«No podemos… no debemos ir por este camino en Estados Unidos»

Joe Biden

Presidente de Estados Unidos de América

Mis compatriotas estadounidenses, quiero hablarles esta noche de la necesidad de que reduzcamos las tensiones de nuestra política y recordemos que, aunque discrepemos, no somos enemigos. Somos vecinos. Somos amigos, compañeros de trabajo, ciudadanos. Y, lo que es más importante, somos compatriotas estadounidenses. Y debemos permanecer unidos. 

El tiroteo de ayer en el mitin de Donald Trump en Pensilvania nos llama a todos a meditar, a hacer balance de dónde estamos, de cómo avanzar a partir de aquí. 

Afortunadamente, el expresidente Trump no está gravemente herido . Hablé con él anoche. Agradezco que esté bien. Y Jill y yo oramos por él y por su familia. 

También damos nuestro más sentido pésame a la familia de la víctima mortal. Corey era un esposo, un padre, un bombero voluntario, un héroe, que protegió a su familia de esas balas. Todos debemos tener presentes en nuestras oraciones a su familia y a todos los heridos.

Antes hoy mismo he hablado de una investigación en curso. Aún no sabemos el motivo del tirador. No sabemos sus opiniones o afiliaciones. No sabemos si tuvo ayuda o apoyo o si se comunicó con alguien más. Los profesionales de la aplicación de la ley, mientras hablo, están investigando esas cuestiones. 

Esta noche, quiero hablar de lo que sí sabemos: Un expresidente fue tiroteado. Un ciudadano estadounidense asesinado mientras simplemente ejercía su libertad de apoyar al candidato por el que optaba. 

No podemos… no debemos ir por este camino en Estados Unidos. Ya lo hemos hecho antes a lo largo de nuestra historia. La violencia nunca ha sido la respuesta, ya sea con miembros del Congreso de ambos partidos como objetivo en el tiroteo, o una turba violenta atacando el Capitolio el 6 de enero, o un ataque brutal contra el cónyuge de la expresidenta de la Cámara Nancy Pelosi, o información e intimidación a funcionarios electorales, o el complot de secuestro contra un(a) gobernador(a) en funciones, o un intento de asesinato contra Donald Trump.

No hay lugar en Estados Unidos para este tipo de violencia ni para ninguna violencia jamás. Punto. Sin excepciones. No podemos permitir que esta violencia se normalice. 

Saben, la retórica política en este país se ha vuelto muy acalorada. Es hora de enfriarla. Y todos tenemos la responsabilidad de hacerlo. 

Sí, tenemos desacuerdos profundos y fuertes. Hay mucho en juego en estas elecciones. 

He dicho muchas veces que la decisión que tomemos en estas elecciones marcará el futuro de Estados Unidos y del mundo en las próximas décadas. Lo creo con toda mi alma. Sé que millones de mis compatriotas estadounidenses también lo creen así.

Y algunos tienen una opinión diferente sobre la dirección que debe tomar nuestro país. El desacuerdo es inevitable en la democracia estadounidense. Forma parte de la naturaleza humana. Pero la política nunca debe ser un campo de batalla literal y, Dios no lo quiera, un campo de matanza.

Creo que la política debe ser un terreno para el debate pacífico, para buscar la justicia, para tomar decisiones guiadas por la Declaración de Independencia y nuestra Constitución. Defendemos un Estados Unidos no de extremismo y furia, sino de decencia y gracia. 

Todos nosotros nos enfrentamos ahora a un momento de prueba a medida que se acercan las elecciones. Y cuanto más esté en juego, más fervientes se vuelven las pasiones. Esto supone una carga añadida para cada uno de nosotros, para asegurarnos de que, por fuertes que sean nuestras convicciones, nunca debemos descender a la violencia. 

La convención republicana empezará mañana. No dudo de que criticarán mi trayectoria y ofrecerán su propia visión de este país. Viajaré esta semana, explicando nuestros resultados y la visión, mi visión del país, nuestra visión

Seguiré hablando con firmeza en favor de nuestra democracia, defendiendo nuestra Constitución y el Estado de derecho, pidiendo que se actúe en las urnas, sin violencia en nuestras calles. Así es como debe funcionar la democracia. 

Debatimos y discrepamos. Comparamos y contrastamos el carácter de los candidatos, su historial, sus problemas, su programa, su visión para Estados Unidos. 

Pero en Estados Unidos, resolvemos nuestras diferencias en las urnas. Así es como lo hacemos, en las urnas, no con balas. El poder de cambiar Estados Unidos debe estar siempre en manos del pueblo, no en las de un asesino en potencia.

El camino a seguir a través de las visiones enfrentadas de la campaña debería resolverse siempre pacíficamente, no mediante actos de violencia.

Saben, tenemos la bendición de vivir en el mejor país del mundo. Y lo creo con el alma, con toda la fuerza de mi ser. Así que, esta noche, pido a todos los estadounidenses que se comprometan de nuevo a hacer de Estados Unidos lo que… piensen en ello. ¿Qué ha hecho a Estados Unidos tan especial? 

Aquí en Estados Unidos, todo el mundo quiere ser tratado con dignidad y respeto, y el odio no debe tener puerto seguro. 

Aquí, en Estados Unidos, tenemos que salir de nuestros silos, donde sólo escuchamos a aquellos con los que estamos de acuerdo, donde la desinformación está extendida, donde los actores extranjeros avivan las llamas de nuestra división para dar forma a resultados coherentes con sus intereses, no los nuestros.

Recordemos, aquí en Estados Unidos, que aunque la unidad es el objetivo más difícil de alcanzar en estos momentos, nada es más importante para nosotros que permanecer unidos. Podemos hacerlo. 

Desde el principio, nuestros fundadores comprendieron el poder de la pasión, y por eso crearon una democracia que daba a la razón y al equilibrio la oportunidad de prevalecer sobre la fuerza bruta. Ese es el Estados Unidos que debemos ser, una democracia estadounidense en la que se argumente de buena fe, una democracia estadounidense en la que se respete el Estado de derecho, una democracia estadounidense en la que la decencia, la dignidad y el juego limpio no sean meras nociones pintorescas, sino realidades vivas y palpables.

Se lo debemos a quienes nos precedieron, a quienes dieron su vida por este país. Nos lo debemos a nosotros mismos. Se lo debemos a nuestros hijos y a nuestros nietos.

No perdamos nunca de vista quiénes somos. Recordemos que somos los Estados Unidos de América. No hay nada, nada, nada que no esté en nuestra capacidad hacer cuando lo hacemos juntos.

Que Dios los bendiga a todos. Que Dios proteja a nuestras tropas.