por Francisca Yu-tsz Chang
Representante de la Oficina Económica y Cultural de Taipéi en el Perú
Según estipula el artículo 1° de la Constitución peruana “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”, la igualdad digna y el alto respeto a los derechos esenciales de sus ciudadanos, tanto en los asuntos civiles como su participación en la escena mundial, son temas de vital importancia para cualquier país democrático que respete el orden internacional como Perú y la República de China (Taiwán).
La República de China (RDCh), fundada en el año 1912 por su Padre de la Patria Dr. Sun Yat-sen, es uno de los 51 Estados Miembros fundadores de las Naciones Unidas en 1945. Tras la derrota en la guerra civil contra el Partido Comunista Chino, la RDCh se trasladó a Taiwán en 1949 desde China Continental. En octubre del mismo año, el Partido Comunista Chino anunció el establecimiento de la República Popular China (RPCh) en Beijing. Desde entonces, la RDCh ha continuado ejerciendo la jurisdicción efectiva sobre la isla principal de Taiwán y un número de islas aledañas, lo que ha dejado a Taiwán y China bajo el régimen de diferentes gobiernos.
Después de reubicarse en Taiwán, la RDCh promovió activamente la construcción económica de la isla, transformándose de una sociedad agrícola a la industrial, pasando a la alta tecnología hoy en día. En la escena internacional, desempeñó activamente un papel responsable en la ONU para la paz global hasta el 25 de octubre de 1971, cuando la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución 2758, aceptando a la RPCh como el representante de “China”, a causa de lo cual, la RDCh se retiró de este organismo mundial.
Cabe resaltar que la Resolución 2758 de la Asamblea General de la ONU, a la que apela la RPCh, aborda simplemente el tema de la representación de “China”, no hace mención del reclamo de soberanía de la RPCh sobre Taiwán, ni la autoriza a representar a Taiwán en su sistema, un hecho que la comunidad internacional y la propia RPCh reconocieron en 1971. Sin embargo, dicha Resolución ha sido citada constantemente, de manera distorsionada por parte de Beijing, como la base de la exclusión injusta de Taiwán de las Naciones Unidas, contradiciendo los principios básicos defendidos por la propia Carta de la ONU.
La historia no se puede borrar. La conexión de la RDCh con la ONU sigue demostrada en el Artículo 23 de su Carta, que declara ” El Consejo de Seguridad se compondrá de quince miembros de las Naciones Unidas. La República de China, Francia, la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos de América, serán miembros permanentes del Consejo de Seguridad.”
Hasta la vicesecretaria general de ese organismo internacional, Amina Mohammed, dijo el viernes pasado que “la exclusión de cualquier persona perjudica los esfuerzos por alcanzar los objetivos de desarrollo global”, cuando se le preguntó sobre el llamamiento de Taiwán para ser incluido en la campaña.
Durante la 78ª reunión de la Asamblea General de la ONU en su sede de Nueva York, Taiwán se mantiene perseverando por lograr su inclusión en el sistema. Este propósito y desafío mantiene cada año más unido a su pueblo de 23.5 millones de habitantes.
Las consecuencias humanitarias y económicas de la guerra en Ucrania han demostrado que, en un mundo globalizado, las crisis no pueden contenerse dentro de las fronteras nacionales. Por lo tanto, es imperativo disuadir amenazas similares a la seguridad global en otras regiones. Las continuas y crecientes provocaciones militares y medidas coercitivas de Beijing en la región del Indo-Pacífico, y particularmente en los alrededores de Taiwán, han socavado gravemente el statu quo del Estrecho de Taiwán, han intensificado también las tensiones y puesto en peligro la paz y la estabilidad tanto regional como global.
Taiwán produce más de 90 por ciento de los chips avanzados que impulsan la vida diaria en todo el mundo. El impacto de cualquier conflicto en el Estrecho de Taiwán se extenderá mucho más allá del propio Taiwán. La mitad del tráfico de contenedores comerciales del mundo pasa por este Estrecho. El papel de liderazgo de Taiwán en el sector de alta tecnología es fundamental para asegurar las cadenas de suministro globales. Siendo cuna del emergente desarrollo tecnológico de Inteligencia Artificial (IA) de próxima generación, cualquier conflicto en la zona, causará consecuencias desastrosas para la economía global.
El Canciller Jaushieh Joseph Wu, ha expresado recientemente importantes reflexiones y hechos concretos que apoyan la inclusión de Taiwán en las Naciones Unidas y sus organismos para lograr una participación significativa en todas las reuniones, mecanismos y eventos de la ONU, particularmente aquellos relacionados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Así como, se esperan medidas activas por parte de la ONU para defender la paz, la estabilidad y la seguridad en el Estrecho de Taiwán y sus regiones vecinas.
Creemos firmemente que la readmisión de Taiwán en la ONU debe merecer el apoyo, no solo de los países aliados y amigos de Taiwán, sino de todos los miembros de la ONU, amantes de la paz, la justicia y la igualdad. Taiwán está más que dispuesto y capacitado para formar parte de los esfuerzos internacionales y contribuir a enfrentar los desafíos globales, que necesitan de la participación de todos, sin exclusiones.
Juntos somos más fuertes. Es el momento de incluir a Taiwán en la ONU.