El sujeto identificado como Diego Edson Morales García, de 29 años, salió de Lima la madrigado del 23 de mayo con tan solo una mochila y su pasaporte peruano y dentro de su cuerpo tenía escondido 90 cápsulas de cocaína, la «mula» tenía planeada llegar hasta Milán con escala en Buenos Aires y Frankfurt.
Pero nunca llego a Milán, ya que fue detenido en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, de Ezeiza. Detectado gracias a un escáner corporal en el aeropuerto de Ezeiza, el joven peruano fue arrestado antes de abordar su vuelo hacia Milán. El juez a cargo dictó prisión preventiva y ordenó un embargo millonario basado en el valor de la droga incautada.
El señor de 29 años consumió las cápsulas de cocaína en Perú y viajó a Buenos Aires, cambió de aeropuerto y en Ezeiza trató de embarcar rumbo a Milán con escala en Frankfurt.

La Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) arrestó a Morales en el aeropuerto de Ezeiza mientras intentaba abordar un vuelo internacional. A pesar de que su pasaporte y documentos estaban correctos, los oficiales notaron discrepancias en su itinerario, y su gran nerviosismo generó sospechas.
Después de ser conducido a una sala de revisión, una tomografía mostró que tenía muchas cápsulas en su abdomen, lo que provocó su traslado urgente al Hospital de Ezeiza bajo la vigilancia de la policía. Entre el 24 y el 28 de mayo, expulsó 90 cápsulas que contenían un total de 698 gramos de cocaína.
Según relato él se tragaba una cápsula, dos, diez. Sin parar. Así hasta llegar a 90. Cada cápsula vale unos 100 dólares en el bolsillo de la «mula». Cada una tiene entre 7 y 10 gramos de cocaína. Si alguna si se rompe, es la muerte asegurada.
Los médicos informaron que Morales podría haber estado en grave peligro si alguna cápsula se rompía, ya que había viajado por más de un día con lo que un juez calificó como una «bomba de tiempo» dentro de su cuerpo.

El Juzgado Nacional en lo Penal Económico N. º 6, dirigido por el juez Marcelo Aguinsky, dictó su procesamiento con prisión preventiva y un embargo de 48 millones de pesos argentinos.
Morales no quiso declarar, no proporcionó detalles sobre el origen de la droga ni sobre posibles cómplices, y solo pidió atención médica para problemas de salud crónicos. Además, solicitó que el dinero confiscado le fuera devuelto en moneda local para cubrir sus gastos en la cárcel.