Editor FPP
La polémica de si el Papa Francisco debe hacer la misa en la Costa Verde o en la base FAP de Las Palmas se ha convertido en un lío de callejón por tantas mentiras y argumentos sin base, que se esgrimen para defender la playa o sino es el fin del mundo.
Debemos dejar muy en claro que no se trata de bajarle la llanta al cardenal Juan Luis Cipriani, que defiende ardorosamente se realice en la Costa Verde y para ello todo su séquito de amigos, en los que se incluye periodistas, tuiteros y político, cuan cruzados en una “Guerra Santa”.
Lo primero que hay que decir que la Celebración Eucarística del Papa debe hacerse en Lima, en la jurisdicción del Cardenal. Aquí no hay vuelta que darle, por tanto, la sombra de los obispos caviares o políticos de izquierda enemigos del cardenal, no tienen voz ni voto.
Los limeños saben que hacer la Misa en la Costa Verde es un gran peligro para los asistentes, más aún si se esperan dos millones de personas, que ante cualquier contingencia no se podrá evacuarlas en menos de 20 minutos, más aún que acudirán discapacitados, enfermos y niños.
Se aduce que hoy se mira el peligro y no se mide con la misma vara la gente en las playas en el verano o permiso para el Dakar u otros conciertos. Las diferencias de asistencia de público son abismales. No hay punto de comparación, al igual que comparar la Costa Verde con una playa abierta como Huanchaco en Trujillo, en donde no hay un acantilado que obstaculice, ante un desastre natural, la huida de la gente.
Es claro que los alcaldes de San Miguel y Magdalena salgan a defender sus jurisdicciones, porque sino no saldrían en la estampita cerca al Papa. Además ¿desde cuándo se han convertido en católicos practicantes? El primero no paga a devengados a su extrabajadores y el segundo manda matones a los que se oponen a sus designios, como fue contra el exalcalde San Isidro Antonio Meier. ¿Esto es cristiano?
Por decir lo mínimo, ¿cuántas piedras han caído en la Costa Verde y han matado gente? Ojo y sin movimiento sísmico. Estamos en un silencio sísmico aterrador. Vemos lo que sucede en México o hace poco nomás en Matucana, 19 temblores seguidos. La Costa Verde no tiene rutas de salida suficientes.
Se alega que se hizo la Marcha por la Vida ahí ¿No se recuerda que el mismo cardenal la cambió –por los peligros- este año por el Campo de Marte y que al final la suspendió por los desastres que causó el Niño Costero?
“El que se opone, está contra el cardenal, contra el pueblo católico”, ¡No pues, así no son las cosas! ¿Por qué ocultar los peligros de la Costa Verde? Aquí lo que interesa es la seguridad de los concurrentes y la del Papa, no hay más razones.
También se dice que se pretende ocultar “el multitudinario fervor católico”. Es absurdo. En Manchay, en el hipódromo o en la base de Las Palmas el mundo verá el fervor católico. ¡Por Dios, el tema es la seguridad! En el aeropuerto de Las Palmas ingresan dos millones de personas sin problemas. En donde se haga la Misa –reiteramos, en Lima, en la jurisdicción del cardenal- el mundo verá el fervor católico peruano.
¡Ah! Y que no digan que el Papa Francisco se resiste a ir a una base militar. Ya lo hizo en Egipto. Y también lo realizó en un aeropuerto, el de Medellín en Colombia.
No veamos complots en donde no los hay. No veamos intereses subalternos o mala fe, en donde no los hay. ¿En dónde se encuentran las personas sensatas que no las veo?