Ricardo Sánchez Serra
En un acto de responsabilidad diplomática y compromiso con la estabilidad internacional, el Congreso de la República del Perú ha tomado una postura firme al exhortar al gobierno a respaldar la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara. Esta decisión no es aislada, sino que se inscribe en una dinámica global que cada vez suma más naciones en apoyo a la iniciativa de autonomía marroquí, la cual ha sido respaldada por el Consejo de Seguridad de la ONU desde 2007 como la solución más viable y realista para esta prolongada disputa.
El creciente reconocimiento de la propuesta marroquí por parte de naciones influyentes, incluida recientemente Gran Bretaña, refuerza la necesidad de una solución definitiva que respete la postura de la ONU y el trabajo del enviado especial del secretario general, Staffan de Mistura. Sin embargo, la ONU está maniatada, porque estos esfuerzos han sido constantemente obstaculizados por la injerencia de Argelia, que persiste en mantener vivo un conflicto artificial a través de su apoyo -interesado- al Frente Polisario, una organización cuya legitimidad ha sido cuestionada a nivel internacional debido a sus vínculos con redes de tráfico y grupos extremistas -léase terroristas- como Hezbollah.
La moción aprobada por el Congreso peruano no solo representa un paso fundamental hacia el fortalecimiento de las relaciones bilaterales con Marruecos, sino que también envía un mensaje claro a la comunidad internacional: el Perú defiende el derecho internacional, la paz y la estabilidad en el norte de África. En este sentido, la Cancillería peruana no puede permanecer ajena a una problemática que afecta la seguridad regional y que requiere una postura firme contra la desestabilización promovida por actores externos.
El respaldo del Congreso peruano a la propuesta de autonomía marroquí se suma a los esfuerzos de países como España, Francia y Estados Unidos y muchos otros, que han reconocido esta iniciativa como la base más sólida para una solución pacífica y duradera. Asimismo, evidencia el compromiso del Perú con la lucha contra el terrorismo y el respeto a los derechos humanos, rechazando cualquier intento de manipulación política que prolongue innecesariamente un conflicto que impide el desarrollo y bienestar de los ciudadanos saharauis.
La comunidad internacional debe actuar con determinación para cortar los hilos de la interferencia que perpetúan el problema. Es hora de que la ONU y sus organismos competentes redoblen esfuerzos para garantizar la implementación de una solución definitiva, libre de presiones y manipulaciones externas. La estabilidad de la región y el respeto a la autodeterminación de los pueblos dependen de ello.
Con este paso firme, el Congreso peruano demuestra que el país tiene un rol activo en la política internacional y que sabe reconocer las dinámicas geopolíticas que realmente contribuyen al desarrollo y la paz global. La Cancillería debe alinearse con esta visión y profundizar los lazos diplomáticos con Marruecos, un país que ha mostrado ser un actor clave en la estabilidad y crecimiento de la región, y que ha demostrado ser amigo del Perú y más aún, en momentos críticos.