólo algunos ejemplos.
Nuestra actitud amistosa hacia los países de la región también se refleja en el hecho de que siempre estamos dispuestos a acudir en ayuda de los latinoamericanos y a echarles siempre el brazo y apoyarles en la superación de las devastadoras consecuencias de las catástrofes naturales, en la lucha contra el terrorismo, el extremismo, el crimen organizado y el narcotráfico.
También se mantiene un alto nivel de cooperación con los Estados latinoamericanos en el ámbito humanitario. El número de países con los que hemos establecido el régimen libre de visados aumenta constantemente: actualmente abarca 27 países latinoamericanos. Esto está ofreciendo nuevas oportunidades para los intercambios empresariales, científicos y culturales, así como para el aumento de los flujos turísticos.
Hoy en día, casi cinco mil alumnos latinoamericanos estudian en nuestro país, y su cuota anual de plazas financiadas por el Estado en las universidades rusas también está aumentando este año académico.
También estamos preparando personal profesional para los organismos nacionales del orden público en los países latinoamericanos.
Los proyectos ruso-latinoamericanos en medicina y sanidad, seguridad biológica y epidemiológica se están realizando con buenos resultados. Durante la pandemia de COVID-19, nuestro país fue uno de los primeros en suministrar a América Latina grandes envíos de vacunas, pruebas de COVID-19, material sanitario e higiénico y otros suministros médicos y humanitarios.
Y por supuesto, queridos amigos, no puedo olvidar que, como sabemos, hay unos 300.000 nativos rusos y de la URSS viviendo en América Latina. Muchos de ellos se han integrado plenamente a la vida de sus nuevos países, y algunos siguen viviendo en sus comunidades rusas, conservando su cultura espiritual nacional, su idioma y su identidad. Y estamos agradecidos, quiero subrayarlo, a vosotros, parlamentarios, porque representáis los intereses de vuestros electores, y os pido que transmitáis estas palabras de gratitud a las personas con las que trabajáis en los territorios de vuestros países. Agradecemos a nuestros socios latinoamericanos y a los ciudadanos de sus países por su atención a las necesidades e intereses de nuestros compatriotas rusos, por la memoria del papel que los rusos desempeñaron en la formación de algunas instituciones estatales del continente, en el desarrollo de sus economía, cultura y arte.
Al concluir mi discurso, me gustaría subrayar que creo que es muy adecuado y oportuno intensificar el formato interparlamentario de las relaciones de Rusia con los Estados latinoamericanos. El apoyo de los legisladores es, sin duda, necesario en muchos asuntos relativos a la expansión de los multifacéticos lazos ruso-latinoamericanos. Este es el objetivo principal de la actual Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-América Latina.
Les deseo sinceramente, a los participantes y organizadores de estos eventos, un trabajo fructífero y todo lo mejor. Y, por supuesto, me gustaría desear a ustedes, como parlamentarios, un trabajo fructífero en sus nobles iniciativas en sus países.