Para rescatar a Marcelo Pinheiro Veiga, uno de los líderes de una de las más grandes organizaciones criminales en Brasil y América Latina conocida con el nombre de Comando Vermelho idearon el plan de volar una cárcel a las afueras de Asunción.
La policía paraguaya sorprendió este miércoles a tres ciudadanos brasileños armados con fusiles de asalto en una vivienda de la ciudad paraguaya de Presidente Franco, fronteriza con Argentina y Brasil. Los supuestos criminales recibieron a los agentes a tiros y estos respondieron abatiendo a los tres, que fallecieron. Según el Ministerio del Interior de Paraguay, pretendían usar un automóvil con 84 kilos de dinamita en gel para explotar la prisión de alta seguridad, situada a las afueras de Asunción.
“Además de daños materiales, se iba a producir un centenar de muertos en la Agrupación Especializada [el centro en el que está encarcelado Pinheiro Veiga]”, expuso el ministro del Interior, Juan Ernesto Villamayor Villamayor, en una rueda de prensa. La explosión, agregó, habría tenido una expansión de unos 250 metros de radio. El coche bomba fue trasladado hasta un descampado en las afueras de la capital y fue detonado en una plantación de soja.
Pero, ¿quién es Pinheiro Veiga?, más conocido como Marcelo Piloto, está encarcelado desde hace casi un año en la capital paraguaya y está prófugo de la Justicia desde 2007. Marcelo Piloto fue detenido el 13 de diciembre del año pasado en la ciudad de Encarnación en un operativo internacional en el que participaron Brasil, Paraguay y Estados Unidos. Tiene dos procesos judiciales abiertos en Paraguay, uno por homicidio doloso y otro por la fabricación de documentos falsos.
El Comando Vermelho es, junto al Primer Comando da Cidade (PCC), una de las bandas criminales más grandes de Brasil y ha llevado su disputa con otros grupos más allá del gigante sudamericano: a los límites con Argentina y Paraguay, conocida por eso como Triple Frontera. Según las autoridades brasileñas, el grupo controla parte del tráfico de armas y drogas en la región desde cárceles de Río de Janeiro y desde favelas de la segunda mayor ciudad de Brasil.
L. R C.