Ricardo Sánchez Serra
Recientemente, se cumplió el 162 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Perú y Rusia y 56 años desde la apertura de sus embajadas en Lima y Moscú.
En el primer caso, la decisión fue tomada por el emperador Alejandro II y el presidente Miguel de San Román en 1863. En el intercambio de misivas, se comprometieron a “consolidar las relaciones de amistad entre ambos pueblos”. El zar firmó la carta el 17 de enero de ese año, día que se conmemora la citada efeméride.
Luego, en 1874, el ministro plenipotenciario José Antonio de Lavalle firmó el primer “Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre Perú y Rusia” y se abrió esporádicamente una sede diplomática en San Petersburgo.
En el segundo caso, en 1969 se abrieron las sedes diplomáticas por gestiones del entonces canciller Edgardo Mercado Jarrín y el embajador de la Unión Soviética en Chile, Nikolái Alexéyev. El primer embajador en Moscú fue el eminente diplomático Javier Pérez de Cuéllar.
Es lamentable que esta significativa fecha no haya sido conmemorada, considerando la historia y los lazos de solidaridad entre ambas naciones.
En un aniversario anterior mencioné que como anécdota referimos que la primera mención sobre Rusia la hizo el Inca Garcilaso de la Vega en “La Florida del Inca” en 1605, conectando el Nuevo y Viejo Mundo.
A lo largo de la historia, los rusos han tenido pequeñas relaciones comerciales con el Virreinato del Perú. El primer ruso que pisó el Callao fue el capitán Mijaíl Lazarev, de la nave Suvórov, en 1815. Se inició el primer intercambio comercial -compraron quina, lana y otros productos- y les regalaron llamas, vicuñas y alpacas, así como antigüedades incas, para el emperador Alejandro I, vencedor de Napoleón. La tripulación quedó impresionada por la belleza de las mujeres limeñas.
En el siglo XX, la cooperación se centró en los ámbitos militares, técnico, científico (apoyo al lanzamiento del primer satélite peruano Chasqui, entre otros), y educativo. Más de diez mil peruanos han estudiado en Rusia y han regresado con familia.
Uno de los gestos más grandes de solidaridad de la entonces URSS al Perú fue durante el terremoto de Yungay, una verdadera catástrofe. La URSS envió médicos, enfermeras y medicinas, e instaló grandes hospitales de campaña. Incluso uno de los aviones que transportaba más médicos, enfermeras y medicinas, se hundió en el Atlántico. Este día se conmemora como el Día de la Solidaridad de Rusia con el Perú.
Otro gesto de ayuda rusa se produjo durante el conflicto entre Ecuador y Perú, cuando nadie vendía armas a los contendientes. Rusia autorizó la venta de aviones Sukhoi y Mig-29 al Perú, lo que, de alguna manera, obligó a Ecuador a negociar la paz y el cierre de las fronteras bajo la presión de los garantes: Argentina, EE.UU., Brasil y Chile. Durante la pandemia, Rusia también donó test de Covid-19 al Perú. Estos actos de apoyo han creado un legado de cooperación que es valioso preservar.
El Perú siempre otorgó una importante relación especial con Rusia, suscribiendo la Declaración Conjunta de Asociación Estratégica en noviembre del 2015, no solo basada en la cooperación militar, sino también “en los ámbitos económico-comercial, científico-técnico, educativos, medio ambientales, de prevención de riesgo y situaciones de emergencia”, como señaló en su momento Torre Tagle.
Es importante mencionar que, lamentablemente, desde el 2015, un acuerdo de cooperación espacial, se encuentra en un sótano de la Cancillería sin firmar. De otro lado, hay que destacar que “en plena crisis de la deuda, Moscú permitió que el Perú devolviera una parte de su deuda con el suministro de productos, entre otros, harina de pescado, textiles y zapatos”, relata en su libro el internacionalista Sebastien Adins.
Tras la operación militar especial de Rusia en Ucrania, Perú condenó la acción, pero se negó, a pesar de presiones, a aplicar sanciones.
Por otra parte, se sabe que la Embajada de Ucrania ha enviado cartas al Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú para protestar por la reparación del armamento ruso y la presencia de técnicos rusos en Perú, lo cual constituye una intromisión en asuntos internos del país y un atentado contra la seguridad nacional. Sin embargo, no se tiene constancia de una protesta oficial por parte del Perú.
También sorprendió la agresiva condena de Ucrania a la visita de parlamentarios peruanos a Moscú para participar en un foro de legisladores latinoamericanos y rusos, lo cual fue un exabrupto poco o nada diplomático.
Asimismo, algunos municipios han negado la organización de actividades culturales rusas en sus localidades, siguiendo en algunos casos recomendaciones de la Cancillería. La rusofobia no debe tener cabida en Perú, ya que toda fobia es repulsiva. Perú es, por tradición, un país hospitalario.
Resulta también inexplicable que en el Centro Cultural Inca Garcilaso de la Cancillería se hayan transmitido películas ucranianas sobre la guerra en Ucrania. Este hecho es lamentable. ¿Se permitiría a los rusos transmitir sus películas en igualdad de condiciones?
Perú no debe ser ingrato en las relaciones internacionales. Aunque no puede otorgar patente de corso, debe mantener una posición neutral en las diferencias y guerras comerciales entre las grandes potencias. El país debe llevarse bien con todos. Esto puede proporcionar mayores oportunidades de colaboración y apoyo en foros multilaterales.
Es crucial que Perú reconozca y celebre sus relaciones históricas y de solidaridad con Rusia -como con todos los países amigos-, manteniendo una postura equilibrada y de respeto en el escenario internacional. La historia compartida y los gestos de ayuda son aspectos valiosos que no deben ser olvidados ni menospreciados.
Mantener buenas relaciones con Rusia es beneficioso para Perú en términos de solidaridad histórica, cooperación económica, desarrollo tecnológico, equilibrio geopolítico, intercambio cultural, seguridad y defensa, y colaboración en crisis globales.
La diplomacia peruana debe esforzarse por cultivar y fortalecer estos lazos, promoviendo una cultura de paz, cooperación y el desarrollo mutuo.