¡Mundial 2030, allá vamos!

El debut de Fossati con nuestra selección, debería ser el inicio de una era que posea el rumbo de unas clasificatorias hacia el mundial 2030, más no al próximo 2026. Y es que, debemos ser realistas: jugadores competitivos no contamos, canchas para entrenar ni en los clubes de primera división traslucen, la Copa Perú es «tierra de nadie» como se promulga. Solamente nos jactamos de ser la hinchada fiel por excelencia y debemos permanecer a ese ritmo, como aquel estallido de tribuna ante el taco de otro match del olvidado Oliver Sonne, frente a una Nicaragua que si hubiera sido Colombia nos encajaba tres cómodamente. Y si de hinchada fiel hablamos esta también se encuentra rescrebajada, las camisetas rojiblancas no lucen en las calles como en anteriores justas ¡desaparecieron!; la nueva piel dorada para la Copa América será la menos vendida por Adidas, gracias cabezón.


En el despertar de una tarde de sábado de pichanga, un compañero curtido de grandes jornadas desembrolla: – ¡Mejor deberían jugar con un combinado de futbolistas de Alianza, Universitario, Cristal, Boys, Melgar! Con dicho argumento despertó a la gente, los cuales todos asintieron con gestos y palabras favorables. Ya en frío continué hilvanado aquella opinión, y ahora puedo afirmar que, un equipo armado con jugadores sin club, desempleados, con un técnico de la misma condición, nuestros seleccionados hubieran asimilado mucho mejor el planteamiento del uruguayo. Lo anecdótico de esta hipótesis es que algunos de los desempleados, pueden ganarse las credenciales para ser convocables. Las dos opciones mencionadas aún pueden ser viables, se ahorran costos en logística y la afición sí apoyaría tal medida, para observar la batalla de los que se creen marginados versus los «suertudos».

Si se trata del sistema utilizado por Fossati «el 352» llamado en el argot futbolero, es un esquema frágil cuando el rival arranque un contragolpe; los carrileros son cruciales en este caso por su despliegue en ataque y defensa. En algunas jugadas vamos a brindar espacios provechosos por las bandas al rival y más aún con selecciones que cuentan en su plantel arietes mucho más jóvenes. Para que funcione bien este sistema es necesario un diez por excelencia, por donde pase la redonda y sea distribuida con eficacia dentro del rectángulo de juego, de esa manera controlar la posición del esférico. ¿Atesoramos ese diez en este lustre? La respuesta es obviamente no. Además los centrales necesariamente deben ser rápidos en su despliegue y backs con esa característica carecemos. Es pertinente cuadrar talentos con atributos como intercepciones, precisión de cabeza, marcaje, robos de balón o entrada agresiva; con alta capacidad de trabajo. Este sistema, este equipo, puede agazapar algunos triunfos en la próxima Copa América, pero más allá no observo un horizonte. En Eliminatorias es otro concierto, se disputa un sueño, el honor, el decoro de asistir a un Mundial y plasmar los nombres en los libros de la historia (Paolo, ya tienes tu libro, deja que otros escriban).

Los resultados en los amistosos (como el 4 – 1 frente a República Dominicana) más le sirven a un estratega debutante, y si nos damos un momento para observar a nuestros rivales directos para las Eliminatorias, nos topamos con selecciones que tuvieron encuentros de otro nivel de competencia; esto se reflejará cuando nos toque luchar por los tres puntos y se evidencie las falencias que he mencionado. Por tal motivo, esta nueva etapa de la bicolor debería servir para encontrar un sistema sólido, que plasme nuestra identidad en el gramado con figuras nuevas; ya sea con el actual técnico o en lo sucesivo con otro. Proyectarse hacia el 2030, puede sonar sin ilusión, escaso de entusiasmo, pero es solamente objetividad de lo que acontece en nuestro balompié. ¡Centro al área y tú tienes el balón!