Un estudio publicado en la revista Nature mostró pruebas que Rosalind Franklin fue una de las co-descubridoras de la estructura del ADN en pie de igualdad con los científicos James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins. La investigación evidencia cómo se ocultó el aporte de la química británica.
El artículo publicado por Matthew Cobb, de la Universidad de Manchester, en el Reino Unido, y Nathaniel Comfort, de la Universidad Johns Hopkins de los Estados Unidos, aportó pruebas que cambian la leyenda que se ha construido sobre el descubrimiento de la estructura de ADN.
La leyenda cuenta que el momento clave del hallazgo fue cuando le mostraron a Watson una imagen de rayos X del ADN que era del laboratorio de Franklin. Ella no había dado el permiso para que le muestren la imagen ni sus datos a Watson, ni tampoco tuvo conocimiento del hecho.
La imagen es conocida como la “Fotografía 51″, y se considera “la piedra filosofal de la biología molecular”, escribieron Cobb y Comfort. “Se ha convertido en el emblema tanto del logro de Franklin como de su maltrato”, opinaron. La leyenda cuenta que la científica era quien tenía la foto, pero se contó que la mujer había sido incapaz de interpretar la imagen y descifrar sus propios datos.
Los investigadores Cobb y Comfort visitaron el archivo de Franklin en el Churchill College de Cambridge, en el Reino Unido, y encontraron un borrador de un artículo para la prensa que hasta ahora no había sido estudiado. Lo escribió la periodista Joan Bruce quien había consultado a Franklin. Iba a estar destinado para la revista Time, pero no llegó a ser publicado.
“Consideramos que Franklin fue integrante con pie de igualdad del cuarteto de científicos que resolvieron la doble hélice del ADN. Queremos decir que Franklin no era ni una tonta testaruda que no entendía sus propios datos, como la visión que se presenta en el libro La doble hélice, que fue escrito por Watson”, dijo el doctor Cobb.
La científica había nacido en 1920 y murió a los 37 años por cáncer de ovario. En 1962, Watson, Crick y Wilkins ganaron el premio Nobel de Medicina “por sus descubrimientos sobre la estructura molecular de los ácidos nucleicos y su importancia para la transferencia de información en la materia viva”.